Actualizado: 25/04/2024 19:17
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La izquierda a debate

Un(a) Cuba libre: ¿Hibridación postmoderna del ron y la Coca Cola?

Diálogo con el filósofo y profesor Eduardo Subirats sobre la relación de la izquierda internacional con el castrismo.

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Hoy asistimos a la consecuencia última de esta borrachera de virtualidades y camuflajes: guerras, 800 millones de humanos muriéndose de hambre, destrucción ecológica a escala apocalíptica y proyectos de guerras nucleares para el futuro, de colonización biológica de la naturaleza a escala global y grandes mega-empresas terroríficas que entrañan la devastación terminal de grandes regiones como el Amazonas, con plena indiferencia a su coste humano…

Y coronando el horizonte: la afasia de los intelectuales. Yo estoy en Estados Unidos, y en Estados Unidos, durante estos cinco años, nadie ha abierto la boca frente a los estrategias genocidas como las de Colombia, el uso de armas prohibidas y criminales como el uranio empobrecido en Irak, Afganistán y Kosovo, la implementación de la desaparición, la tortura y el crimen político abierto, y un largo etcétera.

Y está claro que los intelectuales callan la boca porque tienen miedo (estamos vigilados democráticamente), pero también porque no tienen categorías a partir de las cuales puedan hablar. ¿Cómo van a criticar el nuevo totalitarismo como sistema de la virtualidad despótica si han cacareado durante dos décadas que la virtualidad era delirante, divertida y liberadora? ¿Criticarán a Bush por sus estrategias deconstruccionistas en Irak?¿Abrirán la boca sobre el plan genocida llamado Colombia si desde la perspectiva subalterna y postcolonialista tal tema es irrelevante?

Esta es la situación con la que nos enfrentamos hoy. Y esa academia tiene una capacidad de censura infinita. Por eso digo: hay que empezar por recuperar el aliento, el ánimo, la voluntad y la palabra. Es decir: restablecer la crítica, reinventar las tradiciones y los vínculos intelectuales de crítica que la generación postmoderna ha destruido.

Y ahora encerrémonos por un instante en su isla y aislémonos del mundo. Dice usted que "Cuba era la víctima de un acuerdo tácito entre el gobierno pseudocomunista de La Habana…". Bien, muy bien… Y luego añade: "Washington necesita el fantasma de Cuba cada cuatro años para obtener votos electorales en la Florida; La Habana necesita la amenaza de agresión americana cada semana para justificar su absoluta ineficiencia y dar legitimidad al Estado de sitio contra la opinión pública interna. Recuperar el valor de la palabra significa para mí también enunciar estas cosas, debatirlas, buscar, como usted plantea, los canales independientes para comunicarse".

Le contaré un chiste. En el capitalismo, cuando uno compra una botella de whisky, se traga toda la propaganda que acompaña su valor mercantil; en el sistema soviético, cuando alguien se tragaba la propaganda política, le regalaban un boleto para adquirir una botella de vodka en el economato del apparatchik. Cambie whisky por ron y estamos en Cuba.

Pero ese chiste ya no tiene gracia alguna porque el sistema se ha descompuesto. Castro es un garabato de lechuza, como decía Valle Inclán. Y su crítica contemporánea está ya hecha, la realizó Augusto Roa Bastos en una de las novelas latinoamericanas más importantes del siglo XX: Yo, el supremo.

Le leo una cita de este libro: "La llama de la Revolución se había apagado en ti, seguiste engañando…, con la astucia más ruin y perversa, la de la enfermedad… enfermo de ambición y de orgullo, de cobardía y de miedo… Entronizada en la tramoya del Poder Absoluto, la Suprema Persona construye su propio patíbulo. Es ahorcada con la cuerda que sus manos hilaron. Deus ex machina. Farsa. Parodia. Pipirijaina del Supremo Payaso…".

De todos modos, le recuerdo que Roa Bastos no se refiere a Castro, sino al Dr. Francia. Con lo cual quiero subrayar otra cosa: la necesidad de ver a Castro, Trujillo o Pinochet, etcétera, desde el punto de vista histórico del colonialismo hispánico, por un lado, y anglosajón y transnacional o global sobre América latina desde la época de la llamada "independencia", por otro.

El Dr. Francia es el dictador que reúne ambas desgracias en su persona. Subrayo entre paréntesis que el aislamiento de los fenómenos históricos en cualquiera de las "islas de la diferencia" en que la lógica de los bancos mundiales y de la teoría "subalterna" los encierra, es un procedimiento a-crítico, intelectualmente falsificador e históricamente irresponsable (el último grito del neocolonialismo con rostro de izquierdas).

Y para volver a mi chiste. No solamente se trata de un chiste de segunda mano (es de R. Vaneiguem) y de un mal chiste. Además está desfasado porque el problema de Cuba no se encierra en esa botella de ron. El futuro próximo de Cuba está en la "hibridación" (como reza el fascismo de la raza cósmica de Vasconcelos en su revisión cancliniana), el futuro es el mestizaje postmoderno de ese ron con la Coca Cola, y su entrada en el mercado libre corporativamente controlado.

En otras palabras, el problema es el espectáculo de mañana: la Cuba libre. Toda crítica del presente que ignore al déjà vu de las transiciones postcomunistas a un capitalismo violento y salvaje, es corta de vista, por no decir completamente ciega. Si la entrevista tiene a Cuba libre por tema, aquí acabamos, no tengo más que decir.