Actualizado: 01/05/2024 21:49
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Más de lo mismo y poco de lo necesario

¿Por qué los países No Alineados siguen siendo la parte marginal y retrasada del planeta?

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Apostar a los vínculos con el Norte

Si los líderes de las naciones del Sur empobrecido y marginado sumaran a sus preocupaciones una dosis considerable de altura ética y voluntad política, podrían encontrar en el propio seno del NOAL los ejemplos extremos y distantes de cómo enfrentar los retos de nuestra época:

Cuba, poseedora hace medio siglo de una promisoria solidez económica, que la convertía en una nación de inmigrantes y sin grandes conflictos étnicos-religiosos, decidió apartarse de los principios y prácticas democráticas, recibió durante varios lustros una cuantiosa transferencia de recursos, tecnologías y subsidios de parte de la Unión Soviética, lo cual no impidió que hoy exhiba un retraso y debilidad económica que el más rancio paternalismo estadista no puede disimular. Además de haberse convertido en una tierra de emigrantes donde la principal esperanza de los jóvenes es abandonar el país que, con muchas familias divididas, tiene la reconciliación nacional como una muy difícil asignatura pendiente.

En contraste, India y África del Sur, víctimas durante siglos de grandes retrasos, desigualdades y contradicciones internas, sobre la base de profundizar y fortalecer las estructuras, mecanismos y prácticas democráticas, han avanzado considerablemente en el camino de eliminar paulatinamente los ancestrales desencuentros étnico-religiosos, y han impulsado considerablemente su desarrollo económico para convertirse en pocos años en democracias grandes y estables con creciente prestigio e influencia en la arena internacional.

Por otra parte, más allá de la retórica tercermundista y las diatribas antiimperialistas, desde el Sur se ha apostado demasiado a los vínculos —inversiones, comercio, colaboración o exigencia de ayuda— con los países del Norte como vía de enfrentar los problemas y retos, dejando en un segundo plano las necesarias reformas estructurales y la muy soñada cooperación Sur-Sur.

No va a ser la transferencia automática de recursos y tecnologías —que por demás estimulan la desidia administrativa y la corrupción tan común en nuestros países— lo que garantice por sí sola el crecimiento económico y la estabilidad social de los países del Sur. El edificio del desarrollo, el bienestar y la distribución equitativa de las riquezas nunca podrá construirse sin sólidos cimientos democráticos.

Sólo cuando las clases políticas de las sufridas naciones del Sur dejen de mirar al norte para buscar las causas, las culpas y los remedios, y miren hacia sí mismas, comprometidas con demostrar una voluntad ética y política que les permita poner a un lado los intereses elitistas y los egoísmos caudillistas, apartándose por fin de los odios y rencores que laceran y dividen; sólo cuando coloquen la integridad y dignidad de los individuos como centro y esencia de las definiciones estructurales; cuando la cultura y las tradiciones dejen de ser una coartada criminal para violar los derechos fundamentales y desconocer institucional o efectivamente los valores universalmente aceptados, los países del Tercer Mundo estarán en capacidad de encarar la solución de sus enormes traumas y de paso lograr la interrelación coherente que les convierta en un ente decisivo en la política mundial.

Sólo cuando se logre imponer en esas naciones más democracia formal y mucha democracia real, colocando al ser humano en el centro de proyectos y realizaciones, el Movimiento NOAL dejará de ser el escenario estéril de la descripción y las quejas para transformarse en un elemento determinante en el equilibrio global y el desarrollo armónico de sus naciones miembros.


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