Actualizado: 25/04/2024 19:17
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A debate

Crítica, censura y campos de concentración

Una respuesta: Guillermo Rodríguez Rivera hace poco favor a esta rarísima costumbre cubana que es la polémica entre escritores.

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Albert Camus condenó los campos de concentración soviéticos para recibir este reproche de Jean-Paul Sartre: "Igual que usted, yo encuentro intolerable la existencia de esos campos, pero asimismo encuentro intolerable el uso que la prensa burguesa hace de ellos".

Según esta ecuación sartreana, la denuncia de un crimen puede equipararse al crimen. No es raro entonces encontrar tanta o más culpabilidad en el testimonio de Conducta impropia que en el pensamiento creador de las UMAP. Reacio a aliarse con el pensamiento burgués, Sartre parecía aguardar por una crítica venida de Moscú. Confiaba en que los comisarios soviéticos repararían aquel obstáculo en el camino hacia una sociedad mucho más justa.

Y, provisto de lógica parecida, Rodríguez Rivera repudia cualquier referencia a los campos de concentración cubanos que no venga del ámbito que los inauguró (y los cerró luego).

Por pura homosexualidad

En su artículo publicado en La Gaceta de Cuba él ha reconocido que durante su etapa de jefe de redacción de El Caimán Barbudo tenía prohibido (las órdenes eran explícitas y venían del Comité Nacional de la UJC) publicar a ningún escritor o artista homosexual. Regía en las páginas de la revista el mismo principio que en las UMAP.

Los homosexuales (y aquí caben otras categorías de individuos) eran internados en campos de concentración no por delito cometido, sino por pura homosexualidad. Los homosexuales (y aquí caben otras categorías de individuos) eran censurados en la redacción de El Caimán Barbudo por pura homosexualidad, sin tener en cuenta la calidad de la obra presentada.

A la luz de ese pasado como censor, resulta contradictorio que Rodríguez Rivera anuncie que no hay un solo acto de su biografía que deba reprocharse. ¿Borra a la hora del recuento su jefatura de redacción a las órdenes del Comité Nacional de la UJC? ¿O tiene decidido que aquellas negativas que otorgara (si bien en el cumplimiento de unas órdenes, si bien dentro de la banalidad del Mal) no obran de ningún modo contra su conciencia?

Una de dos: el antiguo censor empieza a censurar su biografía, o estima que procedió rectamente al cerrar el paso a unos degenerados.

Mientras tanto, tacha de censura a la crítica que le disgusta o lo desconcierta. Me acusa de aplastar la posibilidad de que otro opine, me tilda de censor. Existe, sin embargo, una diferencia crucial entre un crítico y un censor. Mientras que, aún en sus peores fueros, el primero sólo aspira a restar lectores a determinada obra, el segundo suprime a ésta todos los lectores: consigue que la obra no exista para nadie.

El guerrero y la mosca

Rodríguez Rivera no hallará episodio en que yo haya ejercido como censor. Aunque alguien que muestra tan escaso respeto por los hechos no tiene por qué atenerse a estos. Puede, en cambio, remitirse a lo hipotético, al futuro, y pronosticarme un puesto de fiscal. O hacer figurar nuestro intercambio bajo el ejemplo del guerrero y de la mosca.

Según ese aforismo, cualquier falla del guerrero habrá de ser disculpada por las tantas contiendas en que ha participado. A diferencia, la perfección de la mosca resulta irrelevante desde que ha hecho poquísimo. El mismo hiperbolismo que le hiciera creer que José Martí es más grande que el mundo, da licencia a Rodríguez Rivera para tomarse por guerrero. Se reserva el papel humano y manda a su oponente a predios de animalidad, con lo cual sigue una querida costumbre de quienes propician campos de concentración.