Más de lo mismo y poco de lo necesario
¿Por qué los países No Alineados siguen siendo la parte marginal y retrasada del planeta?
Con la desaparición del Bloque del Este y el fin de la Guerra Fría, el Movimiento pareció perder sentido y orientación, para vagar durante tres lustros en una especie de limbo político en el que a pesar de reafirmar —al menos en los discursos y las declaraciones— conceptos, valoraciones y propósitos, no ha logrado articular diseños y acciones concertadas y efectivas para favorecer los intereses comunes y encontrar soluciones a los crecientes problemas que comparten las naciones miembros del heterogéneo grupo.
Los representantes de esta amalgama de pueblos, razas, ideologías, culturas, religiones, niveles de desarrollo y experiencias históricas, llegaron a La Habana decididos a revitalizar y fortalecer el Movimiento para convertirlo en un elemento influyente en el escenario mundial, después que en la pasada década muchos se cuestionaran la existencia misma de NOAL.
En el plenario del segmento de alto nivel del evento y en los documentos aprobados, se volvió a expresar el clamor generalizado por la defensa de la paz, por la pluralidad en las relaciones internacionales y contra el unilateralismo, por la solución pacífica y negociada de los conflictos, por la democratización de los organismos internacionales, por la ayuda para el desarrollo, por activar mecanismos efectivos para luchar contra la pobreza, el hambre, el analfabetismo, las enfermedades y el deterioro del medio ambiente, que amenaza la existencia misma de nuestra casa común y, sobre todo, por la cooperación entre los países del Sur.
La implantación democrática
En el conclave, "estelarizado" por algunos "líderes" poco presentables, como los mandatarios de Pakistán, Bielorrusia, Sudan, Zimbabwe, Irán y Guinea Ecuatorial, que exhiben un deplorable expediente en materia de derechos humanos, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, concedió importancia a los avances —ciertos, pero insuficientes— que se han operado en varios de los países miembros, en materia de mecanismos e instituciones democráticas, desarrollo de la sociedad civil, promoción de la diversidad de opinión e información, los derechos humanos y la participación política y social de la mujer.
Sin embargo, tanto en los debates y discursos como en los documentos aprobados prevalece el espíritu de señalar los enormes problemas que agobian a los países del Sur, la necesidad de enfrentar unidos los desafíos que se presentan en el futuro inmediato y los perjuicios que el actual orden político y económico mundial y el poder real que detentan las grandes potencias y países industrializados del Norte, significan para los intereses de las naciones menos desarrolladas.
La interrogante que se abre ante el futuro de este Movimiento es por qué todavía este gran mosaico de voluntades, culturas y riquezas sigue siendo la parte marginal y retrasada del planeta. A pesar de los avances parciales en materia de crecimiento económico e implantación democrática operados en algunas naciones miembros, y compartiendo la conciencia clara de lo necesario que es encontrar estrategias y acciones comunes para convertir las enormes potencialidades que acumulan los países del Sur en un peso e influencia real en el escenario internacional.
La deficiente y lenta dinámica de implantación democrática que prevalece en las naciones del Sur es lo que impide, en mayor medida, rebelar las potencialidades que garanticen el avance y los equilibrios políticos y económicos que permitan que las naciones del Tercer Mundo dejen de ser países pobres en territorios ricos y pueblos pobres con las élites gobernantes más opulentas. Aquí la exclusión social y la violencia fratricida impiden materializar en la práctica los principios y anhelos tan largamente acariciados desde la época de la lucha por la independencia.
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