Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Pataleo incansable

El futuro de Cuba: ¿Con Shakespeare o con Chejov? ¿Intransigencia y muerte o aprendizaje y vida?

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Si de apertura e información se trata, mencionemos el clausurado Centro Cultural Español, la Alianza Francesa, la Cátedra de Canadá en la Universidad de La Habana, o la cooperación educacional alemana o británica. Su efecto de apertura sólo puede compararse con el que causan en Cuba los visitantes de esos países y las visitas de los exiliados cubanos, las mismas que el embargo limita a una cada tres años.

Si se quiere incrementar la probabilidad de una transición a la economía de mercado y la democracia, de lo que se trata es de incentivar la apertura del mundo exterior y las alternativas de liberalización para los grupos en el gobierno proclives a reformas. La reconciliación nacional debe ser la prioridad. Justamente lo contrario de la tirantez a la que el exilio intransigente ha forzado a la administración Bush, entretenida en discutir la transición futura, mientras hace todo lo posible para que nunca llegue.

Cambiando comportamientos

La noción de que el diálogo es signo de debilidad y de que las sanciones unilaterales y la retórica vociferante equivalen a presión sobre La Habana, es ridícula. Ni Estados Unidos ni Europa pierden virginidad democrática por negociar con el gobierno cubano, o porque los ciudadanos de esos países viajen a Cuba.

Los que promueven una transición apresurada, con violencia, pretenden pescar en río revuelto, pues, después del embarque del embargo, no tienen posibilidad política alguna en cualquier escenario distinto de una intervención.

¿Qué quiere decir que Estados Unidos no va a permitir una sucesión en la Isla, que no sea una transición a la democracia? ¿Van a intervenir militarmente? Si no lo van a hacer —Dios nos proteja de que hagan semejante barbaridad—, ¿para qué tanta retórica altisonante? ¿Por qué no preparar un escenario distinto de diálogo y negociación ahora, en lugar de seguir en las nubes discutiendo sobre una transición hipotética, malgastando millones de dólares?

Existen las "sanciones inteligentes" que buscan cambiar el comportamiento del régimen, minimizando simultáneamente el efecto negativo que tienen en el pueblo. No persiguen metas grandilocuentes, sino objetivos específicos.

Recientemente, la secretaria de Estado, Condoleeza Rice, aseguró que las sanciones contra el liderazgo iraní no afectarán al pueblo y que los académicos, músicos y atletas iraníes no serán penalizados. Contrástese esa declaración con la payasada de Lincoln Díaz Balart a propósito del Clásico Mundial de Béisbol, afortunadamente rectificada por el Departamento de Estado.

En un memorando que escribí para la American Academy of Diplomacy, y que se puede leer en su sitio web, sugerí sanciones inteligentes para cambiar las prácticas discriminatorias que impiden a los cubanos hospedarse en hoteles reservados para extranjeros, y eliminar la tarjeta blanca con la que se infringe el artículo trece, inciso dos, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consagra el derecho de cada persona a salir y entrar libremente a su país.

Propuse que EE UU eliminara las regulaciones que limitan los viajes de exiliados a Cuba, mientras se coordina con Europa y Canadá prohibir internacionalmente los vuelos directos de turistas a los cayos donde se discrimina a los cubanos. Sobre la tarjeta blanca, propuse que Estados Unidos expresara una específica disposición a normalizar el flujo de viajeros, eliminando la prohibición de viajar a Cuba si se eliminan las limitaciones para la salida y entrada de los cubanos a su país.