cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Opinión

Camuflaje léxico

Revolución, libreta de racionamiento, trabajo voluntario: ¿Nombrar las cosas o disimularlas?

Enviar Imprimir

¿Siempre es 26?

El ejemplo más elocuente, entre los muchos que se repiten a diario, se halla en el uso del concepto "revolución" y del adjetivo "revolucionario". En Cuba, "la revolución" es una entelequia que engloba al Estado, el Gobierno, el Partido Único, la sociedad encuadrada en las "organizaciones de masas", las luchas de finales de los años cincuenta y, sobre todo, al Comandante en Jefe de todo lo comandable.

De modo que, cuando los jerarcas del régimen hablan de "la revolución", uno nunca sabe si se refieren a la insurrección y el terrorismo urbano que provocaron la caída del gobierno de Fulgencio Batista en 1958, al régimen caudillesco/totalitario implantado después, al gobierno que hoy gestiona el desastre del tardocastrismo o a las caprichosas decisiones que Castro ha tomado a lo largo de este medio siglo.

Por un lado se trata de presentar el orden de cosas vigente como una prolongación orgánica de la "gesta" de 1953-1958: un pueblo unánime en pie de lucha contra el capitalismo mundial, bajo la dirección del mismo caudillo que lo ha mandado desde que hace 53 años encabezó el ataque contra el cuartel Moncada en Santiago de Cuba ("siempre es 26").

Por el otro, se trata de aprovechar el prestigio residual que el término "revolución" conserva entre ciertos sectores de la progresía intelectual y la opinión pública ("hasta la victoria, siempre"). No es lo mismo ser el presidente de un gobierno totalitario, caduco y fracasado, que ser el jefe de una "revolución" que periódicamente subvierte el orden y lanza a las masas hacia nuevas conquistas sociales. Aunque esas conquistas sean ahora una olla de presión, algunos paquetes de chocolate y la promesa de unas horas más de electricidad diaria para cada familia.

En ese ajiaco conceptual que prevalece en la Isla, a nadie le sorprende que un ministro advierta al Parlamento que "el día que en Cuba el enemigo lograra —que no lo logrará— desmantelar el Estado socialista derrotando a la Revolución, aquí se pierde no sólo la Revolución y el Estado, aquí se pierde la nación, porque Cuba sería absorbida, Cuba sería convertida en un municipio de Miami" (Felipe Pérez Roque, 27/12/2005).

Porque, finalmente, "revolución" es todo y es nada al mismo tiempo: acontecimiento y objeto, cambio y petrificación. Pero, sobre todo, es manifestación del capricho del Máximo Líder, que hoy puede decidir esto y mañana lo contrario, sin que nadie se atreva a contradecirlo.

Es a esa arbitrariedad absoluta a lo que se refiere la lacayuna ocurrencia que pretende explicar la pervivencia del castrismo tras la caída de la URSS, por el hecho de que "Fidel es al mismo tiempo el jefe del Gobierno y el líder de la oposición", formulada por uno de sus más fervientes admiradores, y que repite con beatitud algún que otro epígono del marxismo tercermundista.