Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Pataleo incansable

El futuro de Cuba: ¿Con Shakespeare o con Chejov? ¿Intransigencia y muerte o aprendizaje y vida?

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Por ejemplo, el bienestar de nuestros familiares y amigos en la Isla nos importa más que las propiedades perdidas o la suerte de los envueltos en la conspiración trujillista, enjuagada en un reciente documental sobre el Che como la "conspiración de Trinidad".

No hay razón para conciliábulos con la "piñita" organizada en Washington para una Cuba post-Castro, lesiva a nuestra soberanía e inservible en consecuencia para una Cuba democrática. Hay que ver cómo actúan. Para aquellos que discrepan con Otto Reich, como el analista de la CIA para América Latina, Fulton Armstrong, la "piñita" ensayó una solución Corleone: "cambiarlo de portafolio" (eufemismo de John Bolton equivalente a darle a Carlo un "ticket para las Vegas" y que consiste en cambiar a un funcionario competente por no coincidir con la "familia" ideológica).

Para muestra de la falta de credenciales democráticas de Reich, basta un reportaje publicado por The New York Times, en el que aparece empantanado hasta el cuello, apoyando a Stanley Lucas, un especialista en sabotear la política oficial de Estados Unidos hacia Haití, desde el hotel de los Fanjul en República Dominicana y en diálogo permanente con criminales y narcotraficantes.

El mejor elogio

El mejor elogio que se le puede hacer al embargo es llamarlo un fracaso total. No ha logrado cambiar nada en Cuba. Lamentablemente, en lugar de aceptar esa realidad, sus partidarios se dedican al trucaje. Para reclamarse exitosos, han bajado cualquier medida de su efectividad hasta el piso.

Según Vicente Echerri, Dennis Hays y Frank Calzón, el embargo no se propuso cambiar el régimen de Castro, sino simplemente "expresar repudio" y "negar recursos". Resulta ahora que el embargo es cuestión de terapia y catarsis, de "manifestar rechazo".

Cada vez que alguien en el gobierno norteamericano exprese repudio por la ventana, deberíamos saltar jubilosos porque el embargo funciona. Si al gobierno cubano le cuesta tres centavos más producir una chambelona, hagamos una conga. Si alguien cree ese cuento, que avise para venderle el Malecón.

Para "expresar repudio" no hace falta embargo. La Comisión de Derechos Humanos repudia a países violadores que son visitados libremente por los norteamericanos. Mientras mayor es la comunicación con el mundo, mayor es el efecto de generar vergüenza en los países a los que se condena.