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Fidel y Chávez: reveses estratégicos

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A Fidel y Hugo Chávez se les nota un poco nerviosillos de un tiempo acá. Es comprensible.

El precio del crudo no va recuperar los niveles que permitían a la empresa petrolera venezolana ser rentable pese a su alta ineficiencia “roja rojita”. En Cuba sucede lo mismo con el níquel mientras que la ineptitud de la economía estatal impide que el incremento de las visitas turísticas genere mayores ingresos. Tampoco la isla produce alimentos suficientes por lo que en un 80% se compran a Estados Unidos. El malestar social crece tanto en Cuba como en Venezuela donde hoy el presidente Obama es mas popular que ambos mandatarios.

Los partidos de gobierno en países como Argentina, Brasil, Chile -que hasta ahora han mostrado una exquisita tolerancia hacia sus desaguisados - en pocos meses enfrentarán elecciones presidenciales con una oposición conservadora que parece aventajarlos en los sondeos de opinión.

Pero no para ahí la racha de mala suerte.

Han aparecido nuevas evidencias del vínculo entre las FARC y el gobierno de Correa en Quito así como de esa agrupación narcoterrorista y el gobierno de Chávez. Un video del Mono Jojoy y unos cohetes vendidos a Caracas por los suecos, - ahora capturados a las FARC- , ponen sobre la mesa la conexión operativa encubierta entre el fenecido socialismo del siglo XX y el que estos dos dictadores nos proponen para el siglo XXI. En Honduras, más allá de la torpeza cometida con la expulsión de Zelaya a Costa Rica, perdieron una importante base de operaciones y se ha sentado el precedente de que las subversión bolivariana es reversible. Las evidencias del modus operandis chavista que allí se vienen recogiendo pueden ser tan reveladoras como las encontradas en la famosa laptop del difunto comandante de las FARC Raúl Reyes

En resumen: la proyección estratégica regional del eje La Habana - Caracas se ha visto comprometida a corto y mediano plazo.

La “correlación de fuerzas regional” ha comenzado a girar en dirección contraria a sus objetivos. Es por eso que, en su desespero, acuden a un mayor aventurerismo incrementando las acciones encubiertas dirigidas a desestabilizar Honduras y lanzándose a fondo en el cuestionamiento del derecho soberano que asiste a Bogotá a seguir sus pasos cuando el pasado año ofrecieron a Rusia facilidades logísticas en Cuba y Venezuela para reanudar la presencia militar de Moscú en el hemisferio occidental. Mientras UNASUR se aprestaba a discutir en Quito el derecho de Colombia para otorgar facilidades a fuerzas estadounidenses convencionales carenaba en la Bahía de La Habana un submarino nuclear ruso la semana pasada. De eso nadie quiso hablar.

Algunos gobiernos de la llamada “izquierda moderada” en UNASUR le hacen el juego al ALBA con declaraciones ambiguas de tenue sabor “antiyanqui”, pero eso no le basta a Hugo y Fidel que salieron defraudados ante la imposibilidad de obtener una enérgica condena de Colombia en la reciente reunión de esa institución en Quito.

El hecho es que el reloj sigue marcando las horas y el tiempo se les acaba.

Si Honduras hace gestos positivos hacia las propuestas de Oscar Arias y esquiva o neutraliza hasta las elecciones de noviembre -con firmeza, pero también sabiduría y tacto políticos- las zancadillas desestabilizadoras que le vienen tendiendo los dos caudillos, será difícil que la OEA no se vea precisada a revisar su postura en el 2010 y los europeos seguirán los pasos que adopte la organización regional en este tema.

Por otro lado, a los países que vienen soportando las ingerencias de los pretendidos “socialistas del siglo XXI” se les presenta la oportunidad de virarle la tortilla al ALBA en el debate sobre las bases en Colombia previsto para la “cita presidencial extraordinaria” de UNASUR a darse dentro de unos días en Argentina. No es difícil imaginar que -de proponérselo seriamente- pudieran transformar el debate sobre las relaciones militares entre Bogotá y Washington en una discusión general sobre el otorgamiento de facilidades a la presencia militar de gobiernos y de grupos irregulares armados extranjeros, como son los casos de Rusia, las FARC y Sendero Luminoso. Si lo hacen es muy probable que Chávez, Correa, Morales y Fidel, se vean en un aprieto. Hasta Daniel Ortega tendría que responder por el amparo territorial ofrecido a grupos de pretendidos zelayistas hondureños y de otras nacionalidades que proclaman abiertamente estarse entrenando para iniciar la insurrección en Honduras.

En esas circunstancias, al cúmulo de recientes reveses estratégicos sufrido por el ALBA es posible que se agregase un serio descalabro diplomático si algunos gobiernos que han sido sus victimas se lo proponen.



Magia brasileña

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El gran ganador de las cumbres en Sauípe es Brasil. Más que el gobierno de Lula, es el propio Estado brasileño el triunfador de estas reuniones.

Itamaratí- la más profesional de todas las cancillerías latinoamericanas y caribeñas- concibió este maratón de cumbres para relanzar el liderazgo regional de Brasil en el instante en que la caída de los precios del petróleo resta protagonismo a Venezuela. Puede afirmarse que al ALBA “se le acaba la gasolina” y el proceso de integración que ahora se inicia subraya su perspectiva marginal en el nuevo contexto regional y mundial.

Para capturar el protagonismo regional, Brasil tenía que capear y vencer las tensiones que algunos gobernantes del grupo radicalizado en torno a Chávez (Morales, Correa, Lugo) le venía presentando en meses recientes. Y lo logró con un acto de prestidigitación.

Con la mano izquierda Lula exhibió a Raúl Castro, lo invitó a formar parte de este foro totalmente latinoamericano y caribeño (“una oferta que no podía rehusar”) y otorgó espacio a los que deseaban entregarse a la tradicional retórica del nacionalismo regional. Así neutralizó al polo de Caracas. Pero mientras esos gobernantes y buena parte de la prensa miraban en esa dirección, Brasilia, con la mano derecha, se apropiaba del protagonismo en la región que Chávez, con su ALBA, ha tratado de consolidar en los últimos años.

Brasilia necesitaba parir -fuera del control de los gobiernos más radicales- este nuevo proceso de institucionalización regional. Para ello Itamaratí llevaba meses diseñando una puesta en escena propicia a la catarsis verbal ultranacionalista de los afiliados al polo de Caracas. Invitar a Cuba a integrarse al nuevo mecanismo no chocaba con las posiciones regionales, era coherente con la postura tradicional de todos los gobiernos democráticos en Brasil y constituía la pieza perfecta para alcanzar el objetivo estratégico de Itamaratí. Adicionalmente la solidaridad con La Habana es siempre bien recibida por aquellos militantes radicales del partido de gobierno (PT) que en otros campos son críticos de las políticas económicas de Lula y cuyo voto conviene asegurar con vista a las próximas elecciones. Es pertinente subrayar un dato. En Brasil impera una democracia pluralista con inexcusable rotación presidencial. Las estrategias de Itamaratí se diseñan para favorecer los intereses estratégicos del Estado brasileño, no del gobierno de turno.

La maratónica serie de cumbres (Mercosur, Grupo de Río, CALC) no resolvió ninguno de los conflictos económicos o políticos pendientes. Muchos no fueron siquiera abordados. No pudo elegirse a Néstor Kirchner como secretario de UNASUR por la oposición de Uruguay. La iniciativa del Banco del Sur, promovida por Chávez, no fue a ninguna parte. Las demandas de Ecuador y Paraguay contra Brasil no fueron superadas. Las tensiones territoriales de Chile y Bolivia no fueron mencionadas. Los problemas que presenta la crisis alimentaria en el contexto de la crisis financiera global, no fueron asumidos.

El tema cubano era esencial para distraer la atención de otros asuntos que resultaban divisivos y el apoyo emotivo de Lula a La Habana neutralizaba a sus admiradores. Pero aun así, las decisiones en torno a la isla no fueron tan espectaculares como el propio espectáculo de tener al General de Ejército Raúl Castro entre los participantes. Sin estridencias se reiteró la ya universal y tradicional condena del embargo en los mismos términos que se hace cada año en Naciones Unidas y se invitó al gobierno cubano a integrarse al nuevo mecanismo regional que ahora nace y que –a diferencia de la OEA y de Mercosur- no está, por el momento, regido por cláusulas que obliguen a adherirse a principios democráticos.

Como moscas que acuden a la miel, la invitación a Cuba propició que se desencadenase la retórica de sus seguidores ideológicos. Uno proponía dar muerte a la OEA, otro que se expulsara a los embajadores de Estados Unidos si ese país no levantaba en breve el bloqueo a Cuba, y así sucesivamente. Siendo el lugar común de esos oradores que la culpa de todo lo malo que acontece en la región la tiene Estados Unidos y que Cuba simboliza la voluntad regional de resistencia a Washington, la pasión puesta en sus emotivos discursos y abrazos al General los distrajo.

Mientras tanto, los hábiles diplomáticos brasileños se dedicaban a tejer el único acuerdo que les interesaba en verdad obtener de la inversión realizada para convocar esta maratónica serie de reuniones: el nacimiento de una institución regional inclusiva –libre del radicalismo que fomenta Venezuela- y propicia a gravitar hacia Brasilia. Y lo lograron sin tener para ello que declarar al naciente organismo en necesaria colisión con la OEA, Estados Unidos, Canadá, España, la Unión Europea o el sistema interamericano aunque todo arrebato retórico tuviese su espacio y momento. Cuando Daniel Ortega lanzó un ataque furioso contra Washington y los europeos por suspender parte de su ayuda bilateral por los dudosos manejos que hiciera el Presidente de Nicaragua en las recientes elecciones municipales, la reunión no le extendió su apoyo. A ello se añadió que Lula lo instase a concluir su discurso por estar ya pasado del tiempo concedido. Todo eso,al parecer, decidió a Ortega a marcharse del cónclave hacia Moscú sin asistir a la clausura.

En el caso del gobierno de La Habana, vale recordar que más allá del baño de luces mediático, no ha ocurrido nada que altere su actual status financiero y económico. Una cosa es ser ícono antiestadounidense –mientras exista el embargo- y otra es ser un país solvente y confiable a la inversión y comercio.

Con integración o sin ella, se resista o no la voluntad de Washington, los países de la región tienden a insistir -como cualquier otro- en esa extraña manía de que se cumplan los contratos y les paguen los adeudos. Pero sin libertades básicas – incluyendo la de poder ejercer iniciativas económicas- el sistema que rige la isla no será capaz de responder a esa razonable expectativa. Son detalles no resueltos por la retórica de la “solidaridad”.

Las cumbres de Sauípe, envían también un claro mensaje a los cubanos, donde quiera que estén: sólo nosotros mismos podemos resolver nuestros problemas. Los gobiernos y Estados tienen sus propios intereses y objetivos.



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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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