Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Artes Escénicas

El Teatro ha muerto

Se avanza hacia una cultura doméstica y la gente se quedará cada vez más en casa. ¡Viva el progreso!

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Adrián Muchkine en Francia, con un teatro muy bien equipado, a veces histórico, otras local, a menudo intercultural e intertextual, en el que dominaba la máscara. Hizo espectáculos kilométricos (de 12 horas de duración) con cinco intermedios, en los que el público podía, además de pasarse el día entero en el teatro, comer, beber y comprar, en tiendas al estilo de la época; de la obra que se estaba representando.

Eugenio Barba en Italia, con el teatro antropológico, se dedicó a estudiar lo que se repetía en el comportamiento teatral de todos los teatros del mundo a través de la historia y la cultura. Algo así como la búsqueda de la piedra filosofal del teatro.

En América Latina con el teatro terapia, el teatro de creación colectiva, el teatro callejero, el teatro de improvisación, teatro sainete, costumbrista, etc.

Una pelea desigual

Alimentando a un muerto para revivir a otro, el cadáver "ay, siguió muriendo…", por el avance vertiginoso del cine; el cual además de demostrar su superioridad como medio, era más que rentable. La pelea era totalmente desigual. Mientras un grupo teatral sólo podía aspirar a poner su obra una noche en un teatro, para obtener una taquilla deplorable; el cine distribuía la película en todos los cines del país y del mundo.

Así, una obra de teatro existía en un único lugar por noche con una sola función, para no fatigar a los actores, y una película podía pasarse simultáneamente en 1.000 cines del globo terráqueo a la vez, cuatro tandas por día.

Todos estos teatristas y otros le pusieron su propio cerebro y genio a Frankenstein y con momentos memorables le dieron más de un cablazo. El monstruo más o menos electrizado fue en busca del cine y le dijo:

-Ah, que yo llego a donde tú no alcanzas.

El cine aceptó el reto y Frankenstein atravesó valles con sus piernas hieráticas y cruzó ríos y escaló montañas. Pero los aldeanos se asustaron con su aspecto. Demasiado alto, feo, con esa cara cosida, llena de cicatrices y llamaron a la policía. Los políticos de todo los países del mundo se cuidaron del teatro más que de ningún otro arte. Consideraron peligrosa la relación inmediata que tenía con el público y su capacidad de re presentar la realidad con toda la cultura.

En el texto teatral había literatura y poesía, discurso político y filosofía. En el movimiento de los actores, danza, mimo, circo. En la escenografía, pintura y escultura. Música en la banda sonora, en los sonidos que hacían los actores con el cuerpo y los objetos. Pero sobre todo lo que siempre preocupó a la política, con respecto al teatro, fue su capacidad de "contar en presente y no en pasado", como ha dicho con razón Peter Brook; lo cual fortalece la reacción directa del espectador.