Estudios cubanos e intelectualidad engañadora
Así como unos intelectuales sirven al tardocastrismo tendiendo tupidos velos sobre las disfunciones y maldades del Estado totalitario, otros tiran hasta edredones sobre las desvergüenzas del anticastrismo tardío, como la “Enmienda Fariñas”
Se ha sabido que en sus formas / rellenos tan solo hay
Enrique Jorrín, 1953
Dicen que en Colombia un mariachi tocó un corrido con el estribillo “bedel de los estudios cubanos”. Nada más apropiado. Los bedeles son necesarios donde y cuando abundan letrinas. Y los estudios cubanos, que cuando no son tradición son plagio, ni resuelven ningún problema ni suelen respetar las leyes del campo intelectual —aunque se acometan en tal pose— por cegata toma de partido.
Al menos desde Kant se entona que la libertad intelectual queda rebajada por coacción externa [1]. La zarzuela kubizhe suele interpretarse con estridente galillo y aria de “represiones epistemológicas [y] deshonestidad intelectual” bajo el tardocastrismo. Sólo que sopranos y tenores del anticastrismo tardío —quienes pueden dar gracias a Dios por vivir afuera con plena libertad— adolecen de compulsiones (internas) similares a las represiones (externas). La muestra opinática se limitará a ciertas compulsiones de la Doctora en Ciencias Sociales y Humanidades Marlene Azor (MA), el Doctor en Historia Rafael Rojas (RR) y el Doctor en Sociología Urbana Haroldo Dilla (HD). Nothing personal; just business.
1. Ocultar la realidad
Así como unos intelectuales sirven al tardocastrismo tendiendo tupidos velos sobre las disfunciones y maldades del Estado totalitario, otros tiran hasta edredones sobre las desvergüenzas del anticastrismo tardío, como la “Enmienda Fariñas”. A pesar de ser fake news de Martí Noticias desmentida al día siguiente, MA se apeó con que “El Coco” Fariñas “logró algo que no pueden los eunucos morales, intelectuales y políticos: provocar una enmienda con su nombre y que haya sido discutida en el Parlamento Europeo y apoyada por estrecho margen, pero aprobada al fin”.
No hubo enmienda ni discusión ni aprobación por ningún margen ni nada más que “un cuento contado por un idiota” (Macbeth, Acto 5, Escena V). Para dárselas de más intelectuales que la gente con diploma defensora de Fariñas, quienes nunca fueron a la universidad deben acreditar tan sólo que sus tatuajes no tienen faltas de ortografía.
2. Imponer el pensamiento único en la historia
Así como unos dictan la historiografía oficial para sostener la clave politiquera de Fidel Castro sobre la “constante pretensión” de USA por apoderarse de Cuba (“El imperio y la isla independiente”, Granma, 14 de agosto de 2007), otros como RR largan el cuento politiquero de que EEUU se propuso el cambio de régimen en Cuba hacia marzo de 1960, después que Castro girara hacia el comunismo, como si desde junio de 1959 la administración Eisenhower no comenzara a planear el cambio y el diferendo Cuba-USA discurriera como película en blanco y negro de buenos contra malos.
3. Alterar o esconder datos para la información ciudadana y la investigación social
Así como unos manipulan estadísticas para respaldar la tiranía de los números bajo el tardocastrismo, otros como MA vienen a azorarnos con que la Comisión Electoral Nacional (CEN) y los medios oficiales “hicieron desaparecer 200 140 votantes inscritos” en las elecciones generales pasadas (2013). Lo único que azora es que MA repasara con ligereza imperdonable los partes electorales y nunca recogiera el guante del desafío de llevar el presunto fraude a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La vuelta a Kant
Otra rebaja de la libertad intelectual, según Kant, trae su causa eficiente de la intolerancia. Sin coacción externa se procura, en vez de dar argumentos, desterrarlos con animosidad [2]. Así sucede con la compulsión de criticar ya sólo al castrismo. Tal es la imagen especular de la represión epistemológica que, siendo director de Juventud Rebelde, el canciller Bruno Rodríguez espetó en forito universitario: ¡Prohibido criticar a la dirigencia histórica de la revolución!
La crítica al anticastrismo es válida incluso desde la perspectiva exiliar que ilustra la película austríaca Stefan Zweig: Farewell to Europe (2016) con esta reflexión del protagonista: “Para los escritores que estamos protegidos, fuera de peligro, aprovechar la condena a Hitler es algo obsceno y, además, mero autobombo”. Sólo hay que cambiar Hitler por Castro u otro apellido que salga de la ristra cantada por Fidel el 21 de enero 1959: ¡Detrás de él [Raúl] vendrá otro, y detrás otro, y detrás otro y detrás otro!
Ciertas siluetas intelectuales del anticastrismo tardío abogan hasta por desterrar de la blogósfera kubizhe a quienes ejercen el criterio contra lidercillos opositores mentirosos o farsantes, que para colmo se parecen a la mafia en serrucharse el piso unos a otros. MA arremetió contra un criticón así: “No lo publiquen. Eso merece. Si lo siguen publicando es una política errada”. Al glosar un artículo del mismo criticón sobre los intelectuales que, hoy como ayer, abrazan a ciegas banderías políticas, HD afirmó: “Nunca fui censor, [pero] no hubiera dudado en censurar a los frustrados que solo se realizan atacando”. Amén de tergiversar un artículo crítico como ataque, HD viene a predicar en calzoncillos.
En este mismo sitio HD atacó a Eliades Acosta con “que tuvo papeles muy destacados en la represión contra intelectuales cubanos” y al “pobre [Enrique] Ubieta” con esta andanada: carencia crónica de talento / impudicia / si hubiera leído alguna vez en su vida a Marx / eso no pasa por esas pocas y duras ideas que tiene en su cabeza / no tiene la menor idea de las reglas de la retórica…
Lo mejor es que ambos ataques dan pie al choteo. Acosta emplazó a HD a que aportara pruebas, “al menos una chiquitica, mi china” (“Haroldo Dilla o de cómo el Quibú se refocila”, 7 Días, 7 de mayo de 2016). Todavía espera porque HD nombre siquiera una víctima. Para sostener que “el sistema no tolera a los intelectuales [y] por eso emplea a Ubieta”, DH aseveró que “el sistema impone coyundas mayores inadmisibles para una práctica relacionada con la reflexión crítica, el cuestionamiento de los estatus y la conciencia libre”. Así corre la suerte de Chacumbele: HD niega la condición de intelectual de Ubieta en virtud de las mismas condiciones bajo las cuales él mismito fue tolerado y empleado por el sistema durante buen tiempo (1980-96) en el Centro de Estudios sobre América (CEA).
Hay que tolerar a estas siluetas intelectuales que están fuera de Cuba dizque por efecto de la represión, aunque pudiera manejarse como hipótesis alternativa que salieron tras perder su conuco en la finca del castrismo [3]. Hay que tolerarlas, aunque no recomienden su propia vía de salvación a los cubanos que se quedaron dentro, sino que proceden con hipocresía a ensalzarlos cuando estos se engolfan en tal o cual circo mediático contra el Gobierno. Así, hay que tolerar también a quienes alegan que, tras ganar Castro la guerra civil, la única alternativa racional de los cubanos es emigrar y si se quedan a hacer oposición, entonces tienen que optar por balas o votos antes que andar con picardías o disparates, como la metatranca del cambio de paradigma para embarajar el fiasco de Otro18 cual si fuera un éxito.
La clave áurea de estas siluetas intelectuales del anticastrismo tardío no radica en lidiar con la verdad, sino en dar y darse satisfacciones. De ahí que perciban la crítica como algo que no debe enfrentarse, sino esquivarse. Tal reacción se conoce entre kubizhes como embaraje y guarda correspondencia con otra rebaja de la libertad intelectual según Kant: la ligereza, esto es: usar la razón sin someterla a sus propias leyes ni a los hechos probados [4].
Un trío en apuros
Tras pifiar en su Historia mínima de la revolución cubana (2015) con la cursilería de que, en cierto pasaje de su alegato de autodefensa, Fidel Castro “lanzó un guiño” al juez Manuel Urrutia, quien no estaba allí, RR rehusó admitir que, para contar un episodio tan manido como el juicio del Moncada, había refritado fuentes de segunda mano que erróneamente colaron a Urrutia allí, como la revista Bohemia o el libro Cuba y su historia (1965). Optó por mandar a su avatar Elías Sánchez [5] a replicar: “Rojas no habla de un ‘voto particular de Urrutia en el juicio del Moncada’, sino de la actuación de Urrutia como presidente del Tribunal de Urgencia de Santiago”. Puesto que RR es capaz de embarajar hasta en una cuarta de tierra santa como ese pedacito del decoro que exige cejar en el error irremediable, en vez de citar hay que cortar y pegar el pasaje tal como está en su libro:
De manera que RR escribió: “Urrutia emitió un voto particular en contra del veredicto” de condena a Castro, pero “no habla de un voto particular de Urrutia en el juicio del Moncada”. Para embarajar aún más, Elías Sánchez-RR condena la “cacería de pifias falsas de Rojas”. Las siluetas intelectuales del anticastrismo tardío nunca cometen errores; a lo sumo, se les escapan erratas.
Al examinar las elecciones generales de 2013, HD comentó: “Los ciudadanos han sido llamados a votar y a optar por todos, por algunos o por ninguno. Como la lógica y la ley mandan. Y creo que eso es un signo interesante”. Aquí lo único interesante es que nadie llamó nunca a votar por ninguno.
No se trata de que HD leyera descuidadamente el Granma, sino más bien de que no tiene idea de la trampa básica del sistema electoral kubizhe: el voto por ninguno no es válido. Así, los candidatos del Gobierno saldrían elegidos incluso si votaran por sí mismos con el resto del distrito electoral en contra. Para embarajar, HD se apea desde algún lugar de Latinoamérica con este delirio geo-psico-sociológico: el cazador de su pifia medra “en un suburbio desolado del sur de la Florida sin más estímulo de vida que atacar a los otros [y tal suburbio] no es el mejor escenario para buenas ideas”.
MA se explayó con que el Reglamento de la Asamblea Nacional (AN) plantea “la posibilidad de la revocación, pero no la regula. Dice que de acuerdo a (sic) la ley —¿cuál?, no aparece. En la Constitución no aparece cómo revocar a un ministro, la ley de la cual debía partir este reglamento de ley no existe o es ‘Secreto de Estado’ porque no es posible consultarla”.
Peor que no haber encontrado la Ley No. 89 de la Revocación del Mandato de los Elegidos a los Órganos del Poder Popular (Gaceta Oficial Ordinaria 62, 23 de septiembre de 1999), disponible incluso en línea, es andar por la dictadura de partido único con la sonsera de que el parlamento no controla al Gobierno, como si ambos no fueran frutos de la misma siguaraya electoral y la Constitución no prescribiera que la AN designa a todos los miembros del Gobierno y puede revocar a quienes designa (Artículo 75).
Para embarajar, MA sostiene que el cazador de pifias “merece insultos”, que ella misma dispara (como los eunucos más arriba) junto con doctas ignorancias del calibre: “Es inaplicable el habeas corpus en Cuba precisamente porque por ley no queda establecido un abogado desde el momento del arresto”. Este barbarismo jurídico puede calibrarse en consulta gratis con el abogado Santiago Alpízar (305-856-2492 - alpizarlaw@gmail.com), a quien el G-2 prohíbe entrar a la Isla. Por el contrario, MA pasó allá “una estancia de investigación de quince días” (La Habana, abril de 2012) para componer, con apenas once entrevistas y una discusión grupal, una disertación sobre proyectos políticos emergentes en Cuba. El G-2 dejó hacer porque sabía que se trataba de un “estudio cubano”.
Remedial de lectura
Al cazárseles estas y otras pifias en sí y para sí, las siluetas intelectuales del anticastrismo tardío suplen la falta de argumentos ad rem con argumentos ad hominem contra el cazador, más falsos que billetes de tres dólares, que van desde ser sicópata hasta esbirro de Castro. RR encuadra la crítica a sus meteduras de pata “como parte de un proyecto fracasado de más de diez años de descalificación del historiador”, mientras HD y MA vienen a dárselas de paladines de la ética retorciendo las objeciones del cazador al video de RR sobre el libro El cambio constitucional en Cuba (2017).
“Si este señor no se ha leído el libro, ¿cómo puede comentarlo?”, dice HD. MA agrega que este señor se atrevió a “descalificar un libro que no ha leído”. Sólo que todo comentario y descalificación se ciñó estrictamente a contrarrestar los argumentos expuestos en el video. Así que no tienen salida. Si no recurrieron al grosero subterfugio de trastocar video por libro para poder sacar la tarjeta roja de falta ética, entonces son —antes que scholars— escolares de primaria con dificultades en la comprensión de lectura, tal como demuestran al defender a ultranza el Proyecto Varela sin advertir que la norma constitucional sobre iniciativa legislativa de los ciudadanos no incluye la palabrita “firmas”.
Coda
Justificar cierta bandería política con engañifas, ya sea que Cuba es el país más democrático del mundo o que viola gravemente la Convención contra la Tortura, desvía el tren lógico y demuestra cómo cierta intelectualidad kubizhe, ya sea impura u honrada, en el exilio o en el insilio, no sirve para más nada que para cocinarse en su propia salsa dentro de cacerolas de su propio barro.
Podría montarse un experimento mental crucial, al estilo del guionista de La tía Julia y el escribidor (1977) con sus personajes de radionovelas. Si todas las siluetas intelectuales del tardocastrismo y del anticastrismo tardío que se dedican a ciencias sociales, humanidades, historia, sociología urbana y etcétera, abordaran naves o aeronaves que luego desaparecieran, nada significativo cambiaría en Cuba. Tal y como nada cambió, cambia ni cambiará con ellos sanos y salvos.
Notas
[1] Kant, Immanuel: Cómo orientarse en el pensamiento, Quadrata, 2005, 70.
[2] Ibidem, 72.
[3] Nadie se cree ya el cuento de Engels ante la tumba de Marx, sino ese mismo cuento al revés. Los intelectuales ejercen sus oficios, en primer lugar, para comer y beber, tener un techo y vestirse…
[4] Kant, Immanuel: Ob. cit., 74 s.
[5] La identidad RR-Elías Sánchez se comprobó por el administrador del sitio. Algo que MA no atina a escudriñar para curarse de la obsesión de que Leoncio Badía y otros son Arnaldo M. Fernández.
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