Actualizado: 17/05/2024 12:58
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| Opinión

Editorial

Financiación, totalitarismo y democracia

El gobierno cubano y sus ataques a Encuentro.

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¿En qué consistía ese cambio de escala?

Mijaíl Bulgakov fue silenciado a partir de 1930. El maestro y Margarita no sería publicado hasta 1966.

Pasternak, uno de los mayores poetas del siglo XX y autor de Doctor Zhivago, se vio obligado a rechazar el Premio Nobel concedido en 1958, para evitar su condena a destierro.

Anna Akhmatova, silenciada, fusilado su marido y recluido su hijo en el gulag, murió en 1966. Sus Poemas Completos no aparecerían hasta 1990.

Solzhenitsyn, matemático y oficial del Ejército Rojo, por escribir una carta criticando al régimen, vivió desde 1945 hasta 1956 en campos de concentración siberianos, donde se gestó Un día en la vida de Iván Denisovich (Moscú, 1962).

La novela Vida y destino, de Vasili Grossman —reportero de primera línea y héroe nacional durante la guerra—, fue decomisada en 1961. Publicada en 1980 en Suiza, no aparecería en Moscú hasta 1989.

Ossip Mandelshtam, arrestado en 1934, murió en el gulag. Boris Pilniak desapareció en las cárceles de Stalin, y Sajárov fue condenado a deportación.

La represión no se limitó a los presuntos "enemigos". El poeta de la revolución por excelencia, Vladimir Maiakovski, incapaz de soportar las presiones, se pegó un tiro en 1930. Ya Esenin se había ahorcado en un hotel de San Petersburgo en 1925, y Marina Tsvietáieva, fusilado su marido y confinado su hijo en un campo, se ahorcaría también en 1941. Isaac Babel, el autor de Caballería Roja, fue asesinado en 1940 en la prisión Buturka. La conjura de los boyardos, de Eisenstein, segunda parte de Iván El Terrible (1943), estuvo prohibida hasta la muerte de Stalin en 1953. Hacía un lustro que el cineasta había muerto. Prokofiev fue censurado en 1948 por su "formalismo burgués". El Premio Stalin (1951) le devolvió el favor del gobierno.

Virgilio PiñeraFoto

La Habana, 1961. Autor Piñera: 'Tengo miedo'.

Tan terrible como el gulag, la muerte, el ostracismo, o el destierro de miles de creadores condenados a hacer su obra lejos de la patria, fue el miedo permanente, la autocensura, vivir en condiciones de libertad condicional limitada, que podía ser derogada en cualquier momento, sin apelación, por los caprichos y las arbitrariedades del sistema.

En Cuba basta recordar el ostracismo a que fueron sometidos Virgilio Piñera, Lezama Lima, Antón Arrufat, César López, Manuel Díaz Martínez, y tantos otros. El Caso Padilla. El destierro interior de los escritores católicos. Los desmanes de los 70. El escarnio y encarcelamiento de María Elena Cruz Varela. La persecución a Reynaldo Arenas. El acoso a los pintores de los 80. El silencio de Dulce María Loynaz. Los libros condenados al veto. La muerte civil de Pedro Luis Ferrer. Las condenas de prisión dictadas contra los poetas Raúl Rivero y Manuel Vázquez Portal, y otros periodistas independientes. El confinamiento de algunos autores exiliados en el limbo del olvido. El Index del castrismo decretando qué escritores extranjeros son aptos para el lector cubano. A eso posiblemente se refiriera F. S. Saunders como una escala diferente. Autora que, por cierto, en un artículo publicado en La Habana, dice que "La verdadera libertad de los intelectuales y artistas debe radicar en que estos estén motivados por sus propios principios, más que por los dictados de gobiernos o estrategas, y que en vez de ser forzados a tomar partido, deben tener libertad para patear las barreras erigidas alrededor de las ideas. Sólo de esta manera podrá, como dijera Milan Kundera, surgir ‘la sabiduría de la duda’ ". Sin darse cuenta de que Milan Kundera, en Cuba, salvo para los lectores clandestinos, no existe.

Encuentro y sus fuentes de financiación

La historia de la fundación de Encuentro se remonta a 1994, año de la celebración del cincuentenario de la revista Orígenes. La Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores de España organizó el seminario La Isla Entera, con el propósito de reunir a un numeroso grupo de creadores y críticos literarios cubanos, tanto residentes en la Isla como en otras latitudes, al margen de sus ideas políticas. Durante una semana se celebraron sesiones matinales en la Universidad Complutense de Madrid, con una nutrida asistencia de profesores y alumnos, y mesas redondas por las tardes en la Casa de América, abiertas al público, que abarrotó el local ante la expectativa suscitada por un evento tan inusual en aquellas fechas. El único antecedente era la reunión entre once escritores, cinco de la Isla y seis del exilio, auspiciada en Estocolmo por el Centro Internacional Olof Palme, que transcurrió a puerta cerrada.

La Isla Entera convocó en Madrid a Gastón Baquero, Guillermo Rodríguez Rivera, Manuel Díaz Martínez, Rafael Alcides, Felipe Lázaro, José Prats Sariol, Alberto Lauro, Cleva Solís, Mario Parajón, Jorge Luis Arcos, Efraín Rodríguez Santana, Pablo Armando Fernández, César López, Orlando Rodríguez Sardiñas, Heberto Padilla, Enrique Saínz, Pío E. Serrano, José Kozer, José Triana, Reina María Rodríguez, Nivaria Tejera, Bladimir Zamora y León de la Hoz. El encuentro no pudo ser más cordial. Amigos que no se habían vuelto a ver en muchos años. Jóvenes que veían por primera vez en "carne y hueso" al mito Padilla. El descubrimiento de "desconocidos" como José Kozer. Afinidades inmediatas, lágrimas, abrazos, anécdotas, risas. Todo presidido por la depurada sabiduría de Gastón Baquero, de vuelta de todos los extremismos y reclamando que "la cultura nacional es un lugar de encuentro" ( Encuentro Nº 1, p. 4). Esta frase de Baquero, un poeta que supuestamente intentan "recuperar" las autoridades culturales de la Isla, inspiró el nombre de nuestro proyecto intelectual. Aunque conocíamos perfectamente el antecedente de la revista Encounter, nunca nos preocupó la coincidencia de denominaciones.


Primer número de EncuentroGalería

Primer número de Encuentro; verano de 1996. Una cultura diversa, contemporánea e internacional como una de las primeras esperanzas de la nación.