Actualizado: 02/05/2024 23:14
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¿Cómo es posible?

Castro: cuarenta y siete años en el poder a 90 millas de EE UU.

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De forma parecida, aunque ataca verbalmente a "los norteamericanos", Fidel Castro da garantías de buen comportamiento en los momentos cruciales, como en los días inmediatos a "september-11" y, dado su pragmatismo político y su ética de condottiero, es capaz de llegar a pactos responsables mutuamente convenientes.

Un ejemplo de ello, el acuerdo con Clinton sobre la política "pies secos-pies mojados", que hoy supervive bajo la administración Bush. Ese sí fue, desde el punto de vista de la gente común (real), un gesto político contra los intereses del pueblo cubano.

También desde la derecha

Pero veamos un ejemplo reciente de la pertinencia política de Fidel Castro. El miércoles 7 de diciembre, el diario de Miami El Nuevo Herald publicó un trabajo del periodista G. Guillén titulado "Uribe y el ELN verán en Cuba posibilidad de paz" (p. 2B); es decir, que si bien Castro simpatiza con las fuerzas insurgentes ("revolucionarias") de la región y el mundo, llegado el momento puede servir incluso como un elemento de control de las mismas.

Esto es satisfactorio, según el punto de vista del orden político internacional, lo que justificaría que no hubiera efectivamente un entusiasmo por quitar a Castro del poder. No se trata entonces de meras simpatías románticas de una izquierda política, por una revolución y un líder que les recuerda, simbólicamente, su ya distante e idealista juventud. Existen razones muy prácticas para sostener a Castro, razones políticas y económicas también.

Como señala el citado artículo, irían a La Habana a negociar —bajo el auspicio de Fidel Castro— una comisión del gobierno de Álvaro Uribe presidida por Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado de Paz del gobierno, y un "alias", el comandante Francisco Galán, del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional.

Para la asistencia a La Habana de este último, el gobierno de Uribe debe suspender todas las órdenes judiciales de arresto en su contra (y de los demás guerrilleros asistentes) y las condenas ya enunciadas por los tribunales colombianos; así como solicitar a Interpol que suspenda sus órdenes de detención contra estos dialogadores.

Por último, aquella pregunta inicial desliza una pesimista consideración geopolítica sobre la situación de Cuba respecto a Estados Unidos. A pesar de Juárez y de cierto Díaz, para los cubanos, incluyendo por supuesto a Fidel Castro, estar cerca de Estados Unidos es como estar cerca de Dios; si no en el escenario del mundo, por lo menos cerca de los camerinos.

A pesar de aquella cuasi mística e injustificada confesión antinorteamericana de Fidel Castro en carta a Celia Sánchez (05/06/1958), sus gestos iniciales fueron sólo eso, ademanes de juventud. Rápidamente Castro comprendió que, con los norteamericanos, era mejor cuadrar la caja.

Hace años, en los círculos diplomáticos latinoamericanos corría el siguiente chiste: "¿Por qué en Estados Unidos no hay golpes de Estado?". Respuesta: "Porque no hay embajada norteamericana".

Curiosamente, en la Cuba de Castro tampoco hay golpes de Estado, porque tampoco hay embajada norteamericana. Esa es otra de las trampas del Comandante: una Oficina de Intereses garantiza una cercanía suficiente que, unida a la adecuada distancia, hace de "los norteamericanos" el mejor aliado político del mundo. Eso sí, si se les cumple bien. No lo olvides, Chávez.


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