Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Con ojos de lector

Censura, ¿estás ahí? (II)

En Cuba, las noticias sobre la censura son también censuradas. Nada difícil en un país donde el gobierno tiene el poder exclusivo de decidir qué se publica en la prensa.

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Un viejo proverbio ruso arroja cierta luz sobre las causas que provocan estos ataques a la libertad de creación y de expresión: "Una palabra de verdad sobrepasa al mundo". Es el miedo a la verdad lo que conduce a los biznietos de Torquemada a cortar párrafos, prohibir libros e incluso destruir ediciones completas. Mucho más incomprensible resulta, en cambio, que esa censura se extienda a la inclusión o la simple mención de autores. En el Diccionario de la Literatura Cubana (1984) fueron eliminados Reinaldo Arenas, Guillermo Cabrera Infante, Lino Novás Calvo, Calvert Casey, Severo Sarduy y Nivaria Tejera, para mencionar unos cuantos nombres.

Igual criterio censor aplicó la Casa de las Américas en la obra colectiva en dos volúmenes Panorama Histórico-Literario de Nuestra América (1982). Para quienes no la conozcan, se trata de un índice que recoge los títulos publicados cada año en los distintos países de Latinoamérica. Los datos se reducen a género literario, autor y título, sin ningún comentario o valoración crítica. Pues ni siquiera esa información tal elemental escapó a las tijeras de los comisarios. No sólo se excluyó de la misma a Cabrera Infante, Arenas y Antón Arrufat (éste fue secretario de redacción de la revista Casa de las Américas), sino que tampoco figuran Los niños se despiden y Condenados de Condado, títulos con los cuales Pablo Armando Fernández y Norberto Fuentes obtuvieron en 1968 los premios de novela y cuento, respectivamente, en el concurso anual que convoca la misma institución que publicó Panorama Histórico-Literario de Nuestra América. Mas la justicia puede venir por las vías más inesperadas, y en la portada del libro aparece, en letras lo suficientemente grandes como para que no pase inadvertida, esta deliciosa errata: Coleción Nuestros Países.

Hasta Eduardo Galeano sufrió censura

Y a propósito de esta última institución, recuerdo la versión paródica de un conocido refrán que circuló en la Isla durante los aciagos años setenta: "En la Casa de las Américas, cuchillo de palo". El cuchillo sería de palo, pero las tijeras censoras no lo eran y estaban debidamente afiladas para cumplir su función. A partir del escándalo internacional que suscitó el llamado caso Padilla y del inicio de una nefasta etapa (entre 1946 y 1953, los soviéticos sufrieron la zhdanovschina; en la década de los setenta, a los cubanos nos tocó padecer el "pavonato") de cuyas desastrosas consecuencias la cultura cubana no se recuperado del todo, se hicieron constantes las bajas de los intelectuales y artistas extranjeros que habían sido compañeros de viaje de la revolución cubana. Eso llevó a que a partir de 1972 y hasta 1983 en las ediciones de los Premios Casa se suprimieran los nombres de los jurados, pues nunca se podía tener la certeza de que iban a mantener la misma opinión respecto al rumbo adoptado por el proyecto que hasta entonces apoyaban.

No hay que olvidar asimismo que fue en la revista Casa de las Américas (números 65-66, marzo-junio 1971) donde se publicaron "los trascendentes materiales emanados del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura", en un dossier que incluía la Declaración final, el discurso de Castro, una airada invectiva contra los escritores y artistas latinoamericanos que le enviaron la conocida carta, y la autoinculpación de Heberto Padilla. De igual modo, a partir de ese número la revista eliminó el comité de colaboradores que incorporó a partir del número 30, y al cual pertenecían, entre otros, Julio Cortázar, Ángel Rama, Mario Vargas Llosa, Roque Dalton y David Viñas. En la sección Al pie de la letra de la siguiente entrega de la revista se reprodujeron varios artículos de escritores y artistas extranjeros que apoyaban las medidas adoptadas, pero no se citó ni uno solo de aquellos que expresaban opiniones contrarias a las mismas.

Para muchos resultará insólito y casi increíble saber que alguien tan incondicional de la revolución cubana como el uruguayo Eduardo Galeano también fue censurado por la Casa. En la edición cubana de su libro de testimonio Días y noches de amor y guerra, galardonado en 1978 con el Premio Casa de las Américas, fue suprimida sin su conocimiento y, por tanto, sin su consentimiento una de las viñetas. Debió aparecer en la página 200 y Galeano la restituyó en la edición española de Alianza Editorial de 1986. He aquí su texto completo: