Actualizado: 06/05/2024 0:13
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Sociedad

La epidemia fantasma

Puertas adentro continúa el silencio sobre el dengue, mientras se extiende el criterio de que pudiera ser otra patología de origen foráneo.

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Por otra parte, si existiera una mínima transparencia informativa sería imposible esconder el hecho de que varios de los principales y mayores focos de reproducción del dañino insecto se han encontrado en recintos pertenecientes a entidades estatales. Por sólo citar un ejemplo, la deplorable condición higiénico-epidemiológica de la Universidad de La Habana y del Centro Universitario José Antonio Echeverría (CUJAE) ha requerido una atención especial.

En el caso de esta última entidad educacional, ha generado un ilustrativo reportaje televisivo que demostró la incapacidad de las autoridades institucionales para enfrentar y resolver los problemas descritos.

Improvisando

La manipulación y el silencio irresponsable de las autoridades aumentan la inseguridad sanitaria del país y alimentan la incertidumbre, el rumor y la especulación sobre la enfermedad, sus causas y consecuencias.

Al apreciar las complejidades sintomatológicas, así como lo dilatado e incontrolable de una enfermedad tan conocida en el país, se extiende entre la ciudadanía el criterio de que pudiera ser otra patología de origen foráneo —acaso malaria o paludismo—, presumiblemente introducida por los miles de latinoamericanos que en los últimos años han arribado al país para recibir atención médica o instrucción académica.

De cualquier manera, es ilustrativa y alarmante la atención que presta a la epidemia el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri (IPK), entidad especializada en la investigación de enfermedades exóticas o desconocidas. La "participación" del IPK ha llegado al punto inédito del ingreso de pacientes graves en esa institución.

La lucha contra la enfermedad se ve afectada además por las dificultades y carencias que aquejan el sistema de salud cubano: en las últimas semanas hemos visto hospitales que no dan abasto para asimilar a los enfermos, escuelas convertidas en centros provisionales de reclusión médica, un déficit de facultativos —miles desandan otras latitudes— que ha llevado a estudiantes de cuarto año a realizar la guardia nocturna en las instalaciones que acogen a los pacientes en estado más crítico; a lo que se une la insuficiente disponibilidad de colchones y mosquiteros, así como las deplorables condiciones para la hospitalización en algunos lugares.

Una vez más, ahora como nunca antes, el dengue —o lo que sea— se ha convertido en un azote epidémico que parece difícil de detener. Pero en esta ocasión no se puede achacar la crisis a una "artera agresión enemiga". Es evidente que la atrofia estructural, la desidia administrativa y la irresponsabilidad política que caracterizan el sistema condenan a la sociedad cubana al retraso y la inmovilidad ante fenómenos como éste, que ponen en peligro la estabilidad y bienestar de todos los cubanos.

Ha transcurrido más de un mes desde aquella reunión de chequeo y todavía está por ver si La Habana se decidirá en algún momento a tributar a la verdad y sus responsabilidades. De momento, se ha limitado a comunicar a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la existencia de la epidemia, aunque ha evitado precisar el número de muertes. Pero eso ha sido puertas afuera.

No es ocultando la realidad, ni aumentando el paternalismo y la represión como se puede enfrentar la crisis actual, y las que están por venir. Por muy intensa que sea la campaña y altisonantes los cantos de victoria, cuando termine este capítulo de la saga anti-Aegipty la sociedad cubana, víctima de las carencias éticas del poder, seguirá indefensa y desamparada frente a nuevas epidemias y desgracias.


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