Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Testigo directo

La cara oculta de la potencia médica

Hospitales destruidos, discriminación hacia los nativos y una atención cada vez más deficiente son hoy el día a día de la salud pública cubana.

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Por este camino, muchos familiares sólo sabrán el nombre de la enfermedad que padeció su pariente mediante la autopsia, y quizás ni siquiera de esta manera, porque total, ¿para qué desperdiciar un reactivo si ya el paciente murió?

El padre de un niño con un tipo raro de meningitis, ingresado en el hospital pediátrico Juan Manuel Márquez, de Marianao, cuenta que su hijo no tuvo la suerte de que le pudieran hacer el análisis a tiempo, ya que los médicos esperan hasta el último momento antes de ordenar una prueba para la cual no hay aparatos en ese centro. De paso, también dijo que en la Sala de Misceláneas la higiene era tan mala que había que tapar con algodón los oídos del niño para que no le entraran cucarachitas por los orificios.

El estado de los hospitales no militares destinados a los cubanos es tan lamentable que cuando una persona ingresa tiene que llevar ropa de cama, toallas, utensilios para comer, un cubo para bañarse, y hasta un bombillo para alumbrarse. La familia tiene que abastecer desayuno, almuerzo y comida al enfermo y a su acompañante. La alimentación es tan deficiente que una señora jubilada que estaba en la sala de geriatría del Ameijeiras murió de diarreas porque se comió un pellejo de cerdo medio crudo que vino en el menú como "arroz con carne de puerco".

'No se puede gastar una placa la primera vez'

En el Hospital Clínico Quirúrgico, un médico que prefiere el anonimato explica: "Cuando entro de guardia dispongo para el turno de una cuota de materiales para 10 radiografías, reactivos para 10 análisis de sangre y cuatro camas en la sala de urgencias. Con esto tengo que atender a cientos de personas que vienen en su mayoría por dolencias graves".

Y para demostrar que no miente, invita a la corresponsal de Encuentro en la Red a que se quede un rato en su consulta. A diferencia de los hospitales que atienden a extranjeros, el Clínico Quirúrgico es un lugar cochambroso, de paredes descascaradas, poca iluminación y bulla infernal. Debido al calor, el médico pone directo para su persona el único ventilador existente y la gente que llega se va colocando en cualquier parte de la sala de espera o el portal, porque la mayoría de los asientos están rotos o les falta una pata.

Llega una señora de 89 años que se cayó en el baño de su casa hace dos días. Vino al cuerpo de guardia y le recetaron un paracetamol cada 8 horas. Hoy los dolores aumentaron. No queda más remedio que enviarla a los Rayos X y se comprueba que la señora tiene tres costillas fracturadas. ¿Por qué no le indicaron la radiografía la primera vez? "No se puede gastar una placa la primera vez, porque entonces, ¿qué queda para el resto del tiempo?".

El segundo paciente sufre diarreas y vómitos. ¿Tiene fiebre? Sí. El médico dice: "eso seguro que es un virus". Mucha agua, sales hidratantes y reposo. Si sigue mal regrese dentro de dos días. Llega otra persona que dice tener dolor de riñones y dificultad al orinar. El médico-adivino sentencia: "eso debe ser una infección renal. Mucho líquido y cocimiento de guisazo de caballo. Si mañana no mejora, vuelva". ¿Y por qué no le mandó un análisis de orina urgente? El médico no contesta.