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¿Apostamos al desarrollo o a la ruleta rusa?

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Los huracanes que asolaron la isla han creado una grave situación social. ¿Hay una oportunidad en esta crisis? Sí, excepcional. Pero, ¿para qué? y ¿para quiénes?

La elite de poder cubana puede finalmente emprender, como respuesta a la nueva situación creada, su prometido programa de “reformas estructurales y de conceptos”. Una reforma estructural implica mucho más que liberar las fuerzas productivas de la camisa de fuerza de un estatismo omnipresente. No se limita a autorizar la venta de celulares, el trabajo por cuenta propia de los taxistas o incluso la creación de microempresas. Es mucho más que eso. Supone apostar a un reordenamiento estratégico que le de prioridad a aquellas inversiones que acerquen la isla a la sociedad de la información y la integren en la economía mundial mediante procesos de agregación de valor. No tiene sentido “reconstruir” el subdesarrollo a los niveles previos al Gustav y el Ike. El régimen de gobernabilidad que los precedió recibió con ellos un golpe mortal.

Lamentablemente también hay otro modo de interpretar la oportunidad que ofrece esta crisis.

Fidel Castro parece querer emplearla en alejar definitivamente a la elite de poder de cualquier consideración sobre los beneficios de la cooperación con la Unión Europea o de una distensión con Estados Unidos. Quiere empujarlos a cerrar filas con Venezuela, quizás retomando la idea -con la que ya flirteaba- de adoptar alguna suerte de confederación con ese país sudamericano.

El convaleciente líder parece considerar que la “correlación internacional de fuerzas” lo favorece de nuevo. Estados Unidos atraviesa el momento de mayor debilidad estratégica desde la Gran Depresión. En él se conjugan una muy grave crisis financiera con dos guerras en zonas geográficas distantes. Por ello alienta a Chávez a que geste una alianza con Rusia y con otros potenciales rivales de Washington de la cual La Habana pudiera también sacar beneficios. Quiere sostener el moribundo régimen de gobernabilidad estatista con una inyección de capitales que espera obtener de atizar la confrontación internacional. Sueña con revivir la Guerra Fría.

El problema con las gerontocracias es que leen el presente con ideas del pasado.

Lo que hoy vemos no es una nueva Guerra Fría basada en rivalidades ideológicas, sino el conflicto entre el nacionalismo ruso y una política estadounidense que lo ha intentado cercar y humillar innecesariamente por ocho años. El hecho de que exista o no un país comunista a 90 millas de Estados Unidos a los rusos les tiene sin cuidado. Ellos vienen de vuelta del comunismo. En este mundo globalizado, -al que están íntimamente conectados-, no tienen como objetivo estratégico el derrumbe del capitalismo americano o mundial.

Lo que, por ahora, procura Moscú con estas piruetas provisionales en el hemisferio occidental es negociar desde posiciones de fuerza un reacomodo permanente con Estados Unidos sobre sus necesidades de seguridad en Europa. Ese asunto, dicho sea de paso, es posible resolverlo sin que ello suponga la sumisión de los países fronterizos a Moscu, sino en todo caso su neutralidad respecto a Rusia. Semejantes objetivos están muy lejos de ser la Jihad internacional anticapitalista a la que aspiran Fidel y Chávez.

Por su parte, el gobierno chino ya subrayó de manera inequívoca su distancia de los arrebatos ideológicos del presidente de Venezuela durante la más reciente visita de ese mandatario a Beijing. No quieren enredarse en alianzas contra terceros países. Desean comercio y crecimiento económico que les traiga bienestar y gobernabilidad aun dentro de su esquema político autoritario.

Tampoco el actual gobierno de Irán representa un aliado promisorio. Sus objetivos estratégicos no rebasan el marco regional, por lo que cualquier paso más allá de esa dimensión geográfica debe ser interpretado –al igual que ocurre, por ahora, con Rusia- como parte de una estratagema para ganar poder de negociación frente a sus nuevos e inesperados “vecinos” estadounidenses y su tradicional enemigo israelita. Sus “aliados” y “compromisos” extrarregionales son cartas también negociables llegado el momento.

Solo la megalomanía de los dos líderes caribeños puede explicar que se crean actores centrales del ajedrez global, cuando en realidad siguen siendo sus peones. Para que Rusia, China u otros países con coincidencias políticas con La Habana apostasen por invertir a largo plazo en su economía el gobierno cubano tendría primero que hacer significativas reformas y aperturas. Nadie se siente motivado a hacer el bailout de un régimen fracasado y asumir el pago en lo delante de sus hipotecas. La URSS y la Guerra Fría basada en alianzas ideológicas no tienen retorno. Los aviones y barcos que surcarán las aguas del Caribe en las próximas semanas pueden desaparecer con la misma rapidez con que aparecieron si los rusos obtienen suficientes garantías a su seguridad.

La gobernabilidad y la independencia de Cuba no radican hoy en anacrónicos malabarismos geopolíticos. El país necesita promover una atmósfera de distensión y cooperación, no de antagonismo y confrontación La actitud solidaria asumida por los cubanos en el exterior -por encima de diferencias y viejas heridas que no han cicatrizado- facilita conectar el actual proceso de reconstrucción con el propósito de avanzar hacia la inclusión de la diáspora en el desarrollo de la isla. Las remesas, que ya constituyen la primera o segunda entrada de divisas al país, pueden ampliarse considerablemente y con rapidez si se le otorgan los incentivos necesarios. Las próximas elecciones en Estados Unidos abren una ventana de oportunidad para que el conflicto bilateral sea reexaminado desde las perspectivas de quien salga electo. Por su parte, la Unión Europea ya levantó sus sanciones y espera ahora por el diálogo con La Habana para determinar si puede o no avanzarse hacia la cooperación. Los dividendos de la paz siempre serán más jugosos y permanentes que los de la confrontación externa e interna.

Hacer uso de la oportunidad que ofrece la crisis creada por Gustav y Ike para apostar por la modernización y apertura de la sociedad cubana, es una opción. Ignorar la gravedad de la crisis social creyendo que los recursos para su solución se obtendrán de nuevos juegos geopolíticos, es jugar a la ruleta rusa. Sin duda, esa es otra opción. Ambas tienen consecuencias.



El Código Da Castro

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Las opciones frente a las Reflexiones del todavía Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba son escasas. Uno puede ignorarlas o leerlas. Si se decide por el masoquismo que supone lo segundo, enfrenta entonces el problema de tener que descifrar sus mensajes. El Código Da Vinci es cosa de niños en comparación con ese desafío. Hay que adivinar cuál es la motivación real del autor, despajar las distracciones que emplea para oscurecer su verdadero propósito y distinguir entre lo que responde todavía a un objetivo racional –al menos desde su perspectiva- de los ditirambos de una mente afectada de manera inevitable y creciente por la senectud. No es fácil.

Sus últimas Reflexiones parecen reflejar impaciencia por indicar el camino a seguir en medio de la desgraciada situación del país, e impedir –una vez más-- que tomen fuerza algunas ideas que no le agradan. Sobre la situación actual ha dicho: Pienso que no hay alternativa a la necesidad de reevaluarlo todo, buscar más productividad y menos derroche de recursos humanos en los sectores vitales, incluidos la Salud y la Educación —y en los demás de la economía productiva y los servicios—, sin atenernos estrictamente a cifras elaboradas años atrás,sin que merme y por el contrario crezca la calidad de todo lo que se lleva a cabo en nuestra patria, y sin dejar de cumplir deberes internacionalistas cuyos frutos comienzan a percibirse fuertemente.

¿Qué quiere decir, en realidad, Fidel Castro y por qué necesita decirlo ahora?

El Primer Secretario del PCC no quiere que se ceda un ápice en el modelo estatista y vertical de gestión económica. Considera la ausencia de autonomía económica de los ciudadanos elemento insoslayable para su eficaz avasallamiento político. Manda a callar preventivamente a quienes consideran imprescindible aplicar un paquete integral de reformas estructurales para enfrentar la actual situación. No tiene que convencerlos. Le basta con el poder que algunos negaban todavía tuviese. Si se mostrasen testarudos cree poder zafarse de ellos acusándolos de “desinformados”, “corruptos” o “pro-capitalistas”.

No hay arreglo con el Mensajero. A su entender lo único que hay que hacer es revisar las cifras. Esa es la traducción de su frase “reevaluarlo todo”. Reevaluar asignaciones y metas no equivale a hacer “cambios de estructuras y conceptos”. Y “todo” tampoco supone la reevaluación de sus proyectos “internacionalistas” en nombre de los cuales acaba de enviar con mano izquierda dos y media toneladas de medicinas a Jamaica y Haití mientras recibe donativos con la derecha.

Fidel Castro insiste en la vigencia del apotegma fascista: dentro del Estado todo, fuera del Estado, contra el Estado, nada. Liberar las fuerzas productivas de la camisa de fuerza estatal es anatema desde esa perspectiva. La sociedad, a su juicio, debe conformarse con lo que sea capaz de aportarle el Estado. El bienestar es posible si todos trabajan más y mejor, despilfarran menos y son más productivos. Su consejo para salir de esta crisis es simple. Háganle caso a Raúl. Levanten el ánimo.

Pero la realidad es tozuda. Los peces y panes nunca antes se han multiplicado con declaraciones patrióticas y si en esta ocasión no hay cambios ni milagros habrá hambrunas. Tan simple como eso.



No somos el enemigo

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El ping pong político de la ayuda humanitaria se va complicando. Fidel Castro tiene una larga lista de "enemigos" a quienes pretende bloquear su apoyo a los damnificados cubanos por las recientes tormentas Gustav y Ike.

Fragmentos de la noticia sobre la cuarta oferta de Estados Unidos

El secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, dijo este domingo que Washington ha realizado una cuarta oferta de ayuda a La Habana, y pidió al gobierno de la Isla que ponga "los intereses del pueblo cubano por encima de las diferencias políticas", informó EFE.

"Nuestra oferta más reciente fue una respuesta directa al pedido del gobierno cubano para materiales de construcción", explicó Carlos Gutiérrez.

La Agencia Estadounidenses para el Desarrollo Internacional (USAID) "está preparada para entregar, por aire y mar , suministros de construcción y albergues que puedan dar vivienda temporal y permanente" para unas 48.000 personas.

Según informes de prensa y de organismos de socorro que han visitado la Isla, hasta 2,5 millones de cubanos estarían sin hogar.

El paquete de ayuda más reciente de Estados Unidos, dijo el funcionario, incluye el envío aéreo de 8.000 equipos para albergues de emergencia y para el hogar, seguido por el envío de materiales complementarios, como techos de zinc y madera para reparaciones residenciales.

Fragmentos de las declaraciones del Comisario Europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel

El comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, visitará Cuba entre el 22 y el 25 de octubre para negociar la posible reanudación de los programas de cooperación del Ejecutivo comunitario con el gobierno de la isla, una asistencia que el régimen de La Habana rechaza desde 2003.

Por otra parte, Michel informó hoy (septiembre 16) de que la CE se ha puesto en contacto con Cuba para ofrecer ayuda tras el paso de los huracanes "Gustav" y "Ike", que asolaron en las últimas semanas la isla, y aseguró que Bruselas se encuentra a la espera de la respuesta de las autoridades cubanas.

"Ya no depende de nosotros, les corresponde a ellos decirnos si la desean o no", insistió el comisario, que recordó que en casos de asistencia como este es necesaria la autorización del país receptor.

Mientras la gente hace colas delante de ollas colectivas o vive desplazada en casas ajenas y carpas improvisadas, Fidel Castro se da el lujo de seguir rechazando, según sus propios criterios, la ayuda que no sea de su agrado y lanza las primeras amenazas contra quienes no piensen igual que él.

El pasado 16 de septiembre escribió en el Granma:

Es obvio que el gobierno de ese poderoso país no puede comprender que la dignidad de un pueblo no tiene precio. La ola de solidaridad con Cuba, que abarca a países grandes y pequeños, con recursos y hasta sin recursos, desaparecería el día en que Cuba dejara de ser digna . Se equivocan rotundamente los que en nuestro país se disgusten por ello.

En su ultima “reflexión” del domingo, aquel que continúa trazando el camino de Cuba hasta que se demuestre lo contrario, dice:

También se producen blandenguerías en algunos ciudadanos que se habitúan a recibir y dedican poco tiempo a meditar, leer periódicos e informarse de las realidades. El enemigo conoce sobradamente bien las debilidades de los seres humanos en su búsqueda de espías y traidores

El bien atendido, cobijado y alimentado Primer Secretario del Partido Comunista ya anunció que esta batalla apenas comienza y dio a entrever que su próximo blanco serán las donaciones procedentes de la diáspora que tampoco sean de su agrado (o sea, casi todas). Sus envíos pueden ser “confiscados”, amenazó en ese mismo texto.

¿Quiere EEUU dar una buena imagen? Seguro. Eso, en efecto, conviene a sus intereses políticos inmediatos, aunque lo que más beneficiaría a ambas naciones sería una revisión a fondo de sus políticas bilaterales. También le conviene ayudar a asegurar condiciones mínimas en Cuba a los damnificados para que no piensen en largarse para EEUU. Tampoco quieren que se les responsabilice con la hambruna que acecha a la vuelta de pocos meses. ¿Es todo eso hacer política? Seguro. ¿Debe anteponerse el objetivo igualmente político de La Habana de impedir que los EEUU "queden bien" al alivio que supone esa ayuda para los damnificados? No, mil veces no. No es ético hacerlo. Esa falta de ética en la postura asumida en esta situación por Fidel Castro es la que resta fuerza persuasiva a sus argumentos. Si al ofrecer el envío de una brigada médica a New Orleans dijo que la ayuda humanitaria debería estar por encima de la política, ahora no ha sido capaz de aplicar esa norma moral en beneficio de los cubanos.

Tampoco han sido muy coherentes las posturas asumidas por La Habana ante la ayuda ofrecida por diversas fuentes.

¿Por qué se consideró que la oferta inicial de 100,000 dólares por EEUU representaba una cifra "ridícula" pero ese no fue luego el caso con los 300,000 de China, país mencionado por Fidel Castro entre sus agradecimientos? ¿Por qué el envío de equipos de evaluación ofrecidos por Venezuela y México no fue rechazado por "humillante", pero la idea de recibirlo de EEUU, resultó intolerable? ¿Por qué se insiste todavía en rechazar la ayuda estadounidense después que esa condición fuera retirada y multiplicada 50 veces la cifra inicial? ¿Y cuál es el problema ahora con la Unión Europea? ¿Bajo cual lógica se rechaza la ayuda de ese bloque regional de 27 países pero se le acepta a dos naciones –Bélgica y España, que no son mencionadas siquiera entre los agradecimientos de Fidel Castro- que envíen la suya?

El convaleciente Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, desde su cómodo aposento, no tiene moral para hablar en nombre de los que ahora nada tienen y a los que ni tan siquiera se les reconoce el derecho de aparentar "desánimo" o de poner cara "hosca" en presencia de Raúl Castro, sobre todo si se tiene presente que su escolta exhibe rostros hoscos a quienes no sonrían al paso del General. Las donaciones, en última instancia, no son para el gobierno cubano, sino para los damnificados. Recibirlas es su derecho a la vida.

Mientras seguimos demandando el levantamiento de las restricciones de remesas y viajes a los cubanos en Estados Unidos hay que exigirle al gobierno en la isla que deje entrar toda la ayuda humanitaria de emergencia disponible, incluida la de la Unión Europea, -que nunca impuso un embargo económico a Cuba y cuyas sanciones políticas del 2003 fueron levantadas hace meses. Ese bloque ya dio 2 millones de Euros (cerca de 3 millones de dólares) a Haití en ayuda humanitaria por el Gustav y el Ike mientras La Habana primero guardaba silencio frente a la interrogante europea sobre si aceptarían o no la ayuda y ahora pretende ocultar su negativa a recibirla alegando que no existe todavía un acuerdo marco de cooperación –que es un asunto diferente al de la ayuda de emergencia que ahora está en juego- entre la Unión Europea y Cuba.

Hay quienes me dicen -con razón- que pierdo el tiempo solicitando una postura ética a quienes carecen de ella sea en La Habana, Miami o Washington. Pero no es para ellos que escribo. Es para los estadounidenses y cubanos decentes en ambas orillas que deben saber con claridad lo que sucede, conocer las opciones existentes y participar, juntos, en defensa de los intereses de los damnificados.

Prefiero que sean El Discípulo & B, quienes -con rap y lógica popular- respondan tanto al Asesor en Jefe como a aquellos políticos que desde cualquier latitud geográfica o ideológica juegan con la suerte de las víctimas de esta tragedia. Frente a ellos –en defensa de la genuina dignidad y la ética- hay cubanos y norteamericanos que, poniendo a un lado nuestras diferencias, demandamos unidos el derribo de todos los muros que hoy entorpecen esta operación humanitaria.

Nosotros no somos el enemigo.

NO SOY EL ENEMIGO (El discípulo & B)



¿Un problema para cada solución?

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Nota Verbal de la Sección de Intereses de Cuba en Washington que fue entregada al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América a las 8:15 pm de hoy, 14 de septiembre de 2008

La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza saluda al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América en ocasión de referirse a su Nota No. 256/19, de fecha 13 de septiembre de 2008.

La Sección de Intereses de Cuba en Washington desea comunicar al gobierno de Estados Unidos que nuestro país no puede aceptar una donación del gobierno que nos bloquea, aunque está dispuesto a comprar los materiales indispensables que las empresas norteamericanas exportan a los mercados, y solicita la autorización para el suministro de los mismos, así como de los créditos que son normales en todas las operaciones comerciales.

Si el gobierno de Estados Unidos no desea hacerlo definitivamente, el de Cuba solicita que al menos lo autorice durante los próximos seis meses, en especial si se toman en cuenta los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike, y que aún faltan los meses más peligrosos de la temporada ciclónica.

La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza aprovecha la ocasión para reiterar al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América el testimonio de su consideración.

Washington, 14 de septiembre de 2008.

¿Un problema para cada solución?

Estamos, como dijo mi amigo Oscar Visiedo, ante una situación nueva que reclama ideas nuevas. A la larga el país saldrá a flote. Pero hay una manera de entender y ejercer el poder que la pasada semana se ahogó sin remedio en algún río crecido. Esta crisis no es gobernable desde los criterios estatistas y verticalistas que rigieron hasta el 8 de septiembre.

¿Recuerdan cuando una vez hablamos del Titanic? Ya no es una metáfora.

La Habana debía prestar menos atención a sus pases de florete con Washington y concentrarse en pensar cómo puede gestionar un flujo de donaciones masivo para enfrentar las tareas de la reconstrucción. En vez de rechazar –como ya hizo ayer domingo- los cinco millones en ayuda directa humanitaria ofrecidos el sábado por Estados Unidos, debería procurar el modo de ampliarlos. En lugar de desalentar los envíos de remesas, subiendo los precios de los productos en CUC en medio de esta emergencia, debería buscar el modo de incrementarlos ofreciendo incentivos como mejorar la tasa de cambio y reducir el costo de su envío.

No es necesario aportar melodramas cuando vivimos un drama genuino.

Las burocracias en todos lados son expertas en encontrarle un problema a cada solución. Pero quizás podamos contribuir a que Estados Unidos y Cuba actúen de forma más razonable en esta ocasión. Muchos vienen ya intentándolo en la diáspora, tendiendo puentes por encima de heridas que aún no han cicatrizado, conteniendo odios y posponiendo la discusión de discrepancias de gran calado. Hace falta que en la isla todo cubano sensible -sea cual sea su militancia, ocupación o jerarquía-, se disponga a dar la batalla para que ningún prejuicio se interponga allá entre los damnificados y toda la ayuda disponible. Nadie –ni en Cuba ni en Estados Unidos- debe permanecer pasivo si se afecta a las víctimas en nombre de retorcidos criterios ideológicos.

El gobierno cubano no tiene derecho a negarse a recibir una ayuda de la que no es destinatario, sino va dirigida a los damnificados por los huracanes. En vez de pedir el levantamiento de restricciones crediticias a Washington –que bien saben no podrían luego pagar- deberían apoyar los llamados de la diáspora cubana en Estados Unidos a levantar, al menos temporalmente, las restricciones existentes al envío de remesas o donaciones y facilitarlas librándolas, también temporalmente, de aranceles y otros gravámenes.

El tema del envío de una comisión evaluadora -que motivó el rechazo de La Habana pese a constituir una práctica estandarizada de los Estados Unidos - tampoco es asunto insalvable. Si Cuba ha aceptado ya una comisión evaluadora mexicana, y otra venezolana, bien puede ofrecer una fórmula alternativa para que los técnicos de Estados Unidos operen de algún modo también. Un team estadounidense compuesto por tres o cuatro expertos no plantea ninguna amenaza a la seguridad cubana, ni representa una humillación para nadie. Esos expertos podrían, por ejemplo, integrarse a una comisión multinacional evaluadora que pudiera ser presidida por la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria (OCHA) de Naciones Unidas. Asi podrian hacer su propio informe para Washington aunque participasen en la redacción de otro colectivo con expertos de otras nacionalidades. El asunto es buscar soluciones a cada problema y no a la inversa.

La diáspora ya envía cerca de mil millones anuales en remesas en circunstancias normales. Si son incentivados con una mejor tasa de cambio, los envíos pueden triplicarse en muy breve tiempo. Pero para que el dinero remesado no solo se incremente en volumen sino se multiplique dentro de Cuba, hay que permitir su capitalización, en pequeñas y medianas empresas, bajo modalidades individuales, familiares o cooperativas.

El clamor por cambios estructurales de envergadura no puede ya ser desoído. Sin ellos no hay recuperación posible. De no acelerarse su implementación es muy probable que pronto seamos testigos de otro tipo de tormentas, no por diferentes menos espectaculares y decisivas.



El derecho a llamarse… humano

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Creo necesario publicar este mensaje recibido en momentos en que se gesta un movimiento humanitario de ayuda al pueblo cubano en medio del fuego cruzado de quienes desde ambas orillas intentan impedir que ello suceda.

La hora es de ayuda

Desde la Punta de Maisí al Cabo de San Antonio y la Isla de la Juventud Cuba sufre un estado de desastre.

Todavía no sabemos exactamente cuántas víctimas más hay o habrá, producto delos huracanes y de sus consecuencias.

Todavía no sabemos exactamente cuántas cosechas, cuántas producciones o recursos económicos han quedado destruidos.

Todavía no sabemos cuántos cubanos más se han quedado sin techo, sin agua, sin electricidad, sin ropas, sin un mueble propio donde descansar.

Todavía no sabemos cuántas instituciones de salud han quedado dañadas o parcialmente afectadas, cuántas escuelas, hogares de ancianos, círculos infantiles, fábricas, talleres, parques, calles, edificios.

Es difícil calcular exactamente cuánta hambre ya está tocando a las puertas de hombres, mujeres, niños y ancianos en Cuba.

Bajo estas circunstancias, los gobiernos del mundo deben ayudar y facilitar la ayuda a los cubanos, sin reservas; y el gobierno de la isla debe aceptar y facilitar cualquier ayuda, sin reservas también.

Bajo estas circunstancias, apoyo toda acción, petición, recogida de alimentos o productos, todo gesto que se haga a favor de ayudar a nuestros compatriotas, provenga de individuos, instituciones laicas, religiosas, organizaciones gubernamentales, no gubernamentales, sean opositoras o simpatizantes del régimen en Cuba.

Bajo las circunstancias de Cuba hoy, dejo a un lado divergencias por motivos políticos, o de cualquier otra índole.

Somos cubanos todos. Hoy la hora es de ayuda, y de nada más.

Ana J. Faya

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La sociedad cubana ante el cambio

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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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