Actualizado: 28/03/2024 20:07
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La anhelante y laboriosa irreflexión

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Dichosos los que saben que el sufrimiento no es

una corona de gloria.

Jorge Luis Borges.

Hace ya bastante tiempo, como por casualidad o en la casualidad que un gobierno ejercido largamente ante las cámaras de televisión se regalara a sí mismo, Fidel Castro se puso a hablar sobre la escasez que sobrevendría en Cuba con una crisis en los países del campo socialista. Desde aquellos tempranos avisos, que la gente desatendió o desgajó apática de un eterno estado de alarma, la situación económica del país comenzó a quedar aislada y a hacerse aislable de todos los demás asuntos; por decirlo de algún modo, se anticipó a éstos, primero como una serie de interpretaciones y evaluaciones sobre una aventura nacional amenazada desde afuera, después como la circunstancia de una Revolución socialista abandonada o traicionada, y, finalmente, como un grupo de medidas de emergencia para afrontar el impacto. Impacto que enseguida, con esas mismas medidas, ocupó el lugar de las cosas primeras.

Europa del Este podría estar viviendo una crisis ideológica, social, política; en Cuba, sin embargo, relacionada de formas tan precisas y profundas con aquella crisis, prevaleció la catástrofe. Martirizadora circunstancia que llegó a la hambruna, pero también, y esta era la parte provechosa del asunto, una crisis explicada y no pocas veces aceptada como de rebote, que mientras más violenta se volvía, más oblicua, más inédita y fugazmente podía regresar cuestiones como las que habían dado inicio al desplome del campo socialista. Las medidas introducidas en 1993, con su asombrosa indulgencia y sus visos capitalistas, terminaron por hacer de lo económico la más sonora palabra política de aquellos años y, por ello mismo, el más sonoro silencio.

De razón de ser histórica del poder revolucionario (categoría marxista bien conocida en Cuba con éste y muchos otros lenguajes), la economía se convirtió en el lugar de la sorpresa, la fatalidad, lo inexplicable; lo que no tiene de fondo ningún pasado más o menos inmediato y concerniente a las prácticas de un determinado poder. El lugar de los actos forzosos para los dirigentes y los individuos de un país. El lugar de las contaminaciones, de los cambios abruptos y temporales. De esa misma naturaleza aislada, de esa misma provisionalidad, saldría —al menor indicio de recuperación nacional y como si no contase ni pudiese contar ninguna experiencia, lección, o empleo de la vida propia—, el impulso de retorno o nacimiento de una segunda Revolución.

TEMA: La exaltación de ex comisarios políticos

Sería laborioso pero en absoluto imposible recorrer el camino desde el final de los años ochenta hasta este presente. Allí tendríamos muchas cosas, aisladas sólo en razón de la censura, la desinformación, la manipulación, supremos ejercicios de lógica donde otras lógicas deben quedar completamente deshechas. Tendríamos, por ejemplo, cambios económicos de emergencia, levantamiento popular, enfrentamientos entre los más crudos de la historia revolucionaria, el éxodo por mar de más de treinta mil personas, la implementación (singular en el sector de la cultura) de un Permiso de Viaje, instrumento, en realidad, ya nada sutil ni oculto, de un intenso período migratorio, y ya rapidísimo, la invalidación o el provechoso reajuste de aquellas medidas primeras.

Pero no sólo esto. Los noventa son, por ejemplo, el período en que el Ministerio de Cultura asume la conquista del origenismo, la República, la tradición: tiempo en bruto para un país a la deriva, sin el modelo de la sociedad soviética y sin cultivo de la historia propia. O los años en que La Gaceta de Cuba, es otro ejemplo, abre un espacio a la literatura del exilio: Si gente de la cultura abandonaría o ya estaba abandonando el país por medios estatales, ello no sería, por supuesto, para portar la insignia del escritor exiliado, y lo primero debió ser dar cabida al exiliado otro, al más rancio: estudiarlo, publicarlo, historiarlo, volverlo historia. ¿No fue por esos años que comenzó a usarse la expresión rara en los medios, o dispuesta sólo en un sentido peyorativo, de exilio histórico?


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