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La izquierda a debate

Un(a) Cuba libre: ¿Hibridación postmoderna del ron y la Coca Cola?

Diálogo con el filósofo y profesor Eduardo Subirats sobre la relación de la izquierda internacional con el castrismo.

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Eduardo Subirats (Barcelona, 1947) es hijo de padre español y madre alemana. Es autor de una serie de ensayos sobre teoría de la cultura, crítica del colonialismo, estética de las vanguardias y filosofía moderna. Entre otros: Da vanguarda ao pós-moderno (Sâo Paulo, 1984); Los malos días pasarán (Caracas, 1992); El continente vacío (México, 1995), Linterna Mágica (Madrid, 1997), Culturas virtuales (México, 2001), Una última visión del Paraíso (São Paulo, 2001; México 2004) y Memoria y exilio (Madrid, 2003). Su último título: Viaje al fin del Paraíso, Un ensayo sobre América latina (Madrid, 2005).

Subirats ha sido profesor de filosofía, estética, arquitectura, literatura y teoría de la cultura en las universidades de São Paulo, Caracas, Madrid, México y Princeton; actualmente lo es en New York University.

La entrevista que presentamos a continuación, aborda como tema central la relación de la izquierda internacional con el castrismo.

José Aníbal Campos: En varias ocasiones ha reiterado usted la necesidad de una renovación teórica de la izquierda. Desde el punto de vista práctico, sin embargo, uno de los desfasajes, a mi modo de ver, de cierto sector de la izquierda internacional, se plantea al tratar el tema de Cuba y del líder de la revolución cubana: una parte importante de esa izquierda sigue relacionando antiimperialismo, pacifismo, justicia social, etcétera, con pro-castrismo. ¿No sería necesario también una refocalización de los tópicos de la izquierda hacia un discurso que tenga en cuenta la crítica a las injusticias y a los totalitarismos dondequiera que estos se manifiesten?

Eduardo Subirats: ¿Cuál es su pregunta, el vacío intelectual de una izquierda globalmente volatilizada, o el lugar de la isla de Cuba en la "Historia Universal"? Si lo primero, entonces hay que pensar una larga lista de tareas por hacer, empezando por la propia revisión de su historia y acabando con el genoma humano, y la propaganda corporativa de la posthumanidad y la posthistoria. Si lo segundo, mi respuesta es muy escueta: ninguno. Y eso le llamará la atención porque si hay algo que he percibido en todos los intelectuales cubanos, sean comunistas castristas o sean todo lo contrario, es el convencimiento de que ésta es una isla elegida por Dios para algún destino especial de la historia latinoamericana o mundial.

Esta tesis, brutalmente formulada por Castro cuando recibió la visita del Papa que le prepararon los teólogos brasileños de la liberación, es simplemente una falacia. La historia cubana es una larga serie de desastres y fracasos, empezando por el genocidio constituyente de todos sus habitantes "indios", pasando por los "campos de reconcentraciones" de "negros" tres siglos más tarde, para acabar en esta danza macabra a la que asistimos hoy. Conclusión: el problema no es Cuba, sino esa izquierda…

J. A. C.: Ya sé que el vacío intelectual es única y exclusivamente de la izquierda, creo que está planteado de manera implícita en mi pregunta. Y en efecto, también hay cierta tendencia al "ombliguismo" en la idiosincrasia del cubano. Pero ello se manifiesta incluso en el carácter de mis compatriotas (de los cuales no me excluyo), se manifiesta a un nivel doméstico, cotidiano. Es casi un problema "etno-genético".

Desde el punto de vista político, sin embargo, se pone de manifiesto de una forma muy marcada en la narración teleológica de la historia que ha urdido la maquinaria ideológica del castrismo: todo en la historia de Cuba habría sucedido para "cristalizar en la Revolución"; y por su parte, ésta es sólo el inicio de una revolución a nivel mundial, la cual, a su vez, se consumaría en una sociedad comunista global.

Ante el fracaso de esos delirios globalizadores comunistas, en Cuba se ha recurrido de nuevo a un discurso cada vez más nacionalista, y en los últimos años, latinoamericanista. En el fondo, claro está, se trata de oportunismo puro y duro. Pero no es menos cierto que el protagonismo de Castro, aparte del que se atribuye él mismo como "buen cubano" (y por una tendencia psicológica personal a la megalomanía exacerbada), se lo han otorgado en no pocos casos esos sectores de la izquierda cada vez más desprovistos de ideas. ¿Por qué cree usted que a pesar de esa "danza macabra" que estamos presenciando desde hace ya algún tiempo, una parte de esa izquierda sigue recurriendo a la revolución cubana para legitimarse?


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