¿Qué están cocinando?
Juan Antonio Blanco | 08/06/2009 3:11
Cuba, con 1,233 kilómetros (766 millas) de longitud es la isla más larga del Caribe. Pero resulta ser que unos pretendidos balseros, al verse supuestamente a la deriva, se las ingeniaron para recalar directamente frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba. Dijeron haber tenido roturas en su “embarcación”, una suerte de flotador que no les habría permitido navegar ni en el Laguito del antiguo Country Club. Allí los esperaban un grupo de policías. Uno de ellos declaró a viva voz –para asegurar ser escuchado por todos los presentes- que estas personas no tendrían ningún problema porque salir ilegalmente del país no constituye delito.
Para algún ignorante de la realidad isleña lo ocurrido ese día en el malecón habanero pudiera ser interpretado como un hecho, casual y pintoresco, que demuestra la generosidad del gobierno cubano con aquellos que abandonan su paraíso. Pero en este caso no hay que ser mal pensado para desconfiar de las apariencias.
Cuba se adentra nuevamente en el verano. Época de calores pegajosos, temperamentos irritados y tormentas tropicales. Tiempo de balsas y explosiones sociales de diversa magnitud. Esta vez el verano le llega a un pueblo que esperó tres años por la pretendida Nueva Política Económica de Raúl para arribar al Nuevo Periodo Especial de Fidel. Un pueblo que ya no cree que el embargo sea causa principal de sus problemas cotidianos y que expresa más simpatía por el actual presidente de Estados Unidos que por el suyo.
George W. Bush, en su momento, mandó un discreto y sobrio mensaje a los hermanos Castro. Librando dos guerras simultaneas, en Afganistán e Irak, Estados Unidos consideraría un éxodo masivo desde la isla como una deliberada acción diversionista de sus fuerzas militares en la costa Este. Por lo tanto, como un intolerable acto de guerra para beneficio de sus enemigos. Lo tomaron en serio. Muy en serio.
Raúl Castro hizo en aquel tiempo el insólito anuncio de que sus tropas colaborarían en atrapar y devolver a los marines de la Base Naval de Guantánamo cualquier prisionero que escapase de allí. De aquel lugar al que la prensa y discursos cubanos siempre se refieren como “ese pedazo del territorio nacional usurpado por el imperialismo yanqui”. Tanto se inquietaron que en el 2003 decidieron “en juicio sumario y ejemplarizante” fusilar a tres individuos que intentaron una salida ilegal amenazando con hacer uso de la fuerza. De habérseles aplicado el Código Penal aquel hecho les hubiera supuesto una pena máxima de ocho años de cárcel.
Los hermanos Castro querían dejarle claro a Bush que – a diferencia de lo sucedido cuando Camarioca, el Mariel o el éxodo de 1994- no eran ellos quienes alentarían y facilitarían como antes a cientos de miles de desesperados a lanzarse al mar desafiando el mal tiempo, los barcos sobrecargados y los tiburones. La purga semi oficial de “desafectos” que aproximadamente cada 15 años orquestaba y facilitaba el gobierno cubano parecía haber llegado a su fin.
Entonces, ¿a qué viene ahora este barato montaje en que un policía recuerda a la población, al inicio de un potencial verano caliente, que no constituye delito embarcarse -sin pedir pasaportes, permisos ni visas- hacia Estados Unidos?
¿Qué están cocinando esta gente en La Habana? ¿Están probando a Obama? ¿Quieren chantajearlo durante las próximas conversaciones migratorias con el fantasma de un incontenible éxodo? ¿Quieren orquestar una crisis migratoria para mostrarlo debilucho y humillarlo? ¿Desean acaso obligarlo a dar una respuesta, como cuando en 1996 el derribo de las avionetas abrió la puerta a la aprobación de la Ley Helms Burton y puso fin a cualquier intento de mejorar las relaciones bilaterales en el segundo mandato de Clinton?
Estados Unidos sigue sosteniendo dos guerras simultáneas y nadie ha derogado la advertencia de la Administración Bush sobre el significado militar que la Casa Blanca y el Pentágono atribuirían a la orquestación deliberada de un éxodo masivo cubano sobre su costa Este.
Dialogar y tender la mano no es cosa de “mariconzones” como siempre ha supuesto el Reflexionador en Jefe. Obama no es un líder indeciso y dispone de una amplio abanico de opciones diplomáticas y coercitivas con las que enfrenta a sus enemigos.
Sería bueno que recordasen que el mismo presidente que siempre ofrece el diálogo como opción preferible y primera no dudó un segundo en ordenar a los francotiradores de la Marina que liquidaran a los piratas somalíes y dispuso que la Fuerza Aérea de Estados Unidos dispare sus cohetes sobre Al Qaeda en Afganistán y Paquistán. Aunque la guerra sigue cobrando víctimas inocentes, la combinación de una mejor inteligencia sobre los movimientos de los líderes talibanes y la existencia de una nueva generación de misiles con GPS de alta precisión permite cada vez más a Washington pasarle la cuenta a enemigos específicos, con nombre y apellidos.Fue, por cierto, Ronald Reagan quien primero individualizara el uso esas nuevas tecnologías al emplearlas en un golpe quirúrgico contra la residencia privada de Muammar al-Gaddafi.
En resumen, ni el país es el mismo de épocas anteriores, ni el cambio de presidente en Estados Unidos supone un cambio en el significado que Washington atribuiría a un nuevo éxodo cubano en las actuales circunstancias. Abrir la opción negociadora no supone para Obama someterse al vapuleo de sus adversarios. No debieran olvidarlo.
Publicado en: Cambio de época | Actualizado 08/06/2009 4:21