Actualizado: 23/04/2024 20:43
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La era post-Fidel

Un libro se pregunta cómo será la gestión de Raúl Castro ante una hipotética sucesión: ¿Predominará el lado terrible o el generoso?

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Después del triunfo revolucionario, en los años sesenta, al comprender que Che Guevara podía hacerle sombra, Fidel lo envió en una larga misión al extranjero y cuando regresó, sus tropas estaban dispersas. Así no podría representar ningún peligro para los hermanos Castro.

La desaparición de Camilo Cienfuegos representó la salida de escena de un potencial rival de Fidel y Raúl. Latell relata que cuando se entrevistó en Miami con Huber Matos, este le dijo que "Raúl odiaba a Camilo por su carisma".

El lado siniestro

Juanita, la hermana de ambos, considera que Raúl se convirtió en "un duro e inescrupuloso" bajo la influencia de Fidel. Relató que cuando salieron de la cárcel, después del asalto al cuartel Moncada, Raúl fue a Birán para visitar a sus padres, mientras que Fidel se mantuvo en La Habana en sus actividades políticas y revolucionarias.

Según Juanita, la imagen pública de Raúl como un individuo feroz, terrible, no es la más adecuada, y que el verdadero tirano es Fidel.

Cuando ambos hermanos se encontraban en México para preparar la expedición en el yate Granma, recibieron la noticia de la muerte del padre. Fidel se limitó a murmurar: "Qué pena", mientras que Raúl se encerró en el baño a llorar.

Cuando Lina Ruz, la madre de ambos, estaba moribunda en la casa de Juanita, en Miramar, era Raúl quien pasaba allí la mayor parte del tiempo, e incluso dormía con ella en el mismo cuarto. Fidel sólo apareció el día del fallecimiento de la madre "gritando órdenes", relató Juanita al autor del libro.

Latell refiere también el lado siniestro de la personalidad de Raúl Castro. Cuando en Ciudad México Fidel sospechó que uno de los expedicionarios podría ser un espía de Batista, fue Raúl el encargado de matar al joven colega. Cumplió la misión con mucha sangre fría, para demostrarle al hermano que él era un duro.

También se refiere ampliamente a la formación marxista de Raúl, quien ya en marzo de 1953 estuvo en Viena en una conferencia internacional juvenil, patrocinada por el Kremlin, y después realizó una gira por tres países comunistas del Este europeo. El autor revela notas no publicadas del periodista del diario The New York Times, Herbert Mathews.

Carlos Rafael Rodríguez dijo a Mathews que fue Fidel quien "deliberadamente hizo de Raúl un marxista, entregándole libros para que él los leyera y enviándolo en ese viaje a la conferencia de la juventud".

Fue en el viaje de regreso a Cuba que Raúl hizo amistad con el joven soviético Nikolai Leonov, quien más tarde sería el mayor especialista de la KGB en asuntos de América Latina. En el libro My turbulent years, Leonov reconoce que cuando conoció a Raúl ya él tenía "algunos conocimientos básicos" en los servicios de inteligencia.

El hombre de Moscú en La Habana

A finales de los años cincuenta, según Latell, los soviéticos consideraban a Raúl como "el hombre de ellos en La Habana, o más precisamente, el hombre que formaba parte del círculo íntimo de Fidel en la Sierra y después en el Gobierno". Pero de lo que los soviéticos no se daban cuenta es que probablemente Raúl fuera utilizado por Fidel, primero para los contactos con los comunistas cubanos "y después con sus amos en el Kremlin".

El autor señala que increíblemente, como cuenta en sus memorias, Jruschov estaba convencido de que Raúl "había mantenido sus verdaderas convicciones ocultas" y Fidel no sabía del asunto.

Según Latell, la conversión de Fidel al comunismo fue una decisión clave, que adoptó al comprender que este sistema era "el que mejor servía a sus ambiciones". Uno de los episodios que muestra el carácter aventurero de Fidel aparece en el libro. Fue a finales de 1946, durante el gobierno de Ramón Grau San Martín, cuando aumentó el precio de las tarifas del transporte.