Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Las tres cumbres

Castro regresa de Córdoba con los bolsillos cuasi vacíos: un magro acuerdo comercial y la nueva petición de Kirchner sobre el caso de la doctora Molina.

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La segunda cumbre

Desde el punto de vista político, Castro logró poco fuera de este acuerdo y el encuentro con una multitud entusiasta durante la Cumbre de los Pueblos.

La cumbre paralela fue un evento privado, que no contó con la protección del gobierno argentino. El presidente Néstor Kirchner mantuvo un trato frío y distante, aunque cordial. No se reunió en privado con el gobernante cubano, aunque durmieron en el mismo hotel, y no mostró ningún interés por hacerlo. Las pocas veces que estuvo en su presencia siempre al menos estuvieron presentes otras cinco personas. Como anfitrión de la cumbre, Kirchner no sólo le dedicó la menor atención posible al mandatario cubano, sino le rectificó un dato tras el discurso de Castro, quien se extendió por 45 minutos, sin cumplir la brevedad que había prometido. Sonriendo, el presidente argentino le dijo: "Debo aclararle al señor presidente de Cuba que el índice de mortalidad infantil de la Argentina no es el que usted dijo; ahora estamos en 13,5 por mil". Castro, que había querido mostrar la superioridad de Cuba en índices sociales, levantó las manos: "Bueno, tú puedes bajarlo aún más, chico", según una información publicada en el diario La Nación de Buenos Aires.

La tercera cumbre

Antes del viaje del gobernante cubano, se especuló que llegaría a Córdoba sólo con la condición de que no sería "molestado" con exigencias o peticiones relativas a las violaciones de los derechos humanos en la Isla. Ocurrió lo contrario.

Kirchner le envió por escrito un pedido oficial para que deje salir a la médica disidente Hilda Molina. En tres párrafos "diplomáticos pero firmes", de acuerdo con La Nación, le señaló que espera "una pronta y positiva respuesta" al reclamo y dejó sentado que están en juego "razones humanitarias" de "una familia cubano-argentina". Aunque no hubo una referencia pública, para Kirchner resultaba imposible eludir el tema de la doctora Molina.

"Néstor Kirchner no tiene margen político para olvidarse de los derechos humanos. Si en sus conversaciones con el decano de los dictadores del mundo, Fidel Castro, el presidente argentino prefiriera no recordar a Hilda Molina, un gran vacío se colaría en sus convicciones. Y las convicciones vacías tienen mucho más de oportunismo que de convicciones", había escrito Joaquín Morales Solá en un artículo publicado el viernes en La Nación.

El mandatario argentino trató de introducir el caso de la doctora Molina mediante un encuentro de su canciller, Jorge Taiana, con su par cubano, Felipe Pérez Roque, la noche previa al encuentro en Córdoba. Pero Roque dijo que se trataba de un asunto interno de Cuba que no debía ser tratado en una cumbre multilateral. Entonces Kirchner envió un mensaje privado a Castro a través de uno de sus colaboradores: si no se aceptaba la misiva referente al caso, él plantearía el tema al inicio de la cumbre del Mercosur. Castro dio la orden de que la carta fuera aceptada y no dijo más.

En diciembre de 2004, Kirchner le envió una primera carta a Castro. La doctora Hilda Molina sigue esperando el poder reunirse con sus nietos y ver a su hijo y nuera.

La denuncia de los abusos de los derechos humanos en Cuba persiguen a Castro. Que pese a sus esfuerzos el régimen no logre atenuarlas o silenciarlas es la mayor esperanza para los cubanos. Más allá de los discursos y los gritos entusiastas de quienes sólo quieren ver en el mandatario una figura heroica que por años ha resistido al "imperialismo yanqui", la verdadera cara del régimen de La Habana ya no puede ser ocultada.


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