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Visiones imperiales (II)

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Hubo un tiempo en que me era imposible entender por qué tantos intelectuales se reconocían castristas, socialistas o, para utilizar un término suficientemente ambiguo, progresistas. Si la principal característica del intelectual supuestamente era, digamos, disponer de un intelecto por encima de la media y ponerlo a funcionar, ¿cómo podía ser que comulgara con regímenes, teorías e individuos minuciosamente refutados por el día a día, por la realidad de un mundo interconectado, desplegado ante sus ojos como una bandera?

Luego accedí al mercado y pude “sufrir” en toda su intensidad la ley de la oferta y la demanda (confieso que he sido, al menos a ratos, más ingenuo de lo que debería). Como asegura el profesor Adolfo Rivero Caro, “es difícil vivir en el capitalismo, es demasiado revolucionario”. Por supuesto, en un marco en el que la demanda -salvo excepciones- desdeña lo literario, el intelectual típico se siente descolocado, cuando no ninguneado. Su producto no se vende: la gran masa no lo compra. El capitalismo es injusto, concluye entonces, porque no valora en su justa medida su talento, ni su obra, ni su currículo, ni su capacidad.

Así, reacciona atacando el sistema y, en consecuencia, defendiendo regímenes estatistas por el estilo del cubano, que suelen subvencionar lo “insubvencionable” (¿sería justo, por ejemplo, que en una Cuba capitalista subvencionáramos con nuestros impuestos a Abel Prieto?). Se trata, en el fondo, de puro interés personal.

Pero sin duda el drama del intelectual en la economía de mercado lo resume mejor Ayn Rand en Qué es el capitalismo (The Objetivist Newsletter, 1965):

“Un manufacturero de lápices labiales puede amasar una fortuna mucho mayor que la de un fabricante de microscopios, aun cuando pueda racionalmente demostrarse que los microscopios son científicamente mucho más valiosos que los lápices labiales. Sí, pero valiosos… ¿para quién? Un microscopio no es valioso generalmente para una modesta taquígrafa que lucha por ganarse la vida con su trabajo y, en cambio, un lápiz labial sí lo es. Un lápiz labial puede significar para ella la diferencia entre la confianza en sí misma y la desconfianza, entre el esplendor y el sudor”.

Textual: Entrevista con Tom Wolfe

fragmento de un trabajo mayor publicado en El País tras la reelección de George W. Bush, y de autor desconocido

¿Ese aislamiento es el mismo que reprocha a los intelectuales, lo que usted denomina “elite de izquierdas”, a los que tanto critica?

Bueno, es que son ridículos. Son tan reaccionarios, tan reaccionarios, Dios mío… Su pensamiento no ha progresado desde 1945. La figura del intelectual tiene prácticamente un siglo de vida. El término fue creado por el francés Clemenceau para designar a los escritores, los artistas, los que creaban. Ahora, la palabra intelectual se ha desvinculado de lo que supone un logro intelectual; un intelectual es un consumidor de ideas, ya no hace falta ser un creador. En realidad, ser creativo es un estorbo. El ejemplo perfecto es Noam Chomsky. ¿Es un hombre conocido en España?

Sí, es conocido.

Bueno, es el ejemplo perfecto. Antes de la guerra de Vietnam, Chomsky era el gran lingüista de Estados Unidos. Se inventó la teoría revolucionaria de cómo se crea el lenguaje y qué es lo que se puede hacer con él. Pero no estaba considerado como un intelectual, porque un intelectual es alguien que sabe sobre un asunto, pero que, públicamente, sólo habla de otras cosas. Y cuando Chomsky empezó a denunciar públicamente la guerra, ¡de repente se convirtió en un intelectual!

Aquí un intelectual tiene que indignarse sobre algo. Como dijo McLuhan, la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota. Y eso es lo que hace la mayoría de los que se dicen de izquierdas: en lugar de pensar –lo cual es duro, lleva tiempo, hay que leer–, se indignan por algo, y eso les reviste de dignidad. Siempre han escogido las opciones equivocadas. Me encanta tener al presidente Mao aquí, en mi mesa; Mao fue considerado hasta el final como una gran figura por la gente de izquierdas. También había muchos que pensaron lo mismo de Pol Pot, que exterminó a media Camboya. Bueno, no me haga empezar con estas cosas…

A usted le encanta fastidiarles. Les dijo, después de las elecciones, que iba a ir a despedirles al aeropuerto.

Precisamente por eso me he retrasado unos minutos esta mañana en nuestra cita, porque venía del aeropuerto Kennedy de despedir a mis amigos, que decían que no podrían aguantar cuatro años más de Bush… Yo no me he ido porque alguien tiene que quedarse aquí [risas]. No son mala gente, son simpáticos, tengo muchos amigos que son así.

¿La novela tiene tantos problemas como el periodismo?

La novela está mucho peor que el periodismo, que por lo menos consigue interesar a la gente en algunas cosas. A los jóvenes no les atrae la novela actual, porque no les enseña cómo es el mundo. Los novelistas deberían salir y recorrer el país. Podrían hacer como los directores de cine: habrá, como hay, películas horrorosas, pero al menos siguen interesados en salir y hacer cine sobre cosas que descubren. La novela va a ser pronto como la poesía; algo hermoso, pero marginal en la vida de los lectores. Si no se hace algo, la novela pronto será también marginal.

¿Qué está preparando ahora? ¿Se sigue viendo como Hernán Cortés, a la búsqueda de un territorio nuevo por descubrir?

Me gusta Cortés, aunque no tengo una expedición en marcha. Tengo algo en la cabeza, pero no sé en qué acabará. Estoy muy interesado en los nuevos inmigrantes que llegan a Estados Unidos. Esos sitios del Bronx en los que te encuentras a camboyanos, vietnamitas, gente de otros países asiáticos en un barrio que cambia a toda velocidad. Me resulta fascinante, como lo que ocurrió con los cubanos en Miami: en media generación, se han hecho cargo de la ciudad… No sé si hay otro país en el mundo donde pueden pasar estas cosas. Ésta es una democracia de verdad. América es un país maravilloso, pero no me meta en más líos [risas], no escriba esto último que le acabo de decir.

Los intelectuales contra el progreso

un artículo de Armando Añel

En su libro de 1975 El trabajo que lo hagan los demás. Lucha de clases y dominación sacerdotal de los intelectuales, H. Schelsky despliega la tesis de que la lucha de clases clásica (burguesía versus proletariado) carece de actualidad. En su lugar, el enfrentamiento se estaría desarrollando entre la intelectualidad y el resto, fundamentalmente los productores de bienes y servicios. Schelsky acusó a esta nueva clase de ideólogos de despreciar la “miseria de la realidad” en nombre de la utopía, y debe reconocerse que estuvo suficientemente acertado. Pero hay más: una relación efecto-causa entre la intelectualidad progresista y/o conservadora y el llamado Estado de Bienestar. Aquella no podría sobrevivir por mucho tiempo sin éste.

En la naturaleza individualista del individuo –aquí la redundancia pone en el punto de mira las contradicciones entre teoría y práctica que manejan los escribas de la revolución mediática-, específicamente del intelectual, puede ser rastreada esta suerte de ceguera de lo real. Como ha dicho el venezolano Carlos Ball deteniéndose en el estadounidense Robert Nozick, “se trata de un fenómeno sociológico. La generalizada animosidad de los intelectuales hacia el capitalismo se basa en un profundo resentimiento, al creer que el mercado no premia el verdadero valor de las personas sino más bien a aquellos que satisfacen los gustos y deseos del populacho”.

Consecuentemente, la intelectualidad reacciona contra la idea de la reducción del Estado porque ese mismo Estado le garantiza la supervivencia a gran escala o la valora “en su justa medida”. Hace causa con los pobres, con los necesitados, porque éstos le adosan su santa imagen a cambio, tras la que va en procesión o se parapeta, y porque los necesitados, como los propios intelectuales, apenas si pueden valerse –o se resisten a valerse- por sí mismos. Se rebela, en fin, contra el “imperialismo”, emblema perverso, sobredimensionado, de la iniciativa y responsabilidad individuales. Ser progresista para esta intelectualidad subvencionada es “estar con los pobres”, no trabajar -lo cual nada tiene que ver con arengar- en función de eliminar la pobreza.

La izquierda que encabeza las manifestaciones contra la guerra -siempre que Estados Unidos esté involucrado-, la globalización y otras cosas y causas del caso, es más que nada esa imagen que de sí misma se ha fabricado a través de la intelectualidad a su servicio, de la intelectualidad a la que pertenece: una imagen convenientemente apuntalada por la palabra. Monopolizado el lenguaje, la llamada intelectualidad progresista dispone de un arma tremendamente eficaz y correosa: esa que nombra, tergiversa o programa la verdad a la medida de sus intereses, como si de moldear un muñeco de nieve se tratara.

Resulta hasta cierto punto paradójico que el liberalismo haya abierto como nunca antes las fronteras del conocimiento, haya generado -como nadie- progreso, haya contribuido como ninguna otra corriente de pensamiento a diversificar y propagar la cultura occidental, sólo para ser demonizado por aquellos al timón del monopolio de la verdad o, lo que es lo mismo, del imperio de la palabra.



Ichikawa: Terrorismo y relativismo

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Desde hace mucho tiempo mucha gente se pregunta por qué el castrismo, que accedió al poder desfilando sobre la alfombra roja de la violencia sistematizada, se ha vuelto tan puntilloso a la hora de descalificar a sus adversarios políticos desde el presupuesto de que practican el terrorismo.

Precisamente, el régimen cubano, que se sostiene sobre el terror y desde el terror –incluso, la institucionalización del relativismo en Cuba sólo fue posible a través del terror-, celebró este sábado un aniversario más del asalto al cuartel Moncada. En la Isla, el 26 de julio es el día de la “Rebeldía Nacional”. ¿No debería ser el día del “Terrorismo Nacional”?

Retomando el párrafo de cabecera, ¿y si todo se reduce a una cuestión de celos profesionales? A continuación un esclarecedor artículo del profesor Emilio Ichikawa, relacionado con lo anterior. Da mucha tela por donde cortar. Que lo disfruten:

Terrorismo y relativismo

un artículo de Emilio Ichikawa

Las personas que odian a Fidel Castro o Luis Posada Carriles creen que la simpatía hacia el respectivo demonio se debe al desconocimiento de los crímenes que ha cometido. Según esta lógica bastaría que se supieran las muertes de cada uno para convertir la referida admiración en condena. Los que piensan lo anterior, están reduciendo las cosas a una cuestión de información.

Esta lógica parte de un presupuesto erróneo: establecer que el respeto por la vida es ya, de facto, un derecho humano. Y no lo es. Debe serlo pero no lo es. En primer lugar porque la muerte y la vida pertenecen aún al grupo de los valores relativos o históricos, de forma tal que cada quien puede justificar las muertes que ha dado como un medio en aras de las muertes o vidas de los otros.

No nos llamemos a engaño: en buena parte de la población cubana existe una eticidad donde el criminal, aun el asesino, está dotado de glamour social. Entre cubanos el matón tiene cierto encanto. Fidel Castro no se ha convertido en la unánime representación del mal sencillamente porque tiene la admiración (que ya es diferente al miedo) de quienes se rigen por una escala axiológica parecida a la suya. Para muchos cubanos la evidencia de una tiranía de medio siglo puede expresarse incluso de la forma más campechana del mundo, como si fuera una conclusión que cae por su propio peso: “Caaero, hay que reconocedlo, el tipo ha etao ahí lo que ha querío, no se pue negal que ha ganao.” Una estupidez mierdera.

Ni a Castro ni a Posada se les admira porque “aún” se desconocen sus actos violentos, porque “todavía” se ignoraran las muertes que se les atribuyen. Todo lo contrario: es precisamente por ellas que se les rinde homenaje, porque se las considera “muertes necesarias”, según se miren de un lado o de otro. No importa ahora si esas muertes son ciertas o falsas, reales o ilusorias, son en todo caso muertes que los bandos en pugna creen justificadas y, lo que es desastroso, útiles.

Si la vida no se convierte de hecho en un valor humano universal, iusnaturalista, absoluto, independientemente de las razones y contextos que la condicionan, siempre existirán partidarios para los criminales. El relativismo no tiene que ser tiránico para tiranizar.

En Cuba existen héroes de muerte no porque sea una tierra fecunda en personas malvadas, sino porque hay una ambiente social, una moral relativista que las favorece. El cubano lee con dificultad el decálogo de Cristo, pero es capaz de repetir de memoria pasajes enteros de Scarface y El Padrino. A lo mejor el núcleo duro de la eticidad insular no se encuentra en la filosofía del Padre Varela ni en José Martí, sino en los diálogos de sobrevida de Tony Montana.

Cortesía http://www.emilioichikawa.blogspot.com/



Los más vendidos con dos inéditos

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La librería y distribuidora Ediciones Universal ya está circulando su lista de títulos más vendidos este mes, en Miami. Una información que Cuba Inglesa comparte con los lectores:

No ficción:

1) EL ISLAM VISTO POR UN CRISTIANO, Efrén Córdova (Universal) $19.95

2) VIVIDO AYER, LEYENDAS Y MISTERIOS DE CUBA Y LA HABANA, Sergio R. San Pedro Del Valle (Universal) $19.95

3 DIÁLOGO SOBRE LA 3ra REPÚBLICA, Alberto Luzárraga $29.00

4) EL SECRETO, Rhonda Byrne (Atria) $23.95

5) LA FICCIÓN FIDEL, Zoé Valdés (Planeta) $49.00

6) TRUJILLO, EL TIRANICIDIO DE 1961, Juan Daniel Balcácer (Taurus) $39.99

7) LUCES Y SOMBRAS DE CUBA, Néstor Carbonell Cortina $39.00

8) CUBA INFINITA (4 volúmenes), José Guerra Alemán (Véritas) $200.00

9) CONVERSACIÓN EN LOS FUNERALES DEL COMANDANTE, Carlos Alberto Montaner (Brickell Communications) $3.99

10) LAS MUJERES DE HITLER, Anna María Sigmund (Plaza & Janés) $19.95

Ficción:

1) CHIQUITA, Antonio Orlando Rodríguez (Alfaguara) $19.95

2) CONTRAMAESTRE, Raúl Eduardo Chao (Universal) $19.95

3) EL JUEGO DEL ÁNGEL, Carlos Ruiz Zafón (Vintage) $19.95

4) LA SUMA DE LOS DÍAS, Isabel Allende (Harper Collins) $26.95

5) TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, Mario Vargas Llosa (Alfaguara) $19.95

6) LA FIESTA VIGILADA, Antonio José Ponte (Anagrama) $39.00

7) UN DÍA DE CÓLERA, Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara)

8) LA ISLA DE LOS AMORES INFINITOS, Daína Chaviano (Grijalbo / Random House) $17.95

9) MARIDOS, Ángeles Mastreta $14.95

10) NO SE LO DIGAS A NADIE, Jaime Bayly (Booket) $21.00

A continuación, dos artículos inéditos de nuestros colaboradores. El primero aborda el tema de las efemérides castristas. El segundo, “la soledad del escritor de fondo”. Que los disfruten:

Happy Independence Gay

un artículo de Denis Fortún

Este sábado 26 de julio se celebra en Cuba el Día de la Rebeldía Nacional. Una fecha que luego de 1959, en nombre de un nacionalismo antiyanqui impuesto a todas luces y muy lejos de la naturaleza del cubano, vino a sustituir a la más importante de todas: la de la independencia. Un acto que asimismo desmarcó a Cuba del gran concierto de países que conmemoran tan importante evento. Sobre todo en este lado del mundo, donde fuimos colonias y nos llegó, ya fuese por nuestro propio esfuerzo o por la ayuda de otros -desinteresada o estratégica, buena o mal intencionada-, tan merecido empeño.

Sin embargo, de lo que se trata es de ver con qué facilidad el gobierno cubano ha realzado a su conveniencia cualquier tipo de data, ya sea patria o foránea, incluso alguna en una época tan ajena al cubano como es el caso de la Revolución de Octubre o el Primero de Mayo. Al menos con la connotación de esa fuerte impronta de ideología de izquierda con la que todo se visualiza en la Isla.

Basta que únicamente les sirva de pretexto algún aniversario, que luego con bombos y platillos, y sin escatimar recursos, ensalzan con toda pompa la nueva efeméride, que con religiosidad y precisión casi inglesa habrán de aplaudir anualmente. Ejemplos sobran, por lo que no tiene sentido mencionarlos; sería correr el riesgo de olvidar los más importantes, y son tantos dentro de la historiografía revolucionaria que no va a alcanzar el tiempo. Ni el espacio.

Por supuesto, estas alabanzas, cronometradas y seguidas con celo, un día pueden dejar de celebrarse y, sin previo aviso a la población, pasarse por alto. O cuando más revisarse y alguien, desde luego autorizado por la más alta instancia, dirá que fue un exceso que ha de ser rectificado.

Son tantos estos elogios nacionales, los hay tan novedosos, frescos, en medio de un diapasón tan amplio, que me pregunto si dentro de un año se va a conmemorar el primer aniversario de la emancipación “gay”, la famosa reunión ocurrida en el Pabellón Cuba, y la de Guanabo semanas más tarde. Me pregunto si Mariela dará un discurso y veremos entonces como fiesta nacional el día de la independencia sexual y la libre manera de elegir el sexo que prefiera cada cual, y podremos tropezarnos con pancartas reivindicadoras a lo largo y ancho de la Isla, y leer, en varios idiomas, “Happy Independence Gay”.

No sé, en Cuba puede suceder cualquier cosa. La Isla funciona contra toda lógica sajona.

Escritores inéditos

un artículo de El Inglesito

A pesar de lo que pudiera creerse, generalmente los escritores no tenemos nada nuevo que contar. Sobre todo los escritores inéditos, esa raza de seres que me interesan cada vez más y al lado de los cuales los escritores éditos me van pareciendo cada vez más aburridos, con sus novelas bienales y sus entrevistas cada vez más parecidas.

Debían aprender de nosotros y de tantos otros escritores inéditos (siempre me ha parecido absurdo que en el Parlamento de la Literatura no se contara con la mayoría). ¿No saben que un escritor inédito es una mina viva de explicaciones? ¿Que está sometido a cambios constantes de dirección argumentativa no sólo para convencer a los otros, sino peor, para convencerse a sí mismo?

Si los escritores publicados sospecharan lo que se dice a sí mismo todas las mañanas, cuando se levanta de la cama, un escritor inédito en la flor de la edad límite, podrían enmendar sus discursos con la alegría extraña de estar convencidos -contra la humanidad entera- de algo que sólo ellos ven: el escritor inédito es la encarnación viva de la Ficción.

Desgraciadamente, los nombres en las vitrinas de las librerías comienzan por empobrecer nuestro cotidiano y terminan por empantanarnos en el deber de escribir. El deber de escribir: he ahí la pesadilla del escritor inédito, la imposibilidad de poder justificarse, la desaparición del placer del enemigo.

Esas cosas, lo sabemos, ya no forman parte de la vida de los escritores publicados, pero no podemos hacer nada por ellos, tanto mas cuanto que, si los ayudamos, serían capaces, en agradecimiento, de hacernos publicar y convertirnos de un solo plumazo en un escritor publicado.

Hay que tener prudencia, hasta la misma amistad puede acarrear nuestro fin.



Crónicas: Tierra arrasada. Crónicas alternativas

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Poco se sabe de la desaparición de Camilo Cienfuegos, si se descartan las especulaciones relacionadas con unos hermanos Castro celosos de su popularidad. Lo cierto es que el carismático comandante no murió derribado por un caza de la fuerza aérea castrista, como sostienen algunos autores, y ni siquiera desapareció en el mar a causa del mal tiempo. Cienfuegos se exilió en Thamacun el 28 de octubre de 1959, con el beneplácito del propio Fidel Castro.

Durante su niñez, la madre de Cienfuegos visitó el islote en varias ocasiones. La recurrencia de sus rememoraciones thamacunesas seguramente habrá avivado la curiosidad de su hijo, quien hizo escala en la futura Cuba Inglesa al regreso de su primer viaje a Estados Unidos. Posteriormente, el también conocido como “Señor de la Vanguardia” recaló en Thamacun en otras dos oportunidades. De manera que al momento de exiliarse era prácticamente un “especialista” en el islote.

Divergencias con los hermanos Castro. O la irresistible atracción que ejerció sobre el guerrillero una thamacunesa de origen sefardí. O una proposición de la entonces encargada de Relaciones Públicas de Thamacun, Victoria de las Flores, quien lo habría seducido con la posibilidad –laberíntica- de un viaje a la luna financiado por Washington. No se sabe a ciencia cierta por qué Cienfuegos decidió instalarse en el islote, mucho menos por qué el castrismo camufló el episodio con tanta minuciosidad. Aunque no pocos consideran que con ello Fidel Castro se guardaba un as debajo de la manga. Un as que utilizaría en su momento.

El 27 de marzo de 1960, con el pretexto de que Cienfuegos organizaba una expedición en su contra –auspiciada, como no podía ser de otra manera, por las autoridades thamacunesas y estadounidenses-, Castro ordenó que invadieran Thamacun. En poco menos de 24 horas, y en medio del secretismo más férreo, el islote dejaba de ser para siempre jamás. Política de tierra arrasada. Lo que se conoce en Cuba Inglesa como “la fase final del Segundo Éxodo”.

Crónicas alternativas

La sección Crónicas alternativas entra en su segunda edición, y continuará creciendo a medida que los lectores, cronistas y ciudadanos de Cubas Inglesa nos hagan llegar sus trabajos. Esta vez, adicionalmente, enlazamos con el blog Efory Atocha, donde el poeta Santiago Méndez Alpízar (Chago) ha tenido la gentileza de publicar una de nuestras crónicas:

http://www.eforyatocha.com/

Se trata de Una tarde con Cioran, pasaje en el que el filósofo rumano choca de frente con la escritora thamacunesa Mónica Medler. Medler, cuya Apología de la curiosidad ocupa un lugar preferencial en el panteón literario de Thamacun, reprocha a Cioran la ligereza de sus análisis. Agradecemos a Chago por el espacio concedido.

Crónicas alternativas: Sor Adventicia

un texto de Carlos Alberto Montaner

Mi antepasado Fernando Ladrón de Guevara y Montaner le hizo honor a su extraño apellido, desvalijó el sagrario de la Iglesia del Ángel, abandonó a su mujer y a sus siete hijos y se fue a vivir a Thamacun con Sor Adventicia, una monja española recién llegada a Cuba de quien decían, falsamente, que estaba poseída por el diablo. (Según parece, era al revés: el diablo era el único que no la había poseído).

En nuestra familia siempre se mencionaba con reverencia el nombre de Don Fernando y con perplejidad el de Doña Adventicia, la primera mujer ordenada en el Caribe por la Iglesia Anglicana, como revelara Vicente Echerri en su conocida Historia de la cultura británica en América.

Crónicas alternativas: El libro y el librero

un texto de Espartaco

El libro Llave del Nuevo Mundo, de José Martín Félix de Arrate, no es precisamente el prologado por J. Le Riverend Brusone. El ejemplar que poseo y donde aparecen los sucesos que evoco, es de una colección llamada “Intemporal”. Dicha colección se componía de extraños textos de impecable edición que, aunque con ciertas huellas de polillas, aún era posible leer.

Los encontré cuando aún vivía en La Habana, en la librería Cervantes. La visité en esos días para librarme de ciertos libros que le restaban pudor a mi librero y adquirir algún dinero por ellos. El librero me dijo que esos textos eran “incomprables”. Después de esto y de mirar a todas partes, cuando ya no había testigos, puso en mis manos una rara colección de Ediciones Intemporal, a la que me refería.

Se trataba de críticas de Emilio Bobadilla, llamado Fray Candil y azote de escritores de su tiempo (siglo XIX cubano). Lo interesante es que hacía alusión a obras inexistentes que pude ver quince años después. También tenía un interesante texto de Frederick Hayek, titulado Tendencia al enanismo bajo una crisis en el capitalismo. Nunca lo hubiese mencionado, para no ser tomado por loco, si no hubiese visto cómo se ha reducido en Estados Unidos el tamaño de las cosas bajo la reciente crisis: libras de pan con pulgadas de menos, velas con menos cera, papeles sanitarios de rollos reducidos y un largo etcétera.

El libro al que me refiero y con alusión a Asaelo, confieso creí que se trataba de la mención de Julián del Casal y sus enloquecidas andanzas por La Habana del siglo XIX. Pero al hacer mención a Thamacun en siguientes páginas, hubiese creído que se trataba de una broma de aquel extraño librero, que, a propósito, nunca más pude ver al regresar al lugar, donde otro señor me porfiaba que nunca había trabajado allí. El prólogo de mi edición es de un tal Matías Pérez.

Crónicas alternativas: Espartaco y un episodio de transferencia cultural

un texto de Armando Añel

Si no se trata de la versión de Le Riverend Brusone, seguramente las ediciones provenían directamente de Cuba Inglesa. Creo que conozco la colección. En aquella época –supongo que Espartaco se refiere a algún momento de las décadas del setenta o el ochenta- Cuba Inglesa insistía en extender, como una prolongación de la doctrina Morgan, pero ya en un plano posmigratorio –recordar que aún no vivíamos el auge de Internet-, la política “desarrollista” del islote.

El hecho de que el librero utilizara el término “incomprable” revela una sintaxis propia del Thamacun anterior al Segundo Éxodo. Ese librero era, muy probablemente, un delegado activo a la vieja usanza.

Más sencillamente: Espartaco “sufrió” un episodio de “transferencia cultural”, la principal función de un delegado activo cuando se encuentra lejos de los suyos.



Estreno y presentación

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Presentación de Zona Desconocida, de Denis Fortún

Ediciones Itinerantes Paradiso, a cargo del crítico y ensayista Ignacio T. Granados, acaba de publicar Zona desconocida, un libro del poeta Denis Fortún. El lanzamiento del poemario, que recomiendo enérgicamente, tendrá lugar este viernes 25 de julio, a las ocho de la noche, en el Delio Photo Studio (2399 Coral Way, teléfono 305 856 5632). Zona desconocida será presentada por Armando de Armas.

En Zona desconocida Fortún hace con la décima -un género ninguneado por la intelectualidad cubana más críptica- literalmente lo que le da la gana. Atraviesa las imágenes sin que el corsé métrico que se echó encima lo predisponga, y hasta se da el lujo de metaforizar el mar a través de una cronología en la que la palabra sale ganando:

Pintura que en galerías

de algas tendrá que exhibirse;

requisitos: prohibirse

críticas, pedanterías.

El pez me abraza; porfías

dando al silencio colores;

criatura, mil sabores

le entregan a tu paciencia

otra mar, que en tu presencia

se inclina y te brinda honores.

Jorge Salcedo estrena blog

Es preciso saludar el estreno de http://salcedodiario.blogspot.com/, un espacio que promete mantener la blogosfera cubana en permanente ebullición. Salcedo, que se deja ver esporádicamente por Cuba Inglesa, nos regaló hace poco una décima que da la medida de lo bien que podemos pasarla en su blog.

Fidel Castro responde a míster Parmly, jefe de la SINA, aceptando su oferta de conectar Cuba a Internet a través del cable submarino Miami-Cancún:

Quiero en este matutino

informarles que he aceptado

la oferta de ser clavado

por un cable submarino.

Rapidísimo y genuino,

de Maisí hasta Caimanera,

en Cuba podrá cualquiera

conectarse en banda ancha.

No quiero que haya revancha.

Adiós, Raúl. Cambio y fuera.



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El Reducto que los ingleses se negaron a canjear por la Florida

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Autor: Armando Añel

Armando Añel

Escritor, periodista y editor. Reside en Miami, Florida.
letrademolde@gmail.com

 

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