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OEA: paisaje después de la batalla

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Bajo augurios apocalípticos de parte de los gobiernos cercanos al cubano, se acaba de aprobar por consenso una resolución sobre Cuba en la OEA que contiene todos los elementos reclamados por los Estados Unidos. La postura de Washington, en esta ocasión, coincidía con las preocupaciones de todos aquellos que por muchos años trabajamos desde la sociedad civil regional por obtener la aprobación de la Carta Democrática Interamericana.

Lo que procuraba Fidel Castro al alentar a sus aliados a tirarse a fondo en este lance no era el regreso del gobierno de Cuba a esa institución. No había mentido. Es cierto que no lo deseaba –como tampoco le interesa, pese a sus ventajas económicas, entrar al Pacto de Cotonú o incluso a Mercosur- porque allí tendría que convivir con cláusulas relativas a los derechos humanos y –aun más importante- mecanismos para su protección. Es una diferencia sustantiva con aquella Cumbre Iberoamericana en que se pudo dar el lujo de firmar el apoyo a la democracia representativa sabiendo que no existían mecanismos que luego lo inspeccionaran sobre el particular. Su entrada al Grupo de Río la considera una breve transición en la esperanza de que UNASUR o el ALBA lo sustituyan tempranamente.

Los propósitos de Castro para esta asamblea de la OEA eran otros: a) arrinconar, más que a Estados Unidos, a la Administración Obama para nutrir su campaña de que este presidente es más de lo mismo y reducir su popularidad regional, así como entre la población y funcionarios cubanos; b) polarizar la OEA y llevarla al borde la ruptura; c) obtener una declaración de desagravio por la expulsión de 1962 y una mendicante invitación al gobierno cubano a que regresara a la OEA; d) atizar a los representantes cubano-americanos en el Congreso de EEUU para que promuevan el corte del apoyo financiero a la institución si se levantaba la sanción de 1962 motivada por la alianza en aquel momento de Castro con un país que ya no existe hace 18 años.

El resultado ha sido un texto que nada tiene que ver con los objetivos del anciano caudillo ni con algunos cintillos sensacionalistas de prensa que hablan del "reingreso del gobierno de Cuba sin condiciones".

Los tres elementos claves de la resolución son los siguientes:

a) El preámbulo recalca los principios claves en que se basa la OEA y que todavía presentan dificultades al reingreso de Cuba (entre ellos los de la democracia, derechos humanos y seguridad).

b) El primer párrafo operativo dice que deja sin efecto la resolución de 1962, pero no pide excusas al gobierno de Cuba -que fue en realidad el suspendido, no el Estado cubano- por la decisión tomada entonces.

c) El segundo párrafo operativo autoriza a iniciar un proceso de diálogo con el gobierno de Cuba si pidiese el reingreso. Algo extremadamente improbable mientras exista Fidel Castro. Pero la resolución especifica que el dialogo acerca de esa posibilidad ha de producirse a la luz de los principios y propósitos de la institución (antes recordados en el primer párrafo del preámbulo). Traducido al lenguaje común eso equivale a decir que si el gobierno de Cuba diese el paso de solicitar su reingreso-que ha reiterado no va a dar- no lo obtendría de forma automática, sino que se enfrentaría al inicio de un proceso de diálogo, cuya duración no se precisa, en que su solicitud se analizaría a la luz de los citados principios de la organización.

Esta era en esencia la posición declarada de antemano por Hillary Clinton. Los EEUU han obtenido la aprobación de su postura por consenso, sin ir a una votación que pusiera en evidencia la falta de unanimidad en torno a su propuesta y sin arriesgarse a perderla por no obtener los apoyos suficientes. Adicionalmente – y contrario a los objetivos de Fidel Castro- la Administración Obama ha reforzado su imagen conciliadora al aceptar como concesión lo que resultaba obvio: la inevitabilidad de levantar una sanción de 1962 cuyo texto aludía una alianza cubana con un país inexistente hace 18 años. Su ausencia en la organización se explica, a partir de ahora, por motivos mucho más vigentes y claros.

Citar por su nombre la Carta Democrática era innecesario y por eso podía ser utilizado como ficha de negociación para el consenso. Lo que no podía obviarse era que la democracia y los derechos humanos son hoy principios inseparables de la institución. Pese a su importancia hay muchos otros instrumentos y mecanismos en la OEA que se relacionan con la democracia y los derechos humanos. Mencionarlos todos era imposible y privilegiar la Carta sin recordar los restantes compromisos hubiera puesto en segundo plano a pactos y mecanismos de trascendental importancia como son la Convención Americana de Derechos Humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, o los acuerdos de seguridad y defensa hemisférica colectiva. El texto ha quedado fortalecido precisamente por el tratamiento genérico que hace de sus pilares fundacionales en vez de remitirse a uno sólo de sus instrumentos.

Fidel Castro ha de estar muy disgustado aunque haga su mejor esfuerzo por ocultarlo. Tiene motivos para estarlo. Obama y Clinton volvieron a escapar de su emboscada. Lo sucedido ha sido un triunfo importante para la Administración Obama cuya imagen conciliadora sale reforzada, sus amigos radicales no pudieron arrinconar a EEUU, dividir ni destruir a la OEA, no pudieron arrancarle un lagrimoso mea culpa por lo de 1962, ni tampoco socavar la vigencia de los actuales instrumentos sobre los que se asienta la organización. Y para colmo lo acordado se logró por un consenso al que se sumaron sus amigos allí presentes ante la imposibilidad de lograr otra cosa o ser ellos los que quedaran aislados.

Queda ahora por ver si los representantes cubano americanos en el Congreso de Estados Unidos le van regalar a Fidel Castro el único objetivo que le queda pendiente después de haber perdido los otros tres.

Seria un error garrafal que guiados por miopes consideraciones de política doméstica declarasen que Obama y Clinton perdieron la batalla de Honduras y promovieran una resolución para quitarles los fondos en el Congreso a la OEA. No sólo le darían razón a quienes no la tienen sino que adicionalmente contribuirían gratuitamente a nutrir el “antiyanquismo” regional en que florecen los populistas radicales.

Texto completo de la resolución aprobada

:LA ASAMBLEA GENERAL

:RECONOCIENDO el interés compartido en la plena participación de todos los Estados Miembros;

GUIADA por los propósitos y principios establecidos de la Organización de los Estados Americanos contenidos en la Carta de la Organización y en sus demás instrumentos fundamentales relacionados con la seguridad, la democracia, la autodeterminación, la no intervención, los derechos humanos y el desarrollo;

CONSIDERANDO la apertura que caracterizó el diálogo de los Jefes de Estado y de Gobierno en la Quinta Cumbre de las Américas, en Puerto España, y que con ese mismo espíritu los Estados Miembros desean establecer un marco amplio y revitalizado de cooperación en las relaciones hemisféricas; y

TENIENDO PRESENTE QUE de conformidad con el artículo 54 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos, la Asamblea General es el órgano supremo de la Organización,

RESUELVE:

1. Que la Resolución VI adoptada el 31 de enero de 1962 en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, mediante la cual se excluyó al Gobierno de Cuba de su participación en el Sistema Interamericano, queda sin efecto en la Organización de Estados Americanos.

2. Que la participación de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA.



¿Qué están cocinando?

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Cuba, con 1,233 kilómetros (766 millas) de longitud es la isla más larga del Caribe. Pero resulta ser que unos pretendidos balseros, al verse supuestamente a la deriva, se las ingeniaron para recalar directamente frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba. Dijeron haber tenido roturas en su “embarcación”, una suerte de flotador que no les habría permitido navegar ni en el Laguito del antiguo Country Club. Allí los esperaban un grupo de policías. Uno de ellos declaró a viva voz –para asegurar ser escuchado por todos los presentes- que estas personas no tendrían ningún problema porque salir ilegalmente del país no constituye delito.

Para algún ignorante de la realidad isleña lo ocurrido ese día en el malecón habanero pudiera ser interpretado como un hecho, casual y pintoresco, que demuestra la generosidad del gobierno cubano con aquellos que abandonan su paraíso. Pero en este caso no hay que ser mal pensado para desconfiar de las apariencias.

Cuba se adentra nuevamente en el verano. Época de calores pegajosos, temperamentos irritados y tormentas tropicales. Tiempo de balsas y explosiones sociales de diversa magnitud. Esta vez el verano le llega a un pueblo que esperó tres años por la pretendida Nueva Política Económica de Raúl para arribar al Nuevo Periodo Especial de Fidel. Un pueblo que ya no cree que el embargo sea causa principal de sus problemas cotidianos y que expresa más simpatía por el actual presidente de Estados Unidos que por el suyo.

George W. Bush, en su momento, mandó un discreto y sobrio mensaje a los hermanos Castro. Librando dos guerras simultaneas, en Afganistán e Irak, Estados Unidos consideraría un éxodo masivo desde la isla como una deliberada acción diversionista de sus fuerzas militares en la costa Este. Por lo tanto, como un intolerable acto de guerra para beneficio de sus enemigos. Lo tomaron en serio. Muy en serio.

Raúl Castro hizo en aquel tiempo el insólito anuncio de que sus tropas colaborarían en atrapar y devolver a los marines de la Base Naval de Guantánamo cualquier prisionero que escapase de allí. De aquel lugar al que la prensa y discursos cubanos siempre se refieren como “ese pedazo del territorio nacional usurpado por el imperialismo yanqui”. Tanto se inquietaron que en el 2003 decidieron “en juicio sumario y ejemplarizante” fusilar a tres individuos que intentaron una salida ilegal amenazando con hacer uso de la fuerza. De habérseles aplicado el Código Penal aquel hecho les hubiera supuesto una pena máxima de ocho años de cárcel.

Los hermanos Castro querían dejarle claro a Bush que – a diferencia de lo sucedido cuando Camarioca, el Mariel o el éxodo de 1994- no eran ellos quienes alentarían y facilitarían como antes a cientos de miles de desesperados a lanzarse al mar desafiando el mal tiempo, los barcos sobrecargados y los tiburones. La purga semi oficial de “desafectos” que aproximadamente cada 15 años orquestaba y facilitaba el gobierno cubano parecía haber llegado a su fin.

Entonces, ¿a qué viene ahora este barato montaje en que un policía recuerda a la población, al inicio de un potencial verano caliente, que no constituye delito embarcarse -sin pedir pasaportes, permisos ni visas- hacia Estados Unidos?

¿Qué están cocinando esta gente en La Habana? ¿Están probando a Obama? ¿Quieren chantajearlo durante las próximas conversaciones migratorias con el fantasma de un incontenible éxodo? ¿Quieren orquestar una crisis migratoria para mostrarlo debilucho y humillarlo? ¿Desean acaso obligarlo a dar una respuesta, como cuando en 1996 el derribo de las avionetas abrió la puerta a la aprobación de la Ley Helms Burton y puso fin a cualquier intento de mejorar las relaciones bilaterales en el segundo mandato de Clinton?

Estados Unidos sigue sosteniendo dos guerras simultáneas y nadie ha derogado la advertencia de la Administración Bush sobre el significado militar que la Casa Blanca y el Pentágono atribuirían a la orquestación deliberada de un éxodo masivo cubano sobre su costa Este.

Dialogar y tender la mano no es cosa de “mariconzones” como siempre ha supuesto el Reflexionador en Jefe. Obama no es un líder indeciso y dispone de una amplio abanico de opciones diplomáticas y coercitivas con las que enfrenta a sus enemigos.

Sería bueno que recordasen que el mismo presidente que siempre ofrece el diálogo como opción preferible y primera no dudó un segundo en ordenar a los francotiradores de la Marina que liquidaran a los piratas somalíes y dispuso que la Fuerza Aérea de Estados Unidos dispare sus cohetes sobre Al Qaeda en Afganistán y Paquistán. Aunque la guerra sigue cobrando víctimas inocentes, la combinación de una mejor inteligencia sobre los movimientos de los líderes talibanes y la existencia de una nueva generación de misiles con GPS de alta precisión permite cada vez más a Washington pasarle la cuenta a enemigos específicos, con nombre y apellidos.Fue, por cierto, Ronald Reagan quien primero individualizara el uso esas nuevas tecnologías al emplearlas en un golpe quirúrgico contra la residencia privada de Muammar al-Gaddafi.

En resumen, ni el país es el mismo de épocas anteriores, ni el cambio de presidente en Estados Unidos supone un cambio en el significado que Washington atribuiría a un nuevo éxodo cubano en las actuales circunstancias. Abrir la opción negociadora no supone para Obama someterse al vapuleo de sus adversarios. No debieran olvidarlo.



La sangre de los Otros

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Se ironiza afirmando que “político” es aquel siempre dispuesto a dar tu vida por la patria. La tuya, no la propia. Manuel Zelaya, que recién pospuso su anunciado retorno a Honduras, ya convoca a la insurrección popular contra las Fuerzas Armadas para que sangre ajena lo traiga de vuelta al sillón presidencial. Y Hugo Chávez –que estuvo presto a largarse en un avión hacia La Habana cuando un golpe lo depuso por unas horas- vaticina que ocurrirá un baño de sangre si su protegido no es restaurado como presidente. El sabe lo que dice.

Chávez no espera que las masas hondureñas se alcen contra el actual gobierno de Micheletti. Para irritación del golpista venezolano, en Honduras la inmensa mayoría apoyaría hasta Satanás si fuera preciso antes que emprender el camino hacia “paraísos” al estilo de los que promete La Habana y Caracas. En la perspectiva castrista corresponde a los grupos violentos “bolivarianos” esparcidos por la región reagruparse en Honduras para provocar el baño de sangre que vaticina su actual mentor y financista.

La técnica es la misma que describe el Manual de Guerrillas. Realizar acciones de “propaganda armada” de escaso valor militar en la esperanza de provocar una represión indiscriminada contra la población civil que atraiga la atención internacional. El rencor que resultase de esa eventual torpeza militar y política se encargaría de nutrir las filas de la insurrección hasta entonces inexistente. De ese modo y en forma gradual, las filas “revolucionarias” –sin llegar nunca a representar una mayoría- adquirirán la legitimidad de la que carecen como opción política o electoral. Si para impulsar esa carrera al abismo se hace necesario instalar a Zelaya en una remota zona fronteriza, para que desde allí continúe arengando a otros a ofrendar sus vidas, no vacilarían en hacerlo.

En otras palabras: Castro y Chávez confían que unos pocos militantes violentos logren, con su concertación y apoyo, provocar en Honduras una represión masiva que les otorgue la relevancia que no tienen. Se intenta construir una oposición sobre sangre ajena. La sangre de los Otros. ¡Estad alertas!



Granma y su Disney World

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¿Que pasaría si mañana un destacado opositor sobrevolara La Habana y desde una aeronave –facilitada por el Presidente de Estados Unidos- arengara a la población a enfrentarse a las fuerzas militares que custodian un aeropuerto para poder aterrizar e iniciar una insurrección?

¿Que sucedería si las arengas del opositor a los manifestantes se viabilizaran desde el avión usando una cadena de noticias vinculada a la Casa Blanca y un carro altoparlante -financiado también por ella- localizado en medio de la multitud?

¿Como reaccionaria a esa situación el gobierno cubano? ¿Habría derribado el avión y abierto fuego contra los manifestantes que hubiesen querido seguir las consignas lanzadas desde aquel asaltando a los militares? ¿Que dirían la OEA y la ONU?

Ese improbable escenario acaba de ser escenificado en Honduras, pero el gobierno cubano y su prensa se abstienen de imaginar estas posibles comparaciones. Su creatividad la invierten en otros menesteres. Desean sumir al ciudadano de a pie en un fantasioso mundo concebido por la propaganda oficial. Para ello han de superar la capacidad imaginativa de Walt Disney.

En el Disney World de Granma “el pueblo hondureño” vino espontáneamente a recibir a su único e indiscutible líder al aeropuerto de Tegucigalpa. Por cierto, ¿como sabían el lugar y la hora si al partir de Washington Zelaya dijo dirigirse a El Salvador y el piloto no pidió permiso para ingresar al espacio aéreo hondureño?

El objetivo de las acrobacias del avión de Hugo Chávez y las arengas que se lanzaban desde el aire era el de provocar a las tropas que protegían el aeropuerto y que se produjera una masacre. Después que sus fuentes de desinformación hablaron de balaceras y cinco muertos tuvo que conformarse con una sola víctima cuyo victimario –al decir del respetado Ramón Custodio, Ombudsman y Presidente de la Comisión de Derechos Humanos en Honduras- no ha sido probado que hayan sido los militares.

Ayer la Sra. Xiomara Castro, esposa del depuesto Presidente, decidió abandonar su escondite para encabezar una manifestación callejera sin que ella ni los manifestantes –que esta vez se abstuvieron de acciones violentas- fuesen molestados.

Pero el Granma, que ya ha acusado a Obama de ser cómplice del derrocamiento de Zelaya, omitió decir que ella y su hijo habían estado refugiados desde un inicio en…. ¡la Embajada de Estados Unidos! Tampoco mencionó que hasta allí fue la manifestación a…. ¡agradecer a esa embajada su papel y la actitud constructiva de Washington en todo este proceso!

El Granma, ese valioso periódico multiuso cubano, tiene una tarea hercúlea por delante. ¿Recuerdan las incómodas evidencias que salieron de la laptop del difunto Comandante de las FARC Raúl Reyes? Creo que pronto conoceremos los detalles del modo en que operan los golpistas del siglo XXI en su estrategia regional de subversión de la democracia.

Deberían subirles también el salario a los creativos redactores del órgano oficial del Comité Central del PCC. Después de todo, hay que reconocer que su oficio no es nada fácil. Sobre todo desde que existen Internet y la TV satelital.



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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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