Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Reportaje

Daños colaterales

Cambios a la vista en las terminales mediáticas y culturales del poder. ¿Un pase de cuentas tras el 'pavonato'?

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No es que los intelectuales respondones merezcan la cabeza de Ernesto López. Es que los errores del presidente del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) o los cometidos por otros bajo su mando parecen haber agotado la paciencia del partido comunista.

Según insistentes trascendidos, un reemplazante ya está en marcha: Rogelio Polanco, actual director del diario Juventud Rebelde.

Tal movida puede ser la punta del iceberg de futuros cambios para reajustar las estructuras ideológicas luego del grave incidente con el mundo intelectual que todavía dista de ser zanjado.

Lo que es peor aún: el debate suscitado se desborda incontenible hacia zonas extraculturales en las que el cuestionamiento no es admitido. Todavía es una catarsis descargada en la red, pero quién sabe en qué puede terminar.

López es un militar de carrera. Con grados de teniente coronel, dirigió en los años ochenta los estudios fílmicos de las Fuerzas Armadas, malogrados una década después por la crisis económica.

Su actuación al frente del ICRT coincidió con un repunte de sus trasmisiones, en la misma medida en que Estados Unidos hizo otro tanto hacia la Isla, en una guerra electrónica que sube en escalada.

De unas 10.000 horas en 1989 a más de 92.000 en 2006. Se incluye en el período la salida al aire de dos canales educativos y la multiplicación de telecentros territoriales. Igualmente, el número de emisoras radiales se incrementó y las horas al éter llegaron a 550.000 por año, frente a unas 350.000 a fines de los ochenta, según datos oficiales.

"Todo lo vemos dentro de la batalla de ideas", dijo López durante las sesiones del tercer Festival Nacional de la Televisión, en enero, en una de sus últimas apariciones públicas.

Las declaraciones del militar tuvieron lugar unos días después de que un súbito movimiento de protesta conmocionara el ciberespacio cubano cuando ofendidos intelectuales criticaron la reaparición, aparentemente por razones aleatorias, de antiguos dirigentes culturales que en los setenta organizaron un proceso de purgas dogmáticas.

"Lo de los intelectuales puede ser la gota final, pero pienso que si lo hacen saltar del box es por muchas más cosas que están mal", opinó un productor de la televisión que se queja de las funestas condiciones de trabajo en el ICRT.


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