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Belmez: los rostros de Dios

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Pocos dudan a estas alturas que hay fenómenos para los cuales la ciencia no ofrece de momento una explicación; sus herramientas son aún incapaces de apretar todas las tuercas del Universo. De tontos sería negar como obra de superchería lo que somos incapaces de explicar. Y ese es el caso de las caras de Bélmez, que cumplen 25 años tan insólitas como el primer día.

 

Tres mil personas se reunirán en breve para conmemorarlo con hipótesis parasicobiofísicas, durante el I Congreso Nacional dedicado al tema, que se celebrará en el salón de actos de la cooperativa Nuestra Señora de la Paz.

 

Yo no soy parasicólogo (bastante trabajo me cuesta ya explicar los vaivenes de la realidad objetiva) pero me atrevería a adelantar una hipótesis: quizás Dios hace 25 años, y ante el próximo advenimiento de la democracia tras una noche más larga que las polares, asomó su rostro para ver de cerca cómo le iría a los españoles con ese ejercicio singular. Quizás los desplazamientos, los nuevos semblantes que aparecen y desaparecen, sean síntomas de sus cambios de humor ante escándalos y corruptelas, victorias y derrotas en el aprendizaje de la duda ─es siempre más fácil descargar toda (i)rresponsabilidad en un autócrata que gobierne en nombre de la divina providencia, que asumir a conciencia esa mínima porción de poder que el voto nos confiere─; quizás debíamos indagar qué trastornos han sufrido las caras de Bélmez durante las batallas electorales. Alerto a los parasicobiofísicos que se reunirán en breve.Puede que tengan a mano los resultados, un tanto criptográficos, como siempre, de una encuesta divina. Dios tendrá también sus preferencias: ¿será popular o socialista? Si resulta un Dios de Izquierda Unida, sería el mayor hallazgo de la historia. Pero mantengan en secreto los resultados. Jordi Pujol podría intentar con Él un pacto de gobierno.

 

“Belmez: Los rostros de Dios”; en: Diario de Jaén, Jaén, España, 20 de agosto, 1996, p. 22.