Actualizado: 18/04/2024 23:36
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México

Al parecer, Calderón

La votación puso de manifiesto que México está dividido en dos proyectos políticos. El problema ahora es de gobernabilidad.

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La gobernabilidad en vilo

Habrá escollos para lograr la gobernabilidad: el 34% de los sufragios panistas frente al 29% de los perredistas, en la Cámara de Diputados, no bastarán para adoptar decisiones fundamentales. Son insuficientes para aprobar las reformas internas relativas a la política fiscal, el presupuesto de egresos, la aceptación de inversiones extranjeras en sectores estratégicos como el de los energéticos, las telecomunicaciones y los transportes federales, entre otros.

Esta división otorgará un peso mayúsculo primero a las agencias de cabildeo que funcionan por medio del soborno y, simultáneamente, a las minorías representadas por el PRI y el Partido Verde Ecologista y los partidos más pequeños, que formarán una capa gelatinosa e inestable caracterizada por un sufragio volátil y coyuntural.

Para construir la Alianza por México, el PRI cedió a los Verdes un número desproporcionado de candidaturas, lo que le restará presencia en el Congreso y, por otra parte, al sumarse al PAN extravió su identidad.

Durante los últimos meses, las fracciones priístas en ambas Cámaras —sin explicación alguna— votaron a favor de los privilegios que el presidente Fox otorgó a los principales concesionarios de radio y televisión, que dejaron el futuro de la industria a su arbitrio. Esta sumisión hace difícil definir si sigue habiendo entre las dos formaciones políticas diferencias sustantivas.

El panorama para el PRI es sombrío. Reducido a una minoría, sigue siendo un bastión rentable para sus 17 gobernadores, para los capos que pueden vender votos ante las corporaciones nacionales y extranjeras, y aun para los segmentos populares que permanezcan en sus filas. Su futuro depende de que restablezca algún perfil propio que lo haga distinguible ante la sociedad.

La izquierda y la derecha difieren en materia de política exterior. Durante las campañas, todos los partidos eludieron el tema, que estuvo prácticamente fuera del debate; pero trascurridos los comicios, no hay razón para mantenerlo oculto.