Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Cine

«Cuba es un lugar donde nada avanza»

Al habla con el alemán Florian Borchmeyer, codirector del documental 'Arte nuevo de hacer ruinas', sobre la decadencia de La Habana.

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¿Percibe una sensación de tiempo totalmente distinta a la de cualquier otro país? ¿Es un lugar intemporal de alguna manera?

Noto otro ritmo de tiempo. Es como viajar a otra galaxia. Es un espacio en el que reinan otras leyes de tiempo y otras leyes de lógica. Es una especie de contrauniverso raro que puede tener un gran encanto. Creo que para muchos artistas lo tiene, y que esa diferencia en la percepción del tiempo y de la lógica es lo que los tiene allí, pero este contrauniverso también es totalmente anacrónico.

La inmovilidad del país tiene mucho que ver con las ruinas, y este es el tema de la película. Es algo que está prácticamente sin cambiar, pero que se está acercando cada día más al peligro de derrumbe. Estoy hablando de la arquitectura de la ciudad que, en gran parte, ya se encuentra en el estado que los urbanistas llaman estática milagrosa: estática milagrosa quiere decir que las leyes de la física no saben explicar por qué estos edificios se mantienen en pie. Es todo un milagro y eso a todo nivel de la sociedad y de todo el país se puede observar.

¿Ve a la gente venida abajo, deshecha, al punto de 'derrumbarse'? ¿Se transformaron las personas en esas ruinas?

No hubo grandes cambios en los últimos nueve años, porque el nivel de ruinización de la ciudad y el país existía diez años atrás. Llegué a Cuba después de un período en el que la situación del país se había agudizado económicamente. Lo que sí ha cambiado, a mi modo de entender, es la pérdida de una perspectiva. Porque después de ese período, a comienzos de los años noventa, se legalizó el dólar y se legalizaron ciertos negocios privados en Cuba.

En el momento que llegué a Cuba, en 1997, se notaba que eso había despertado cierta esperanza. Observé un cierto nivel de desenfado en la población. Como todos estos pasitos hacia una apertura de la sociedad fueron corregidos por otros pasitos atrás, se creó ese ambiente de inmovilidad y se estableció un gran nivel de frustración en la población. Quiere decir que sí hay una relación entre las ruinas y las personas. Es lo que dice Antonio José Ponte, que es uno de los protagonistas de la película: "De alguna manera los habitantes de las ruinas también son ruinas".

Las personas retratadas tienen mucha capacidad imaginativa y añoran el pasado…

Sí, es como una especie de fantasma de un pasado ideal que tal vez nunca existió y también es una especie de refugio, porque uno tiene que refugiarse en un pasado más saludable si el presente está en ruinas. Eso también lo experimentan prisioneros en la cárcel. Raúl Rivero me dijo en Madrid, en la redacción de Encuentro, que cuando estuvo preso pensaba que era un hombre sin futuro. Entonces el lugar en el que se refugiaba era su propia memoria del pasado, y de esa forma era su poesía.

Eso ocurre con las ruinas, la cárcel y en muchas situaciones, pero si una capital entera o un país entero, que también tiene apariencia de cárcel porque no hay salida, está en ruinas, entonces lo que tiene en común todo habitante de la ruina es la necesidad de refugiarse en algo, y creo que eso es común a todos los personajes de la película.

El refugio siempre es solitario…

Justamente uno de los personajes se refugia en el recuerdo del pasado o en el taichi, en algún arte marcial que lo saca de su miseria actual; pero otro se refugia en la convivencia con sus palomas y arruina por ello su propia vida social. Ya no le hace caso a los seres humanos, e incluso lo deja su mujer por las palomas.


Filmación de 'Arte nuevo de hacer ruinas' en La HabanaFoto

Filmación de 'Arte nuevo de hacer ruinas' en La Habana. (www.ruinas.de)