Actualizado: 02/05/2024 23:14
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¿Cómo es posible?

Castro: cuarenta y siete años en el poder a 90 millas de EE UU.

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Pero bien, lo que quisiéramos ahora es cuestionar la pertinencia de la propia pregunta, que, sin dejar de ser válida para un autoexamen histórico, posee zonas de oscuridad y presupuestos cuestionables.

En primer lugar, tenemos que en ella se habla de "los americanos", es decir, de la "política americana"; pero aunque se les refiere en plural, se está hablando de una manera monolítica. Lo que quiero decir es lo siguiente: ni Castro ni alguien puede estar contra "los americanos" porque "los americanos" no existen. Y esto no es un "numerito" literario, sino una evidencia sociológica y existencial.

Situándonos solamente en el campo de la institucionalidad política, en Norteamérica existe una red bastante compleja y diferenciada micrológicamente, incluso al interior de cada una de las instituciones. Castro, por ejemplo, puede estar en contra de un plan de la CIA, pero también considerar que hay otro que lo beneficia, incluso verle la parte capitalizable a esa enemistad; o discrepar de la CIA y planificar intereses en el marco de una estrategia del FBI o del Departamento de Estado.

Si Castro critica a la Casa Blanca y apoya al sector del Partido Demócrata que se le opone, entonces, ¿está contra Estados Unidos? Si espía al exilio cubano de Miami y concierta con otros grupos de exiliados o con compañías capitalistas del centro y norte de Estados Unidos, ¿está en verdad contra Estados Unidos?, ¿está contra el exilio cubano en su totalidad?

Altares intocables

En segundo lugar, se da como presupuesto que, efectivamente, los americanos están interesados en el derrocamiento de Fidel Castro. Él mismo dice que la CIA lo ha querido asesinar. Dejando a un lado que, por alguna razón, Castro sigue ahí vivito y cojeando, habíamos quedado en que "los americanos" no existían y que, por esa misma razón, tampoco podían estar o no estar interesados en bloque en la permanencia de Castro en el poder. Unos quieren, otros no. En Norteamérica es imposible, por definición, un estiramiento de la unanimidad.

Lo que es históricamente cierto es que, dejando a un lado aquellas prematuras intervenciones de propiedades norteamericanas en Cuba, durante cuarenta años Castro no ha tocado un interés gringo en ningún lugar del mundo y la Base Naval de Guantánamo, para un gobierno que chacharea tanto de "antinorteamericano", es poco menos que un altar.

Algunos ex combatientes de Angola cuentan que precisamente su misión era cuidar las propiedades de empresas norteamericanas en el sur de África. Incluso que, cuando había períodos de prolongada estabilidad, ellos mismos disparaban selectivamente sobre los objetivos económicos para justificar una renovación de los contratos. Recién ahora, la guerra de Angola comienza a hacer su entrada "como historia" en la conciencia cubana. Existen diarios de soldados (combatientes de a pie, no generales) realmente conmovedores (e indignantes) de lo que allí sucedió.