¿Perestroika USA?
Juan Antonio Blanco | 05/06/2008 22:15
La desaparición de la URSS le dio un golpe mortal definitivo al hábitat internacional que había sostenido al régimen de gobernanza cubano hasta entonces. Privado de los inagotables créditos, apoyo militar gratuito, masiva asistencia económica, precios preferenciales y otras ventajas, el sistema cubano tenía que demostrar su capacidad de autosostenimiento, o buscar otro mecenas internacional atrapado en una lógica de confrontación con EEUU al que persuadir de que aceptar la hipoteca cubana podría rendirle beneficios.
Pero árabes, africanos, rusos y chinos no estaban dispuestos a subvencionar la proverbial ineptitud del régimen cubano en los albores del siglo XXI. Aun cuando tengan puntos de vista comunes en el terreno político estos países tienen la expectativa de cobrar los créditos que otorguen y recibir los productos convenidos. Así las cosas apareció el Coronel Hugo Chávez.
Lo cierto es que los actores externos del conflicto cubano –EEUU, URSS y ahora Venezuela- han jugado un papel en el rumbo de los acontecimientos en Cuba que no es posible minimizar. Lo que acontece en estos países tiene repercusiones sensibles en el proceso cubano. Preocupada por la fragilidad del poder chavista, La Habana se mueve ahora con Brasil, China y la India buscando alternativas, pero el éxito de sus gestiones confronta un problema. Al tratarse de países con sistemas democráticos y/o economías de mercado, sus actuales gobernantes serán inevitablemente remplazados por otros, y aquellos empresarios a quienes se les agote la paciencia por los incumplimientos cubanos podrán recurrir a mecanismos de arbitraje.
Pero eso es sólo una parte del problema. La otra incógnita de la ecuación es el futuro comportamiento del principal actor externo que se ha opuesto desde 1959 al régimen que prevalece en la isla. La pregunta cobra actualidad ahora que finalmente conocemos a los dos principales contendientes de las elecciones de noviembre en EEUU.
John McCain, de ser electo, se ha comprometido hasta ahora con seguir empleando las herramientas políticas del medio siglo precedente hacia Cuba. Si ese va a ser el caso, La Habana no tiene que realizar ningún ajuste para enfrentarlo; sólo reafirmar su discurso. Nadie daría tampoco un paso en America Latina o en Europa para apoyar la continuidad de una metodología política que han rechazado tradicionalmente.
Pero cabría preguntarse: si el proceso de Perestroika (“cambio”) de Gorbachev tuvo un impacto ideológico de primer orden en la sociedad cubana, ¿qué sucedería si el candidato demócrata Barack Obama es elegido en noviembre e implanta su propia Perestroika de política exterior en general y hacia Cuba en particular? ¿Qué acogida tendría entre sus aliados latinoamericanos y europeos? ¿Cuál sería el impacto ideológico en la población, funcionarios y militantes, al tener ante sí al primer presidente negro de EEUU? ¿Cómo van a responder a su decision de levantar las barreras que separan a los cubanos de sus familiares en la diáspora y promover mayores lazos entre ellos? ¿Qué argumentos van a usar para oponerse a una conversación exploratoria directa al más alto nivel y sin condiciones previas para determinar si existe -o no- la posibilidad de iniciar luego un diálogo de mayor alcance que pueda –eventualmente- crear condiciones imprescindibles a una negociación con vista a – de hacerse factible- normalizar las relaciones? ¿Cómo reaccionarían al hecho de que este presidente –según ya declaró- se haría acompañar en esas conversaciones exploratorias de representantes del exilio para asegurar la transparencia de sus intenciones y que las opiniones de esos cubanos no puedan ser excluidas de una solución al conflicto? Si Carter les dejó en herencia el comercial televisado al Proyecto Varela durante su visita, ¿cómo van a controlar lo que diga Obama en la TV cubana? No responder positivamente a una invitación a conversaciones exploratorias sería desastroso tanto en el plano interno como en la arena internacional en esta época de emails, Ipods y Youtube.
Los que honradamente consideran que La Habana debe hacer concesiones previas a cualquier conversación pasan por alto que conversación, diálogo y negociación son ejercicios distintos, que cumplen objetivos diferentes y no tienen igual alcance. Quienes temen que el joven Obama sea fácil presa de la "experimentada" diplomacia cubana, incluso en una conversación de alcance limitado, olvidan que este tipo de intercambios se prepara previamente por expertos. Nixon y Reagan no viajaban solos a Moscú, ni improvisaban su agenda al llegar al aeropuerto. Y si Obama tuviese en algún momento de su visita que hablar a solas con Raúl Castro y Machado Ventura, de veras ¿a alguien le preocupa eso?
En conclusión: al gobierno cubano se le mueve de nuevo el hábitat internacional. Puede encontrar nuevos aliados comerciales, pero no mecenas estables. Quizás se esfume también la tradicional coartada de su inmovilismo. Si Obama fuese electo presidente, ¿podrían resistir la Perestroika del enemigo?
Publicado en: Cambio de época | Actualizado 06/06/2008 5:57