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El retorno de Yayabo

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El renovado activismo del Asesor en Jefe me recordó una canción cubana muy popular de mi infancia.

Curiosamente, un nuevo bloggero “independiente” y “no lucrativo” ha emergido en el espectro del Internet oficial. A Fidel Castro ya no le basta con Granma y Juventud Rebelde, ahora quiere competir en “la red de redes” con Generación Y. Habiendo apenas recuperado un poco su salud arremetió contra la bloggera Yoani Sánchez, la científica Hilda Molina, el músico brasileño Caetano Veloso e intensificó su labor de zapa contra el mejoramiento de relaciones gestado por la cancillería cubana con la Unión Europea y México. Su recuperación coincidió también con nuevos arrestos y actos de repudio así como con la primera movilización de protesta realizada frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos desde que cayó enfermo.

Y eso que algunos por Miami decían aquello de que “Yayabo no salía más”. Como fantasma que retorna, parece ser que “Yayabo está en la calle con su último detalle y su ritmo sin igual”.

Es un dato inescapable el hecho de que coinciden en tiempo una desaceleración de las reformas e incremento de actos represivos con el renovado activismo del célebre convaleciente quien ha sostenido por estos días tres reuniones de trabajo con jefes de estado extranjeros y publicado cinco artículos. En ellos no se expresa como prudente asesor que aconseja y sugiere, sino como Jefe de Estado que dictamina y juzga hechos sobre los que todavía el gobierno no se ha pronunciado siquiera. Enarbolar, a tales efectos, el derecho a ejercer democráticamente las libertades de pensamiento y expresión que él ha negado siempre a los demás mortales es, a todas luces, una obscenidad.

Lo más novedoso y significativo es que ahora atiza, en evidente juego fraccionalista, corrientes de opinión conservadoras en el seno de la elite en lo que aparenta ser su último esfuerzo por obstruir los cambios que el país reclama.

Ante esos hechos creo justa la creciente demanda nacional en el sentido de que Raúl Castro demuestre tener la lucidez y el coraje requeridos para ponerlo en su sitio a fin de que el país pueda comenzar una etapa, mejor o peor, pero de algún modo “nueva”. Él –que controla a plenitud las FAR y el MININT- debiera trasmitir a todos, con claridad inequívoca, su determinación de ejercer el cargo de Jefe de Estado de manera plena, responsable y creativa.

El apotegma de que “no puede hacerse nada mientras Fidel viva” es impresentable. Actuar o dejar de hacerlo es siempre una opción. Insistir en semejante excusa –cuidadosamente cultivada en meses recientes por agentes de Influencia y compañeros de viaje- sólo convencería finalmente a todos de que estamos en presencia del clásico juego entre el policía “bueno” y el “malo” para justificar el continuismo del status quo.

Al margen del actual torrente de variopintos pronósticos, la historia valorará si el inevitablemente breve mandato de Raúl Castro llegó a establecer una diferencia con el de su predecesor o fue más de lo mismo. No pretendo prejuzgarlo. Solo apunto que se agota el tiempo para que muestre y demuestre la especificidad de sus intenciones.

Como recuerda la Biblia: por sus obras los conocerán. (Mateo, Capitulo 7; 15-20)



AUTOCRÍTICA

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Hace unos días CNN dio a conocer un estudio que decía que escribir un Blog era, a menudo, perjudicial para la salud del autor. Si la idea inicial era compartir ideas de manera relajada con un grupo de lectores la realidad podía derivar la experiencia en otras direcciones menos agradables. Los lectores demandan cada vez más atención y en los intercambios juzgan al autor –a veces de manera airada- según lo cercano o alejado que se muestre de sus percepciones.

Soy de la opinión de que se escribe por las mismas razones que se tienen relaciones sexuales: por amor, diversión o dinero. Este Blog lo hago por amor. Y el amor es una fuerte vocación, pero no puede disponer del tiempo que ha de dedicarse al trabajo para asegurar el sustento familiar. Esa realidad -y el inevitable hecho de que soy un ser tremendamente imperfecto- determina que no siempre pueda prestar al Blog y las discusiones que se suscitan en él toda la atención y tiempo que merecen y demandan.

Aquí cumplo dos funciones: aportar alimento para la reflexión ( food for thought) y moderar (tomen nota del alcance pleno de esa palabra) el intercambio sobre el tema de la semana.

Como autor no vengo a dictar cátedra y trasmitir ideas propias como “verdades absolutas”. En la vida podemos tener ciertos valores permanentes, pero nuestras percepciones e ideas sobre cómo mejor ponernos a su servicio evolucionan con cada nueva información y experiencia. Vengo al Blog a dar y recibir . Cambio de Época es una avenida de dos vías. Mis comentarios semanales fluctúan entre unos mejor logrados y otros de peor calidad. La vida es así. Es probable que en alguna ocasión alguien se sienta irritado con mis opiniones pero nunca he deseado ofender deliberadamente a nadie con ellas. Si no he tenido siempre éxito en lo segundo lo lamento profundamente y espero que puedan perdonarme.

Como moderador no vengo a manipular un debate a favor de aquellas concepciones más próximas a mi punto de vista, sino a propiciar un clima de diálogo respetuoso antes que de polémica. El diálogo es una búsqueda común de elementos que complementen las creencias que ostentamos como “verdades” al entrar en ese intercambio. En las polémicas se enfrentan dos o más pretendidas “verdades” y se espera que para que unas puedan “ganar” las otras necesariamente tienen que “perder”.

En un diálogo no se viene a ganar o perder, sólo a ganar. Todos ganan al enriquecer su perspectiva y creencias con las de otros. Por eso dije desde un inicio, y ahora reitero, que son bienvenidos por igual comunistas y anticomunistas y que acá se invita a analizar el mensaje no al mensajero.

Todos –me incluyo- estamos parcialmente errados y todos llevamos razón en los temas que abordamos. En este espacio venimos a sacar provecho de la calidad del intercambio aun si no mutamos de parecer como resultado de él. Yo no puedo erigirme en árbitro de quien tiene el mejor argumento porque sólo estaría favoreciendo a aquellos que se aproximen a mi punto de vista aunque sea errado. Mi deber –no siempre bien cumplido- ha de limitarse a facilitar un diálogo de calidad. Si surgen amarguras entre ustedes es porque yo no he sabido servir con eficacia el propósito de este Blog que tiene menos que ver con la promoción de una visión política particular que de una cultura del diálogo de la que todos saquemos provecho.

Espero haber aportado como autor temas e ideas que les hayan resultado de utilidad, pero creo haberlos defraudado como moderador en algunas ocasiones. No siempre he dispuesto del tiempo ni mostrado la habilidad que demanda moderar un intercambio entre personas desconocidas sobre temas tradicionalmente cargados de emociones y suspicacias. A veces he pecado por exceso al editar un mensaje y en otras ocasiones he descuidado la necesidad de dar un seguimiento más cuidadoso y cercano a la discusión. Apremiado por el tiempo se me han escapado expresiones de algunos comentaristas que hubiese preferido no aparecieran en este espacio.

Una autocrítica sincera tiene cuatro componentes: reconocer la falta, explicar por qué se incurrió en ella, expresar el arrepentimiento a los afectados y asumir el compromiso de corregir el daño. A todos los visitantes y comentaristas de este Blog presento mis más sinceras excusas, ante ustedes reconozco mis faltas y me comprometo a hacer todo lo que esté a mi alcance por enmendarlas.

Les pido a todos que perdonen mis imperfecciones y me sigan ayudando a hacer de este espacio un lugar de diálogos fructíferos con todos y para el bien de todos pese a las profundas y emotivas diferencias de experiencias y criterios que podamos tener.



Dialogueros

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Recibí un mensaje que solicita una clarificación acerca de la diferencia entre conversaciones, diálogos y negociaciones. Es un tema importante.

Llevan razón quienes dicen que los diálogos sin escenarios que presionen a las partes a alcanzar un acuerdo son ejercicios poco promisorios. Un grupo social no abandona sus privilegios en un acto de iluminismo intelectual.

Aun si toma fuerza la disposición a alcanzar un acuerdo siempre habrá personas cuyos intereses individuales, terquedad o egoísmo los hagan actuar como saboteadores del proceso. Pero sólo iniciando conversaciones es que puede identificarse a esos personajes y enfrentarlos a los otros de su propio grupo interesados en encontrar una salida al conflicto. Las conversaciones y diálogos, como regla general, debilitan al intransigente mientras que la confrontación los fortalece.

Hay que tener en cuenta las características del interlocutor. No se habla con angelitos cargados de buenas intenciones. Quien lo olvida le toman el pelo. Hay quien no sabe conversar, dialogar o negociar aunque sea ministro. Decidir el calendario de cumplimiento de compromisos, garantizar su monitoreo y hacerlos irreversibles son partes sustantivas de todo acuerdo responsable.

Pero si usted quiere alcanzar la paz tiene que hablar con sus enemigos y si desea sacar a alguien de la cárcel tendrá que discutirlo con el carcelero a menos que espere que un terremoto derrumbe los muros de la prisión o disponga de una fuerza de asalto para rescatar a los prisioneros.

La historia recuerda a algunos dialogueros exitosos como fueron el Primer Ministro de África del Sur y Nelson Mandela, los miembros del partido de Francisco Franco y los de la oposición española y los representantes de las dos facciones irlandesas.

Antes y ahora no han faltado dialogueros en Estados Unidos:

  • Richard Nixon con Mao y Breznev
  • Ronald Reagan y Bush con Mijail Gorbachev
  • El gobierno de Bill Clinton y el de George W. Bush con el máximo líder de Corea del Norte Kim Jong-il

Hace unos días se conoció la noticia de las conversaciones entre el gobierno de Israel y el de Siria. A ello se suma el acuerdo alcanzado por Tel Aviv con Hezbolá para intercambiar un prisionero por los restos de los soldados israelitas muertos en la guerra del verano del 2006 en el Líbano. Igualmente se reveló que mantienen también conversaciones con Hamas para la liberacion de un prisionero israelita por miembros de esa organización presos en Tel Aviv. La pasada semana el actual jefe de gobierno en Irak se entrevistó con su contraparte iraní para asegurarle que nunca permitiría que ese país fuese atacado desde su territorio.

No voy a entrar al ejercicio de calificar quienes de estas personas, gobiernos e instituciones tenían o tienen sus manos manchadas de sangre, pero es obvio que hay más de una.

Puede apreciarse que hay distintos tipos de interlocución. Una cosa es conversar sobre alguna situación específica para explorar las posibilidades de un acuerdo puntual (sea una tregua o liberación de prisioneros) y otra es dialogar como proceso de mayor alcance. El diálogo –si se llega a él después de las conversaciones exploratorias preliminares- procura clarificar perspectivas y objetivos más allá de la retórica oficial y se usa para identificar zonas de consenso a fin de determinar si es posible luego negociar un acuerdo sobre esas coincidencias aunque persistan áreas de desacuerdo que continúen siendo disputadas.

Cuando las conversaciones exploratorias resuelven asuntos puntuales y crean la confianza necesaria, es que se pasa al diálogo, y si este último logra identificar consensos importantes se procede entonces a negociar un acuerdo que, de manera contractual, ponga fin de forma parcial o definitiva a un conflicto.

Si usted le propone a alguien conversar y ya cree que es una invitación a dialogar o negociar un acuerdo definitivo se crean malos entendidos que se pagan caro después. Y si a usted le proponen conversar y se niega porque no está preparado a aceptar una negociación, puede perder la oportunidad de resolver algún aspecto importante y puntual de su agenda.

Lo que no hace un político es renunciar de antemano a las soluciones políticas aunque se prepare y reserve el derecho de acudir a otras opciones. A menos que se trate de politiqueros, que son otra cosa.



¿Perestroika USA?

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La desaparición de la URSS le dio un golpe mortal definitivo al hábitat internacional que había sostenido al régimen de gobernanza cubano hasta entonces. Privado de los inagotables créditos, apoyo militar gratuito, masiva asistencia económica, precios preferenciales y otras ventajas, el sistema cubano tenía que demostrar su capacidad de autosostenimiento, o buscar otro mecenas internacional atrapado en una lógica de confrontación con EEUU al que persuadir de que aceptar la hipoteca cubana podría rendirle beneficios.

Pero árabes, africanos, rusos y chinos no estaban dispuestos a subvencionar la proverbial ineptitud del régimen cubano en los albores del siglo XXI. Aun cuando tengan puntos de vista comunes en el terreno político estos países tienen la expectativa de cobrar los créditos que otorguen y recibir los productos convenidos. Así las cosas apareció el Coronel Hugo Chávez.

Lo cierto es que los actores externos del conflicto cubano –EEUU, URSS y ahora Venezuela- han jugado un papel en el rumbo de los acontecimientos en Cuba que no es posible minimizar. Lo que acontece en estos países tiene repercusiones sensibles en el proceso cubano. Preocupada por la fragilidad del poder chavista, La Habana se mueve ahora con Brasil, China y la India buscando alternativas, pero el éxito de sus gestiones confronta un problema. Al tratarse de países con sistemas democráticos y/o economías de mercado, sus actuales gobernantes serán inevitablemente remplazados por otros, y aquellos empresarios a quienes se les agote la paciencia por los incumplimientos cubanos podrán recurrir a mecanismos de arbitraje.

Pero eso es sólo una parte del problema. La otra incógnita de la ecuación es el futuro comportamiento del principal actor externo que se ha opuesto desde 1959 al régimen que prevalece en la isla. La pregunta cobra actualidad ahora que finalmente conocemos a los dos principales contendientes de las elecciones de noviembre en EEUU.

John McCain, de ser electo, se ha comprometido hasta ahora con seguir empleando las herramientas políticas del medio siglo precedente hacia Cuba. Si ese va a ser el caso, La Habana no tiene que realizar ningún ajuste para enfrentarlo; sólo reafirmar su discurso. Nadie daría tampoco un paso en America Latina o en Europa para apoyar la continuidad de una metodología política que han rechazado tradicionalmente.

Pero cabría preguntarse: si el proceso de Perestroika (“cambio”) de Gorbachev tuvo un impacto ideológico de primer orden en la sociedad cubana, ¿qué sucedería si el candidato demócrata Barack Obama es elegido en noviembre e implanta su propia Perestroika de política exterior en general y hacia Cuba en particular? ¿Qué acogida tendría entre sus aliados latinoamericanos y europeos? ¿Cuál sería el impacto ideológico en la población, funcionarios y militantes, al tener ante sí al primer presidente negro de EEUU? ¿Cómo van a responder a su decision de levantar las barreras que separan a los cubanos de sus familiares en la diáspora y promover mayores lazos entre ellos? ¿Qué argumentos van a usar para oponerse a una conversación exploratoria directa al más alto nivel y sin condiciones previas para determinar si existe -o no- la posibilidad de iniciar luego un diálogo de mayor alcance que pueda –eventualmente- crear condiciones imprescindibles a una negociación con vista a – de hacerse factible- normalizar las relaciones? ¿Cómo reaccionarían al hecho de que este presidente –según ya declaró- se haría acompañar en esas conversaciones exploratorias de representantes del exilio para asegurar la transparencia de sus intenciones y que las opiniones de esos cubanos no puedan ser excluidas de una solución al conflicto? Si Carter les dejó en herencia el comercial televisado al Proyecto Varela durante su visita, ¿cómo van a controlar lo que diga Obama en la TV cubana? No responder positivamente a una invitación a conversaciones exploratorias sería desastroso tanto en el plano interno como en la arena internacional en esta época de emails, Ipods y Youtube.

Los que honradamente consideran que La Habana debe hacer concesiones previas a cualquier conversación pasan por alto que conversación, diálogo y negociación son ejercicios distintos, que cumplen objetivos diferentes y no tienen igual alcance. Quienes temen que el joven Obama sea fácil presa de la "experimentada" diplomacia cubana, incluso en una conversación de alcance limitado, olvidan que este tipo de intercambios se prepara previamente por expertos. Nixon y Reagan no viajaban solos a Moscú, ni improvisaban su agenda al llegar al aeropuerto. Y si Obama tuviese en algún momento de su visita que hablar a solas con Raúl Castro y Machado Ventura, de veras ¿a alguien le preocupa eso?

En conclusión: al gobierno cubano se le mueve de nuevo el hábitat internacional. Puede encontrar nuevos aliados comerciales, pero no mecenas estables. Quizás se esfume también la tradicional coartada de su inmovilismo. Si Obama fuese electo presidente, ¿podrían resistir la Perestroika del enemigo?



LA COSA

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Recuerdo que un colega puso sobre el escritorio un cartelito que rezaba “Prohibido hablar de la cosa”. Cuando le pregunté por el significado de aquella advertencia me explicó que todo el tiempo y en todas partes –su casa, la oficina, la cola- la gente iniciaba una conversación indagando su opinión con la pregunta: ¿Cómo ves la cosa? Aquello daba pie a interminables coloquios que ocupaban su tiempo y lo dejaban agotado y deprimido porque todos –incluyéndolo- pensaban que la cosa andaba mal.

En Ottawa uno puede protegerse de la “cosamanía” mejor que en una ciudad como Miami donde se habla del asunto 24 x 7. En los diez años que he vivido en Canadá la TV sólo menciona a Cuba en temporada ciclónica. Las excepciones ocurren cuando alguien importante como Juan Pablo II visita la isla, Elián sobrevive rodeado de delfines el Estrecho de Florida y desata otro tipo de tormenta tropical, o Fidel se enferma de gravedad. Pero el virus de la cosa es endémico entre los cubanos. Cuando los medios no satisfacen nuestra curiosidad por saber como le va, hurgamos hasta en el Granma vía Internet. Junto al dominó, la cosa es el entretenimiento o hobby por excelencia de todos los cubanos. Lo más que podemos hacer para proteger nuestra sanidad mental es no hablar de ella después de las 5 de la tarde pare evitar insomnios.

En los últimos días hay nuevas señales de que la cosa no va bien. Al menos no del todo, o no en lo inmediato.

Después de 19 meses, finalmente, llegó Raúl Castro –aunque acompañado de Machado Ventura- y tuvimos un par de semanas de anuncios espectaculares sobre el advenimiento, a Cuba de algunos artefactos como celulares, DVDs y tostadoras. Estas noticias fueron convoyadas por otras igualmente bienvenidas decisiones como el que los cubanos podrían acceder a los hoteles y que el estado daría tierras en usufructo a aquellos dispuestos a hacerlas producir.

Pero cuando ya nos estábamos acostumbrando a esta cartelera de alegres estrenos semanales reapareció, delgaducho y lúcido, –a su manera, claro- el Asesor en Jefe y junto con él nuevos controles sobre el empleo de Internet por las instituciones estatales (desde Cuba me dicen que ahora puedo perjudicarlos hasta con una frase cordial en un mensaje de e-mail), acusaciones contra las Damas de Blanco, actos de repudio, golpizas y detenciones de disidentes. Todo ello coronado con llamados a fortalecer las cláusulas de la legislación represiva. Como si fuera poco, el verano trae acusaciones espectaculares contra una bloggera que funge de cronista de la cotidianidad sin mostrar el necesario optimismo que para ejercer esa función demanda el jefe del Departamento Ideológico del Comité Central. Antes le habían negado la salida del país, ahora parecen interesados en impedir que salga a la calle.

Los “de arriba” parecen estar también obsesionados con la cosa.

Quizás no sean las Damas de Blanco, Antúnez ni Yoani Sánchez los que más les inquietan, sino sus propios funcionarios y militantes del Partido que se van sumando al galopante disenso con el status quo vigente. Que los primeros expresen su malestar y los segundos lo piensen no deja de ser motivo de preocupación para quienes instalaron la Ley Mordaza y la doble moral teniendo ahora que enfrentar su consecuencia: una sociedad sin mecanismos de auto corrección.

El actual contrapunto entre los llamados a la apertura crítica y las exhortaciones a endurecer la represión me recuerdan el título de una vieja canción: Elegía a la incoherencia. Los procesos sociales no son lineales, sino zigzagueantes. Lleva tiempo metabolizar un cambio desde una mentalidad de bunker y confrontación a otra de diálogo y consenso. A veces no se logra.

Nada, la cosa es “compleja”.

La evolución de la situación en la isla nos devuelve al intercambio de ideas sobre la interrogante original de Bárbara: ¿Qué hacer -desde donde estamos- para extender aliento a las fuerzas que fuera y dentro del gobierno promueven cambios positivos por vía no violenta y para oponernos, incluso de manera preventiva, a las peores tendencias que hoy pujan por renovar su protagonismo?



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Sobre este blog

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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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