Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Sociedad

Otro secreto de Estado

Si el dengue es un flagelo que el gobierno combate sin cuartel, ¿por qué evita llamarlo por su nombre?

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Más casos y causas

Esta vez, la alta prevalencia de dengue tendría entre sus factores desencadenantes el frenético trasiego de viajeros latinoamericanos y caribeños llegados a la Isla para ser beneficiados por la Misión Milagro, un programa tutelado por Cuba y Venezuela para salvar de la ceguera a millones de ciudadanos pobres.

"No los ponen en cuarentena, como hacían con los cubanos que regresaban de África. Tampoco a los jóvenes que vienen a estudiar Medicina les hacen exámenes", estima una costurera que trabaja en un taller de confecciones escolares. "Se corre que también hay brotes de malaria".

Fuentes médicas consultadas desmintieron esto último. "Hasta ahora no han indicado prueba de gota gruesa de sangre", asegura un epidemiólogo comunitario. "Además, la sintomatología del dengue y la malaria, aunque son parecidas, ofrecen datos diferentes que te permiten un diagnóstico adecuado".

A finales de 2004 había zonas de riesgo de transmisión del paludismo en 107 países y territorios, y unos 3.200 millones de personas vivían en zonas de peligro de la enfermedad que puede ser trasmitida por el mosquito anopheles albimanus, presente en Cuba. En 1967 la Isla fue declarada libre de paludismo.

"Casi todos los días me han visitado. El médico de familia, los trabajadores de la campaña, los muchachitos del ejército y todos preguntan lo mismo. Si hay personas con fiebre, si tengo tanques o la cisterna destapados y hasta si me ocupo de vasos espirituales", refiere un ama de casa de la barriada de Marianao, cuya vecina de patio contiguo está ingresada por dengue.

Su casa, con árboles frutales, ha sido fumigada dos veces por semana. Se trata de una mezcla de petróleo con insecticida —malathion en algunos casos— que obliga tapar los alimentos y enseres domésticos.

"Me sacaron una semana del trabajo. No pude decir que no", manifiesta el barman de un club nocturno del Vedado. La bazuka que carga expele todavía una pequeña lengua de fuego al terminar la fumigación. Suda a mares. En su oreja derecha reposa una ramita de vencedor. ¿Un amuleto?, pregunto a modo de despedida. "Dicen eso", responde, y carga nuevamente la bazuka. El humo escapa por las ventanas cerradas.


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