Actualizado: 29/04/2024 14:55
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Conflicto y diplomacia (II)

Relaciones La Habana-Washington: ¿Influyen las nuevas realidades internacionales en el recrudecimiento de la represión en la Isla?

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Por otro, las alianzas petroleras y financieras establecidas por Chávez con varios gobiernos del Caribe y América Latina —más los servicios médicos y educacionales gratuitos brindados por Cuba dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) apoyados por Chávez—, han creado compromisos que dificultarían la anuencia del grupo regional a cualquier condena del gobierno de Fidel Castro en los organismos internacionales.

Las elecciones en las que han sido favorecidos algunos gobernantes que profesan una cándida admiración por Castro, o donde una parte sensible de su base electoral padece de iguales ilusiones, se suman a ese efecto neutralizador. La escalada de violencia gubernamental contra presos y disidentes, desde el pasado mes de julio, indican que el Comandante en Jefe cree tener ya las manos desatadas para disponer esos desmanes.

Igual impacto tendrá el hecho de que a partir del segundo semestre de este año 2006, Fidel Castro será, por segunda vez, presidente del Movimiento de Países No Alineados. El fortalecimiento de relaciones diplomáticas y de cooperación con un numeroso grupo de países africanos, más la consolidación de relaciones con Irán y con grupos palestinos, ahora en el poder, harán que el gobierno de la Isla robustezca sus posiciones en foros internacionales.

Aunque algunos gobiernos profesen un sincero anticomunismo, razones pragmáticas los llevarán a esquivar una condena en los organismos multilaterales al presidente del Movimiento al cual pertenecen.

Con la vista en septiembre

En dos palabras, Fidel Castro se siente más fuerte desde el punto de vista financiero. Militarmente es probable que tenga acceso a la renovación parcial de su equipamiento bélico, vía Caracas. Desde el punto de vista de operaciones de inteligencia, tendrá más posibilidades de influir y realizar operaciones en aquellos países de América Latina que le abran sus puertas. Y desde el punto de vista político estará, a partir de septiembre de 2006, en mejores condiciones de impulsar políticas de condena a Washington, que el propio EE UU de hacerlo contra Cuba.

Desde esa perspectiva, no sería raro que decidiese que ha llegado el momento de aplastar de manera contundente, ejemplarizante y definitiva toda disidencia y hasta de provocar la salida de los diplomáticos estadounidenses y cubanos de sus respectivas Secciones de Intereses.

Después de todo, y pese a las limitaciones de movimiento que les han sido impuestas por el Departamento de Estado, los diplomáticos de la Misión de Cuba en Nueva York podrían asumir nuevamente algunas de las labores de influencia que ahora se realizan desde Washington.

El problema en esa arriesgada apuesta sigue siendo la eventualidad de otra crisis interna que conduzca a una nueva ola de migración masiva hacia EE UU, y que con ella se abra la posibilidad de una acción militar de Washington. Si se cierra la Sección de Intereses en Cuba, se perdería la válvula de escape que hoy constituye el programa excepcional de 20.000 visas para migrantes permanentes anuales que EE UU concede a ciudadanos cubanos.