No queremos limosnas
Juan Antonio Blanco | 17/04/2009 17:32
Así declaró Fidel Castro en una Reflexión sobre las recientes medidas humanitarias de Obama. Tiene mucha razón: los cubanos no queremos limosnas.
Vale la pena, entonces, destacar las limosnas que rechazamos y lo que demandamos incondicionalmente del gobierno cubano.
No queremos que “flexibilicen gradualmente” las normas migratorias y de viajes. Demandamos la supresión de los permisos de entrada y salida del país, el derecho a migrar y retornar libremente, la liberación de los parientes que tienen de rehenes sin permitirles la reunificación familiar y el cese de todas las represalias contra los que desean migrar hacia el exterior o dentro de Cuba.
No queremos que nos “autoricen” a mantener contactos con nuestros familiares. Demandamos la abolición del pago de trámites para ir a nuestro propio país, el reconocimiento del uso de pasaportes de aquellos países donde somos ciudadanos, la reducción de tarifas telefónicas y de los impuestos sobre remesas, las cuales son las más altas del Hemisferio Occidental y de las más caras del mundo.
No queremos que se amplíe “gradualmente” el uso “social” de Internet. Demandamos ejercer el derecho a acceder a la red de redes mundial –no al controlado Intranet- sin “filtros”, pagando en moneda nacional y desde cualquier parte del territorio nacional, incluyendo los hogares.
No queremos que se entreguen tierras en “usufructo” por diez años, donde no se puede residir para labrar la tierra. Demandamos una verdadera reforma agraria que entregue los latifundios estatales improductivos a quienes los hagan producir.
No queremos “autorización” para adquirir celulares y acceder a hoteles. Demandamos que la moneda nacional sea una sola y que los precios de esos y todos los servicios se correspondan con los niveles del salario medio y su poder adquisitivo.
No queremos una política informativa “más critica y abierta”. Demandamos el libre acceso a todas las fuentes de información por medio de la TV satélite e Internet y el derecho a diseminar criterios e informaciones por esas vía y en la prensa nacional sin esperar ser reprimidos por ello.
No queremos que el Partido y el Estado nos “autoricen” cada cierto número de años a decir lo que pensamos sin temer represalias. Demandamos la inmediata e incondicional cancelación de toda la legislación represiva que tipifica como delitos contra la seguridad del Estado y como “propaganda enemiga” y “diversionismo ideológico” la expresión de cualquier criterio que no sea del agrado de los funcionarios.
No queremos “canjes” de presos por conveniencias políticas. Demandamos la revisión de todas las leyes y decretos vigentes -a la luz de los estándares establecidos por la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Pactos sobre Derechos Políticos y Civiles y sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales-, acompañadas de una revisión de todas las sanciones contra personas que, habiendo sido acusadas de delitos comunes o políticos no han cometido crimen alguno a la luz de esas normas, por lo que deben ser liberadas, cancelados sus antecedentes penales y compensadas por la arbitrariedad cometida en su contra.
No queremos que el Estado nos siga prometiendo que va a mejorar los empobrecidos niveles de vida que hoy sufrimos. Demandamos que nos liberen de las leyes que impiden al ciudadano tomar iniciativas económicas personales o familiares para su autosostenimiento y que a la vez provean productos y servicios al resto de la sociedad.
No queremos que el gobierno siga prometiendo reponer las pérdidas y reconstruir las viviendas a los damnificados de los ciclones. Demandamos que se respete su derecho a recibir ayuda directa de cualquier país, institución o persona que desee prestársela.
La lista no es exhaustiva, pero de ella se deriva una conclusión simple. Los pasos dados la pasada semana por la Administración Obama son concretos y benefician de manera instantánea a millones de cubanos, mientras que los pretendidos “cambios” que se asocian a Raúl Castro se han producido a cuenta gotas por casi tres años, y constituyen hasta hoy inaceptables limosnas ofrecidas al ciudadano de a pie en la isla.
Estas son algunas de las demandas soberanas del pueblo cubano. A diferencia del levantamiento del embargo, no dependen de discusiones y decisiones de un parlamento extranjero. Tampoco de “gestos” de nadie. Esperan apenas por el acatamiento de la voluntad popular de parte del gobierno que pretende representarla.
Apoyar esas exigencias -en lugar de mendigar o agradecer limosnas- es un servicio a la defensa de la soberanía nacional. En defensa del único legitimo y genuino soberano que es el pueblo cubano.
Publicado en: Cambio de época | Actualizado 17/04/2009 18:05