Actualizado: 02/05/2024 23:14
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Medicina total

A propósito de los cirujanos de Castro: ¿Qué une a los regímenes totalitarios con la medicina?

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Los tres rusos de Sauerbruch

Las relaciones de Sauerbruch con el poder son un pequeño tratado de historia europea durante la primera mitad del siglo XX. Una prueba de esto es el destino de tres rusos que en el año 1913 requirieron los cuidados del iniciador de la cirugía torácica. Sucedió en Zurich.

Los sanatorios suizos estaban repletos de pacientes aquejados de enfermedades pulmonares, muchos de ellos condenados a morir por la imposibilidad de ser operados. La cámara hipobárica, inventada por Sauerbruch, fue la primera forma exitosa de abrir la cavidad torácica sin provocar un neumotórax.

Uno de los pacientes que se benefició de este inventó fue S. D. Sassanow, a la sazón ministro de Asuntos Exteriores del Zar. Su excelencia confundió a su salvador con un médico suizo y le confesó su imperial necesidad de vivir… para destruir Alemania. La operación fue un éxito.

El segundo ruso fue un estudiante nihilista cuya madre fue operada y salvada, pro bono, claro está, de una muerte segura. Cinco años después, durante la revuelta de Munich en 1918, el nihilista agradecido sacaría de prisión al cirujano alemán unos minutos antes de la hora señalada para su fusilamiento.

El tercer ruso, un emigrante por razones ideológicas, andaba por los pasillos de la universidad con "una mejilla prodigiosamente inflamada y un dolor evidente". A la pregunta de por qué no iba al dentista, respondió no tener dinero. Sauerbruch le sacó la muela y el estudiante se presentó como Ulianov; "después el mundo lo conoció como Lenin".

La farsa de García Sabrido

En los últimos meses los cubanos hemos estado asistiendo al sainete que ha montado, alrededor de su muerte, el más reciente de nuestros tiranuelos. Un momento interesante de esta farsa macabra ha sido la invitación que aceptó el renombrado cirujano español, José Luís García Sabrido, para evaluar a Castro y, de paso, como un daño colateral, desmentir a los americanos.

La visita del cirujano español ha sido recogida por la mayoría de los medios de prensa como una noticia que enmarca cuatro ideas básicas: Narciso no está tan muerto como lo pintan, la recuperación es posible —al menos en términos teóricos—, el globo de la potencia médica cubana se desinfló, y los americanos son unos tontos.

En medio de ese carnaval mediático hay una frase del doctor Sabrido que pasó casi inadvertida. Me refiero al término "gravísima intervención". Cualquiera sabe que la regla de oro de la medicina es evitar, a toda costa, el daño que puedan provocar las conductas terapéuticas, o sea, las llamadas acciones iatrogénicas.