Virutas
El autor, que es un poeta reconocido —escritor se dice siempre, pero poeta es una categoría que cabe a pocos—, considera este texto unas humoradas en que ironiza y se burla de asuntos y personajes
LAS COSAS COMO SON. Los detractores del régimen castrista se pusieron furiosos porque la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) felicitó a Fidel Castro por haber reducido el número de personas que en la isla sufren hambre. Por más que nos pese, debemos admitir que en este asunto la razón es de la FAO: es innegable que, gracias al Comandante, alrededor de tres millones de cubanos se han ido de Cuba. Se calcula que solamente en Estados Unidos hay dos millones.
SE DISPARA LA DEMANDA DE PAPEL HIGIÉNICO EN VENEZUELA. La Agencia Venezolana de Noticias (AVN) ha anunciado que “la revolución” importará 50 millones de rollos de papel higiénico “para que el pueblo se tranquilice”. Desde las primeras alocuciones del presidente Maduro, transmitidas por todas las emisoras radiofónicas y televisivas encadenadas (en todos los sentidos), en Venezuela ha aumentado de tal manera el consumo de papel higiénico, que éste ha desaparecido de los comercios. Las autoridades trabajan contrarreloj para solucionar el problema, que puede afectar la comunicación del presidente Maduro con los ciudadanos, pues éstos podrían negarse a escucharlo si no tienen garantizado el papel necesario para asearse.
EL MEJOR ALCALDE, GORDILLO. El alcalde de Marinaleda (Sevilla), Manuel Sánchez Gordillo, militante de Izquierda Unida, es una aleación de jacobino, bolchevique y Curro Jiménez. Los Bardem le caen a la derecha. Desde el Frente Popular no se veía en España algo así. Por la fe mesiánica que profesa, lo fascinan el vandalismo justiciero, el saqueo humanitario y el pillaje reivindicativo, acciones, como decía mi suegra, de hondo calado revolucionario dirigidas a acabar con los ricos pero no con los pobres. En Cuba hay más familias necesitadas que en Andalucía —allá, en la inopia vive casi todo el mundo—, por lo cual sería loable que el audaz regidor de Marinaleda intentara practicar en aquella ínsula arruinada esas ya célebres expropiaciones de alimentos que realiza, a favor de los menesterosos, en los almacenes andaluces. En Cuba quizás no tendría tanto trabajo porque, si es verdad que hay más gente que socorrer, hay menos cosas que echar en los carritos. Pero me temo que, a la primera expropiación, los Castro, sus adorados iconos tropicales, ordenen hacerle sitio en una cárcel. Eso sí, con derecho a solicitar al Estado socialista cromos del Che para decorar el calabozo.
ESCRIBE CUANDO LLEGUES. Es incomprensible que alguien se asombre ante la decisión de Willy Toledo de ir a vivir a Cuba. ¿Quién no sabe que este hombre es, después de Gordillo, el mejor cómico de España? Gordillo ha demostrado su genio histriónico en los supermercados, y Willy en los piquetes informativos cuando se monta una huelga. Se me ocurre que no estaría nada mal que el Arafat de Marinaleda hiciera el hatillo y acompañara a Willy. (Eso sí, en Cuba, nada de huelgas ni de vaciar gratis las tiendas: esos extranjerismos allí no se estilan.) ¡¿Y qué tal si se anima Cayo Lara?! De todos ellos está muy necesitada la familia Castro Ruz, cada vez más añeja y sola. Lo bueno es que Willy será tan feliz en Cuba, que no querrá volver a España. Lo malo es que ha tardado mucho.
YIMY. Cuando yo era becario en París, hace medio siglo, compartí habitación en la Casa de Cuba, de la Ciudad Universitaria, con un joven ceramista, compatriota mío y becario como yo, apodado Yimy. Yimy era amistoso e inteligente, pero tenía un defecto que lo descalificaba como compañero de cuarto: era alérgico al orden. Por ejemplo, antes de mandar a la lavandería su ropa sucia y de guardar en el armario la limpia, dejaba que se mezclaran y rodaran días y noches por todo el cuarto. Yendo de silla en silla y de cama en cama, aquella bola de ropa crecía con más calcetines, más pantalones, más camisas, más calzoncillos y más camisetas, pero también con otros objetos —bolígrafos, gafas, boletos de Metro, peines, carnets, monedas…— que al azar iba abduciendo en su errático recorrido. Hace unos meses, viendo a los “indignados” rodar por Madrid, me acordé de Yimy.
CÓCTEL MOLOTOV. No hace mucho leí en la primera plana del madrileño ABC que la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional no considera artilugio de carácter terrorista el cóctel molotov, razón por la cual absolvió del delito de terrorismo a tres acusados de practicar la kale borroka con botellas incendiarias. El redactor de la noticia se mostraba escandalizado por este veredicto. Pero su perplejidad es injustificada. Tienen razón los magistrados de la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional: sabido es, de toda la vida, en el País Vasco y dondequiera, que el cóctel molotov es un artilugio para cazar conejos, el mejor de cuantos se han inventado porque además de ser infalible es inflamable y permite alcanzar a varios conejos con un solo botellazo, amén de que deja las piezas perfectamente asadas, listas para comer in situ.
ROMNEY. Cuando Mitt Romney, político republicano que aspiraba a instalarse en la Casa Blanca, hacía su campaña electoral, pronunció un discurso en Carolina del Sur en el que hizo una afirmación rebosante de pragmatismo: “Estados Unidos debe dirigir el mundo porque si no otro lo hará”. También afirmó en aquella ocasión que “Dios no creó Estados Unidos para que fuera un país de seguidores, o un poder más entre otros, sino para liderar el mundo”. Como Dios escribe con renglones torcidos y sus designios son inescrutables, ni Romney ni yo sabremos nunca por qué el Todopoderoso, cuando creó el mundo, no lo hizo completamente norteamericano. La de molestias que nos habría ahorrado.
UN MAL RECUERDO QUE NO DEBE OLVIDARSE. El 10 de mayo de 1933, ¡80 años ya!, una hermosa plaza de Berlín fue escenario de una Noche de Walpurgis en clave nazi. La Franz Joseph Platz fue iluminada por una hoguera que no saludaba la entrada del estío. Sus llamas abrasaban libros, decenas de millares de libros expulsados de las bibliotecas públicas, confiscadas por el oscurantismo nacionalsocialista a la Alemania culta. Era una pira descomunal, rodeada por la febril estupidez de las Juventudes Hitlerianas. Una pira en la que se hacían pavesas novelas, poemas, dramas, ensayos, historias, memorias… Obras, en su mayor parte, de geniales autores germanos que compartían el privilegio de ser repudiados por el Tercer Reich. Las fotos de aquella orgía de la soberbia y la burricie, y también del miedo, han quedado en la memoria universal como fotos de familia de los totalitarismos.
DERRAPE CON MORALEJA. Distinguir gradaciones en el caos es una operación metafísica intelectualmente endiablada, pero al aguerrido presidente uruguayo José Alberto Mujica no le faltó coraje pampero para aventurarse. Falló en que quiso desplegar su sapiencia política en privado y le salió pública. La cosa es muy simple, algo que ha ocurrido muchas veces cuando el imprudente olvida que el mundo de la comunicación está minado de micrófonos demasiado próximos y vorazmente abiertos. Refiriéndose a su máxima vecina, la viuda presidenta Fernández de Kirchner, Mujica hizo un comentario que un micro malevo multiplicó en el viento, un viento que llegó presto a Buenos Aires: “La vieja es peor que el tuerto”. Ahí es nada. Y lo que hace imposible borrar el derrape es que el viejo tupamaro tiene más razón que un santo. Las mentiras pueden remediarse. Las verdades son irreparables.
¡GRACIAS, FIDEL! La moringa es el gran descubrimiento de Fidel Castro en 2012 para poner fin al hambre en Cuba. ¡Qué sería de los cubanos sin Fidel! De la moringa, como del cerdo, se aprovecha todo, y no da colesterol. Mastique unas hojitas de moringa al día y olvídese de los alimentos tradicionales del viejo régimen: carne, pescado, mariscos, huevos, etcétera, a los que tanto tiempo hay que dedicar delante de los fogones. Además, consumiendo moringa ahorra combustible, detergente y agua porque no hay que cocinar nada ni fregar cazuelas y sartenes, motivo por el cual, además, esa planta maravillosa contribuye a reducir el trabajo doméstico, un aspecto que beneficia especialmente a la mujer trabajadora. Cultivar una matica de moringa en el patio, en el jardín o en un tiesto le garantiza a usted tener al alcance de la mano, y sin hacer colas, los nutrientes que le proporcionan la vitalidad necesaria para seguir construyendo el socialismo.
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