Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Sociología barata

La guerra de las encuestas y el exilio cubano: Del diálogo a la invasión y vuelta a empezar.

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Hacia 1978, la revista Areíto (Nueva York) echó mano a las encuestas del doctor Juan Clark (Universidad Comunitaria de Miami-Dade: MDC) para subrayar no sólo que la mayoría de la comunidad cubanoamericana favorecía "la normalización de las relaciones" entre Washington y La Habana, sino también que deseaba "volcar sus energías en lidear (sic) con los problemas reales". Eran los tiempos del "diálogo con Castro", a pesar de la contradicción en los términos.

A principios de 2000, el abogado William Norris esgrimió la encuesta del doctor Gary Moran (Universidad Internacional de Florida: FIU) para mostrar tan aguda predisposición anticastrista en el condado Miami-Dade, que la mayoría de sus ciudadanos no podía actuar como jurado imparcial en determinados casos. Eran los tiempos del juicio a cinco espías de Castro (Red Avispa), que pedían cambio de sede judicial.

Al parecer, las encuestas tienen ese don gracioso de apresar con intención el espíritu de los tiempos y abroquelarse con el recio carácter de los números, pero así y todo distan mucho de estar aseguradas. El presidente de la Asociación Americana de Investigación de la Opinión Pública, Cliff Zukin, noqueó ya metodológicamente a la encuesta de Moran: "Todas sus preguntas se formularon del mismo lado y siguiendo un mismo patrón que conduce al asentimiento anticastrista" ( The Miami Herald, febrero 13, 2006).

La transición cubanoamericana

A su vez, las politólogas Jessica Lavariega-Monforti (Universidad de Texas) y Lisa García-Bedolla (Universidad de California) acaban de publicar los resultados de su encuesta por teléfono a 600 cubanoamericanos en Miami, que dan pie a la imagen de "comunidad de ingresos medios, socialmente activa y ferviente seguidora de una actualidad, volcada al español y con sus prioridades en transición" ( El Nuevo Herald, marzo 9, 2006).

La muestra incluyó personas no registradas aún como votantes e incluso inmigrantes recientes. El presunto fervor de actualidad parece inferirse de que un tercio consideró a "Irak y la amenaza terrorista" como el tema político más importante, por delante de "Cuba y Castro" (27%). En las próximas elecciones presidenciales, "Irak y el terrorismo" serían la clave del sufragio para la mitad de los encuestados, más allá de la economía (16%) y las relaciones con Cuba (11%).

Aunque Irak y la amenaza terrorista no son lo mismo, se presentaron juntos como binomio abrumador del "estereotipo de una comunidad obsesivamente centrada en el tema cubano". Queda latente si resolver el conflicto iraquí y liquidar el terrorismo global se perciben como premisas para que la Casa Blanca dé prioridad a las relaciones con "Cuba y Castro"; pero Lavariega-Monforti puntualiza: "No importa cómo lo hubieras preguntado [hace cinco años], la respuesta hubiera sido Cuba, Cuba, Cuba".

Sin embargo, la crítica de Zukin a la encuesta de Moran giró precisamente alrededor del cuestionario tendencioso, que condujo a imaginar casi toda Miami obsesionada contra Castro. Quizás no hubo un cambio tan drástico en cinco años, porque aquella imagen sociológica de 2000 adolecía de distorsión. Igual de plausible sería que el manejo de las preguntas ahora propiciara otras desviaciones.

La incertidumbre crece con el nuevo reparto de preferencias entre las opciones políticas de EE UU hacia Cuba: acción militar (33%), reforzar el embargo (30%), apoyar a la disidencia interna (7%) y sostener a Radio y TV Martí (3%). Muy pocos abogaron por levantar el embargo (6%) y negociar con Castro (5%). Es curioso que las alternativas restantes (15%) no se desglosen en propuestas concretas.

Tres años atrás, negociar con Castro fue la predilección del 55% de las 1.200 personas encuestadas por el Centro de Estudios Cubanos (FIU). Su director, el doctor Damián Fernández, repone ahora: "No sé qué puede haber pasado".


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