Actualizado: 29/04/2024 14:55
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Una izquierda 'anti-izquierdista'

Los polos ideológicos y sus reacciones frente el castrismo. ¿A quién corresponde la mayor crítica?

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Las tareas pendientes de la izquierda cubana le dan un derecho legítimo a existir, en cualquier fórmula que se pueda seguir en el futuro político de la Isla.

La crisis de la izquierda no es política, es moral. El desprestigio de los ideales de izquierda, el hecho de que los cubanos identifiquen como "muela" cualquier tema en torno a la cooperación y la ayuda al prójimo, se debe a que la misma izquierda ha portado hipócritamente esos valores que también ha monopolizado.

Los 'aristocastros'

Mientras critica al capitalismo y promueve una solidaridad con los pobres del mundo, se entrega a prácticas orgiásticas y consumos desenfrenados, incluso en el marco del más rancio imperialismo. Una izquierda que se respete a sí misma debe ser por esta razón "anti-izquierdista". Debe desmarcarse de esos hábitos que le han ganado el calificativo de red set, "aristocastros", "izquierda caviar". Es deber de ella entonar un réquiem por esos hipócritas y "dulces juergueros cubanos" que pululan en sus filas.

No hay más que ver el filme Notre Musique, de J. L. Godard, para desilusionarse de la izquierda tradicional. La irreverencia con pretensión cortesana, esa juventud de pellejo caído, es una porción teratológica de la creación. Esos viejos incongruentes ya son estéticamente feos, aun cuando sean monacalmente necesarios. Como muestra esta cinta, el comunismo no es ni siquiera erróneo: es tedioso.

Según cree el ideólogo estetizador, la utopía comunista habría tenido un último reducto para realizarse: dos tiempos de 45 minutos, un partido de fútbol en el Wembley Stadium, donde el Honved de Budapest venció a unos ingleses individualistas, gracias a haber jugado con más solidaridad colectiva. Continuando con esa metáfora, el DT debió haber sido algo así como el secretario general del equipo, y sus auxiliares la policía.

Por supuesto, también queda abierta otra opción: "la derecha antiderechista". Y es cierto, el capitalismo de hoy está replanteando sus relaciones de una forma bastante peligrosa, incluso para el propio capitalismo. Se ha distanciado demasiado de ese espíritu cooperativo que latía en la escritura constitucional de la época fundacional.

Las aseguradoras, por ejemplo, parecen despojadas de esa suerte de filantropía con que nacieron como empresas. Y las grandes compañías despiden no sólo gravando la economía de sus empleados, sino olvidando que con el despido también se lesiona el honor del trabajador prescindible.

De cualquier modo, ni la derecha ni la izquierda per se están responsabilizadas con los destinos individuales. La suerte no tiene contornos ideológicos definidos. El escritor o pintor que cree que no tuvo éxito en 2005, porque defiende ideas de derecha y las galerías y editoriales suelen estar colmadas de gente de izquierda, debe saber que su propio argumento es de izquierda. Ninguna fuerza supra-individual estaría responsabilizada con la suerte de cada cual. Ningún gobierno. Ningún partido. Los argumentos deben ser centrípetos, no centrífugos.

En Emerson, en Thoreau, en José Martí está vivo ese espíritu de self-reliance que presidió la fundación de la sociedad natural. Este nuevo año puede ser también otro chance para prosperar en el vencimiento de esas vertiginosas paradojas.


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