Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Con ojos de lector

Censura, ¿estás ahí? (II)

En Cuba, las noticias sobre la censura son también censuradas. Nada difícil en un país donde el gobierno tiene el poder exclusivo de decidir qué se publica en la prensa.

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"En su casa de La Habana, Bola de Nieve me acosó a preguntas sobre Montevideo y Buenos Aires. Quería saber qué era de la vida de gentes y lugares que él había conocido y querido hacía treinta o cuarenta años. Al rato me di cuenta de que no tenía sentido seguir diciendo: «Ya no existe» o «Fue olvidado». Él también comprendió, creo, porque se puso a hablar de Cuba, de eso que él llamaba yoruba-marxismo-leninismo, síntesis invencible de la magia africana y la ciencia de los blancos, y pasó horas contando chismes de la alta sociedad que antes le pagaba para cantar: «Rosalía Abreu tenía dos orangutanes. Los vestía con overol. Uno le servía el desayuno y el otro le hacía el amor».

"Me mostró cuadros de Amelia Peláez, que había sido su amiga:

"-Murió de bruta -dijo-. A los setenta y un años era todavía señorita. Nunca había amante ni amanta ni nada.

"Confesó su pánico por los gallos vivos y los monos sueltos.

"Se sentó al piano. Cantó Drume, negrita. Después cantó Ay, mama Inés y el pregón del manisero. Tenía la voz muy gastada, pero el piano lo ayudaba a levantarla cada vez que se caía.

"En un momento interrumpió la canción y se quedó con las manos en el aire. Se volvió hacia mí y con estupor me dijo:

"-El piano me cree. Me cree todo, todito". (pp. 183-184)

En una entrevista que le hice un año antes de su muerte, Reinaldo Arenas me comentó, al referirse a los años cuando trabajó en la Biblioteca Nacional José Martí, lo siguiente: "En la Biblioteca existía un sitio llamado muy apropiadamente el infiernillo, donde se guardaban los libros que por ninguna razón podían prestarse al público. Después los libros empezaron a desaparecer misteriosamente, y hasta el propio infiernillo desapareció un buen día". Una señora que trabajó durante muchos años en la Biblioteca Nacional (por razones obvias, no voy a revelar su nombre) me corroboró la existencia de tal sitio, e incluso me dijo que aparte del que Arenas conoció, existía otro análogo en el Departamento Infantil y Juvenil, en el cual se hallaban, por ejemplos, los libros de la argentina María Elena Walsh. ¿La razón? Contenían alusiones a Dios, lo cual las convertía en lecturas nocivas para los niños cubanos. Ese mismo criterio fue el que llevó a los censores a aplicar la tijera y expurgar de alusiones religiosas la edición de Moby Dick publicada por la Imprenta Nacional en 1962.

En algunas ocasiones, los censores se delatan cuando su torpeza los hace dejar rastros. En La vida entera (Ediciones Unión, La Habana, 1969), de Virgilio Piñera, al final se aclara la fuente en que originalmente aparecieron la mayor parte de los poemas. En esa lista está Paseo del caballo, que, sin embargo, no figura en el índice. El centinela de turno debió temer que el título pudiera interpretarse como una alusión burlesca al Máximo Líder, lo suprimió, mas ¡ay! no se acordó de hacer lo propio con la referencia. En la solapa de la contraportada de La Odilea (Ediciones Unión, La Habana, 1968), se pueden leer una lista de libros de reciente publicación, y entre ellos está incluida la novela El mundo alucinante, de Arenas. Asimismo en La cantidad hechizada (Ediciones Unión, La Habana, 1970), en las páginas finales se recogen todas las obras publicadas por Ediciones Unión. Dentro de la Colección Manjuarí está el poemario de Belkis Cuza Malé Juego de damas. Lo cierto es que ninguna de esas dos obras alcanzó a ver la luz, pues el largo brazo de la censura actuó con prontitud para impedirlo.

Y como en estas páginas me he referido fundamentalmente a la censura de obras literarias, quiero finalizarlas con la cita de un par de textos para que dialoguen entre sí. En la Feria del Libro de La Habana de 1998, Castro hizo esta declaración recogida por la prensa: "En Cuba no hay libros prohibidos, sino que no hay dinero para comprarlos". En mi ejemplar del volumen de cuentos de Reinaldo Arenas Adiós a mamá, conservo esta nota aparecida en el diario español El Mundo: "Madrid.- La editorial independiente Áltera ha emprendido una acción para repartir en Cuba dos mil ejemplares de la obra del autor cubano Reinaldo Arenas Adiós a mamá (De La Habana a Nueva York), prohibido en Cuba. Intelectuales como Vargas Llosa, Juan Goytisolo, Landero, Marsé, Muñoz Molina, Terenci Moix y Rosa Montero, entre otros, apoyan con su firma una iniciativa considerada por las autoridades cubanas «una injerencia»".


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