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Escritores cubanos, Intelectuales, Cuba

Ustedes y Nosotros

Carta abierta a los escritores en la Isla

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Luego de, como dicen, monitorear en uno y otro sitio, creo que es fácil aseverar que cada día Ustedes y Nosotros nos separamos más. Sería superficial afirmar que la culpa es de Ustedes, pues así obviaríamos la dictadura que los sume.

Si tienen alguna culpa, en mi opinión será esa, la de vivir bajo las dos botas castristas y, a veces, y algunos, expresarse en conferencias, antologías, charlas, periodizaciones, reseñas, etcétera, como si Nosotros o casi todos Nosotros no existiéramos, o peor: como si nunca hubiéramos existido, Allá, con Ustedes. Creo que, en esos casos, no nos olvidan, solo nos omiten. El miedo. Comprendo. Por acá, creo que coincidan si acaso tienen acceso a la “prensa enemiga”, Nosotros no nos olvidamos de Ustedes; consta en revistas, diarios impresos, electrónicos, blogs, conferencias, charlas públicas, conversaciones abiertas. Nosotros nunca debemos olvidarnos de Ustedes. Ya sé lo que pensarán si leen estas líneas: Nosotros podemos escribir, hablar, parlotear lo que nos plazca porque habitamos tierras de libertad —es decir, ningún tirano nos reprime ni el músculo ni el alma–, Ustedes no. Tienen miedo. Y eso es comprensible. Tienen miedo aun de contestarnos un mensaje electrónico. Es comprensible. Sin embargo, recuerden que no pocas veces, antes, Allá, nos abrazamos, caminamos juntos, amamos juntos, trabajamos juntos, éramos amigos los que éramos amigos. Éramos buenos socios los que éramos buenos socios.

Sabemos por acá que solamente unos cuantos de Ustedes mienten con la palabra. Y comprendemos al resto, que miente con el silencio. Y sabemos que Ustedes son inteligentes, de modo que, aunque no puedan decirlo so pena de ser aplastados, nada esperan de un régimen represivo que está en sus finales, que siempre, nos damos cuenta ahora, estuvo en sus finales (hay finales que pueden tardar mucho en comenzar y terminar).

Sabemos que hay entre Ustedes perversos, pocos, que, como decía, mienten con la palabra y aúpan libros que Ustedes publican y no existen; premios que ustedes ganan y no existen; medallas y diplomas con que a Ustedes los honran y no existen. Porque la lid no es equitativa: sin Nosotros, Ustedes no son nada, y viceversa.

Sabemos que el creador, el hombre en fin, hace su vida, debe hacer su vida en el lugar que le toque. La mayoría de Ustedes eso hace, y acepta las circunstancias y marcha todo lo adelante que le sea posible, sin maldecirnos a Nosotros. Pero esa mayoría de Ustedes sabe que Allá también están los otros de Ustedes: los perversos, los sin talento, los mediocres de espíritu —no de mente—, los oportunistas, los carroñeros que viven de las sobras —jugosas, en relación con la inopia ambiente— que les tira la dictadura; y que, por cierto, pasan por encima de la mayoría de Ustedes tanto a la hora de la mesa como de la visita a ultramar.

Sería mucho exigirles a Ustedes que lo comprendieran todo, puesto que la tiranía no les permite ver el mundo, enterarse, aun les niega lo que por acá posee cualquier ama de casa: la conexión con el planeta íntegro por medio de la Internet. Mientras le mete por los ojos un diario, cuatro canales de televisión, diez emisoras radiales ante los cuales la Mentira se sentiría abochornada.

“Sin patria, pero sin amo”, dijo el Maestro. Así andamos por acá. Sin embargo, el precio no es bajo. En busca del sustento, de la supervivencia en la mayoría de los casos, hemos escarbado en las nieves de Canadá; nos hemos helado en el frío nórdico; hemos repartido comida bajo el sol de Miami; hemos llorado perdidos en el metro de Madrid; hemos sufrido la grisura de la Patagonia, de la ciudad de México, el invierno invertido de Buenos Aires, la frialdad anímica de Santiago de Chile, la opulencia ajena de París. Sin saber qué será mañana. Es decir, más de un día, de un mes, de un año, de varios hubiéramos podido parafrasear a otro Maestro: “Lo saben todos los días de la semana, la soledad, la lluvia, los caminos”.

Y aún más: varios de Nosotros han muerto sin tener una embajada diplomática que tramite sus huesos.

Y no tenemos patria editorial, como sí la tienen Ustedes, o al menos eso parece.

Nos vemos.


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