Actualizado: 28/03/2024 20:07
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La izquierda a debate

Un(a) Cuba libre: ¿Hibridación postmoderna del ron y la Coca Cola?

Diálogo con el filósofo y profesor Eduardo Subirats sobre la relación de la izquierda internacional con el castrismo.

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J. A. C.: Para mí esta conversación está resultando muy reveladora. Creo, como usted, que en vista de que el objeto principal de la misma (dejado bien claro desde el principio cuando se la propuse) era Cuba, y veo que el tema se le resiste y estaba agotado para usted desde su primera respuesta, lo mejor será que la dejemos aquí.

De todos modos, al igual que le sucede a usted, no entiendo muy bien algunas contradicciones que se revelan de sus planteamientos. En una interrupción anterior me acotaba que no se contrapusieran términos como colonialismo-independencia-neocolonialismo cuando se tratara de los males que esos distintos sistemas políticos han traído a los países pobres, en especial en América Latina.

Allí dice usted: "Los enunciados: 'la independencia fue tan genocida como la colonia' o 'el comunismo es tan destructivo como el neo-liberalismo' no me parecen correctos porque plantean como opuestos términos que no lo son".

Sin embargo, al hablar de dictadores, sí que está usted a favor de una diferenciación, y termina la hábilmente insertada cita de Yo, el supremo (de un Roa Bastos genial como escritor y ciego políticamente, ya que era un furibundo admirador de Fidel Castro, quien le concedió órdenes y condecoraciones), diciendo que se trata del Dr. Francia, no de Castro o de Pinochet, cuando precisamente el valor de los modelos literarios está por encima de toda concretización histórica.

E. S.: La continuidad histórica de un proceso, como el de la colonización de América Latina, no significa que no pueda y no deba diferenciarse. Ciertamente, Cortés no era un burócrata del Fondo Monetario Internacional. Y Castro tampoco es Pinochet, aunque ambos formen parte de las familias de tiranosbanderas. Esta diferencia es fundamental por más que su figura actual y el sistema de Cuba sea una aberración.

La diferencia fundamental es que Castro llegó al poder como resultado de una revolución popular y anticolonial, mientras que Pinochet era un agente de ese imperialismo colonial. La segunda diferencia capital es externa a la voluntad de Castro y de sus colaboradores, y es exterior a la Isla: es la fatal inserción de la revolución cubana en la lógica de la Guerra Fría, y es estar del otro bando de dictadores como Pinochet, Videla, Geisel, etcétera.

Usted cuenta, por otra parte, que Roa Bastos estuvo del lado de Castro… En efecto, toda América Latina estuvo en los sesenta y setenta al lado de la Revolución cubana, fue fabulosa la energía que despertó esa revolución en América y en el mundo. A muchos, la nostalgia por la alegría de esa era todavía les dura, eso ya depende de las debilidades de las personas cuando se vuelven ancianas.

Sí, la revolución fracasó, todas las revoluciones del siglo XX han fracasado de una forma u otra, y aquellas que llegaron a ser victoriosas por un período largo, como en Rusia, en México o en China, han creado sistemas políticos monstruosos, un sangriento exilio, campos de concentración, y han dejado enormes heridas. Pero sus sueños de libertad seguirán vivos.

J. A. C.: Entiendo también su preocupación relativa al futuro de Cuba, ya que nos atañe —y mucho más de cerca— a los intelectuales cubanos que deseamos un futuro menos traumático para esa isla. Pero no me parece lo más acertado ofrecer visiones tenebrosas y desalentadoras para un futuro todavía hipotético, callando o descalificando como "ombliguismo" los problemas concretos del presente de uno de los países de América Latina, que, en primer lugar, era el tema anunciado de esta entrevista, y que además, quiéralo usted o no, ha sido invocado e instrumentalizado por casi todos los movimientos de izquierda de las últimas décadas.

Ese "garabato de lechuza" al que usted alude, sigue siendo aplaudido, sobre todo porque continúa camuflando su apetito de poder tras una retórica que se pronuncia de una manera ambigua, que defiende la generalización en algunos casos y se escandaliza cuando se intenta desmontar ese camuflaje verbal y se hace una legítima comparación estructural entre dictadores distintos, por ejemplo.

La metáfora de la Coca-Cola con ron me parece oportuna, aunque quizás por una razón distinta: fue símbolo de la independencia de España, ha sido en los sesenta y setenta el aclamado brebaje del "turismo de izquierdas" a la isla del Caribe, llena de fogosas mulatas y fogosos mulatos revolucionarios, y es hoy un símbolo de la "dolarización socialista" del país, algo que ha trascendido las fronteras de agua nacionales y se ha transformado en el "cubata" del "buen rollo" español, que también beben para enajenarse grupos que se autoproclaman "alternativos" y acuden eufóricos a la orgía del consumo con una imagen del Che Guevara en una camiseta.

De todos modos, creo que sus valoraciones pueden servir de ayuda a despejar en algo el auténticamente sombrío panorama del mundo, por eso le agradezco mucho esta conversación.


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