Actualizado: 02/05/2024 23:14
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Opinión

Un fallido asalto al cielo

Miente para sobrevivir y viola las leyes para alcanzar prosperidad. ¿Es este el hombre nuevo creado por el castrismo?

Enviar Imprimir

Fueron personas formadas en aquella "reprobable" sociedad las que estuvieron dispuestas a marchar a todos los rincones del planeta, a cumplir las misiones encomendadas por el gobierno.

Con la consolidación de la revolución, el nuevo poder monopolizó todos los espacios educacionales, informativos y culturales, con el objetivo declarado de formar ciudadanos íntegros, plenos y cabales, capaces y dispuestos a comportarse en cada circunstancia de acuerdo con los valores y referencias que definen, al menos en el discurso, los principios de la "nueva sociedad".

Control absoluto

De cualquier manera es fácil discernir que el objetivo real de tal acaparamiento de espacios y referentes es garantizar el poder y los más extendidos controles sobre el actuar de cada individuo, pero no cabe duda de que tal diseño de control absoluto compromete y responsabiliza al gobierno que lo asuma.

Durante varias décadas, los cubanos han visto la televisión, el cine, el teatro, el circo y los deportes que el gobierno ha decidido, han escuchado la música y la radio que el gobierno ha dispuesto, han leído y aprendido lo que conviene a las autoridades del país, incluso saben de este mundo lo que los mecanismos oficiales de filtro y control les dejan saber. Nada más.

El resultado de tan largo esfuerzo de control, manipulación y adoctrinamiento, es haber convertido a los cubanos en personas simuladoras e hipócritas. Es lamentable, y a la vez comprensible, que muy pocas personas se atrevan a expresar abiertamente sus verdaderos criterios políticos, dispuestos a enfrentar las consecuencias de tal determinación. De hecho, muy poco puede fiarse el gobierno de esa fidelidad casi absoluta que le demuestra la población, cuando incluso muchos privilegiados confiables abandonan el proyecto a la primera oportunidad.

Por otra parte, al privar a los ciudadanos de espacios y derechos económicos, las autoridades condicionan el surgimiento de una tupida y extensa red de economía sumergida, donde los ciudadanos obtienen, en alguna medida, lo que es inalcanzable por vía legal o como resultado del trabajo: se convierten, por fuerza mayor, en recurrentes violadores de leyes y restricciones intolerables… y en permanentes sospechosos.

De cualquier manera, ese es el resultado de tantos años de poder, monopolio absoluto de todos los espacios sociales y de desprecio total por la independencia ajena: la pérdida de valor del trabajo, del talento, sustituidos por la habilidad o la osadía de desafiar los férreos controles que se extienden sobre las personas. Ese es, en resumen, el preocupante legado ético-moral de tantos años de represión y sacrificios: mentir y simular para sobrevivir, y violar las leyes para alcanzar bienestar material o prosperidad. ¿Será este el hombre nuevo de que tanto hablaron en los albores del proyecto?

No es con más represión —ya ha habido bastante— con lo que se desandará ese camino recorrido en la subversión de los valores y la pérdida de voz y esperanzas. Lo que queda por ver, después que termine por fin el tan dilatado, fallido y costoso experimento de ingeniería social, cuando se restauren por fin las estructuras, mecanismos democráticos y derechos, cuando se puedan revelar las potencialidades y talentos, cuando se reencuentren las familias de siempre y se reconcilien los otrora enemigos, es cuánto tiempo más seguirán los cubanos siendo transgresores y sospechosos.


« Anterior12Siguiente »