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Entre Palin y Penn

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No estamos solos los cubanos cuando pretendemos saber la solución de cada entuerto. Si lo dudan , tomen nota del modo en que tanto conservadores como liberales en Estados Unidos siempre creen tener la última palabra sobre cómo arreglar nuestros problemas. Unos suponen que basta con apretar más las clavijas del embargo para que todo cambie en Cuba. Otros creen que apenas hay que levantarlo unilateralmente para que todos se den la mano en la isla y a través del Estrecho de la Florida. Ambos olvidan que el conflicto tiene raíces cubanas aunque se haya internacionalizado desde el inicio. Es por ello que suponen que los problemas de Cuba se pueden resolver en Washington.

Con la elección de Barack Obama – ¡albricias! – se presenta una nueva oportunidad para abordar la cuestión de Cuba desde una perspectiva más creativa. Es sólo una oportunidad. Aprovecharla supone forjar una política que se aleje de la noción de que estamos ante una película de Hollywood con buenos y malos. Nuestro problema es más complejo, y dista mucho de ser como lo entienden, con peores o mejores intenciones, conservadores como Sarah Palin o liberales al estilo de Sean Penn. La oportunidad que ahora se abre puede cerrarse mañana si no aprendemos primero las lecciones de este medio siglo. Una de ellas es que el sostenimiento del embargo tiene simpatizantes no sólo en el Capitolio de Washington, sino en el Consejo de Estado en La Habana.

Cada vez que en los últimos cincuenta años ha existido una posibilidad de diálogo bilateral o indicio de voluntad política para buscar salida al conflicto entre Cuba y los Estados Unidos, algún hecho vino a abortarlos antes de que fructificasen. La lista es larga y las responsabilidades pueden ser distribuidas entre ambos bandos. Pero es particularmente aleccionador el más reciente episodio ocurrido en 1996 –año electoral en Estados Unidos- cuando la Administración Clinton hizo saber a La Habana que, ante la posibilidad (entonces remota) de que la Ley Helms Burton fuese aprobada, la Casa Blanca la vetaría. Bill Clinton deseaba explorar la posibilidad de normalizar las relaciones bilaterales en su segundo mandato y así lo dio a entender. Vale la pena examinar el fracaso de esa buena intención liberal ya que la frustración de las políticas impulsadas por administraciones conservadoras es más que evidente.

Temeroso de perder el voto cubano- americano en la Florida, el presidente de Estados Unidos no actuó con suficiente antelación y firmeza para impedir los vuelos de Hermanos al Rescate que por aquel tiempo habían dado un giro novedoso en sus operaciones de salvamento a los balseros. Sus nuevas iniciativas –internarse en territorio cubano y lanzar octavillas- pretendían representar formas de protesta no violentas, pero resultaban claramente violatorias no sólo de la legislación cubana, sino también internacional.

En Cuba, los enemigos de la distensión estaban al tanto del dilema del presidente. Sabían que la Casa Blanca, por consideraciones electorales, no podría lanzar ninguna acción restrictiva de peso a aquellos vuelos hasta el mes de noviembre y también conocían en detalle -y por adelantado- los planes de esa organización por vía de un espía infiltrado en ella. Estaban seguros de que esas acciones no presentaban ningún peligro real a la seguridad de la isla, pero decidieron aprovecharlas para fabricar una situación que impidiese toda mejoría en las relaciones bilaterales.

Derribar las avionetas ponía al presidente Clinton contra la pared. El registro de las comunicaciones indicaba que no se habían hecho disparos de advertencia ni maniobras aéreas para desviarlas de su ruta. Era un hecho de una magnitud imposible de pasar por alto, mucho más en plena campaña electoral. De las decisiones que le fueron presentadas –suscribir la Helms Burton o bombardear la base aérea de San Antonio- el presidente de Estados Unidos escogió la que creyó más benévola.

La clave en torno al episodio de las avionetas no radica en el lugar en que fueron derribadas, sino en el momento escogido por La Habana para hacerlo. ¿Por qué decidieron volarlas en pedazos en febrero de 1996 si sabían que venían desarmadas y cuando la posibilidad de vetar la Helms Burton y abrir un proceso de distensión era real? ¿Por que no esperaron a las elecciones en noviembre si tenían el monitoreo exacto de las actividades de Hermanos al Rescate? ¿Por qué planificaron meticulosamente su derribo y no maniobras alternativas para modificar la ruta u obligarlas a aterrizar?

Los que hablan del derecho soberano de Cuba a disparar contra las avionetas deberían recordar que Gorbachev -pese a tener igual derecho- no dio la orden de derribar una nave similar piloteada por un joven alemán. Aquella incluso aterrizó en la Plaza Roja después de penetrar profundamente el territorio de la URSS y sobrevolar objetivos militares clasificados. Perder la posibilidad de avanzar hacia la distensión con Occidente representaba para Gorbachev un riesgo más grave a la seguridad de la URSS y el bienestar de su población que la información que pudiese haber recopilado aquella avioneta. Pero la lógica de Gorbachev no es la de Fidel Castro.

Clinton calculó que podía posponer por unos pocos meses el tomar medidas eficaces para impedir los vuelos porque supuso que La Habana los toleraría. Creyó que la lógica de Castro sería priorizar la derrota de la Helms Burton y proceder a un proceso de normalización de relaciones. La Casa Blanca basó su política en un supuesto falso. Pese a las penurias que sufría la población en el llamado Periodo Especial, Fidel Castro no tenía interés alguno en que le levantasen el embargo ni en normalizar las relaciones. Como tampoco hoy le interesa recibir ayuda humanitaria de ese país cuando los cubanos han sufrido la devastación de tres huracanes. Suponer que Castro comparte de algún modo los axiomas de la lógica liberal es el primer paso en el camino errado. Su agenda no la dicta tampoco el marxismo o valores socialistas, sino el más estrecho egoísmo.

Al ser aprobada la Helms Burton por cortesía de la iniciativa del Comandante en Jefe cubano, el poder ejecutivo estadounidense, en clara violación de los preceptos constitucionales, perdió la potestad de decidir la política exterior hacia Cuba y traspasó al Congreso esa responsabilidad. Desde entonces levantar cualquiera de las restricciones codificadas en esa ley sólo puede hacerse repudiando la ley en su conjunto por decisión del Congreso. El congresista Díaz Balart debería reconocer, en justicia, que sin la ayuda decisiva de Fidel Castro nunca se habría aprobado esa legislación.

En La Habana, Washington y Miami hay sectores que siempre han mostrado un marcado interés en descarrilar cualquier distensión. Unos, por un patriotismo mal entendido. Otros, porque en cualquiera de las dos orillas han encontrado un provechoso modo de vida en la prolongación del conflicto, del mismo modo que lo hacen las FARC en Colombia.

Ahora que en algunos centros influyentes de Estados Unidos vuelve a hablarse de reexaminar la relación bilateral con Cuba es pertinente instarlos a que primero se formulen, oportunamente, algunas preguntas sobre la naturaleza de este conflicto e identifiquen quienes son sus actores principales y cuáles son sus intereses. Otras interrogantes no menos productivas podrían ser: ¿A quién podría interesarle que fracasara de nuevo cualquier diálogo o negociación? ¿Qué nuevas –o viejas- piedras y cáscaras de plátano podrían lanzarse al camino de la distensión? ¿Qué medidas pueden tomarse para evitar que los provocadores tengan éxito nuevamente? Para darle una respuesta acertada a esas interrogantes hay que primero alejarse de los simplismos maniqueos sobre Cuba que marcan los supuestos tanto de los conservadores como de los liberales estadounidenses.

Cambiar el contexto externo de este conflicto normalizando la relación bilateral con Estados Unidos incidirá de modo importante sobre el curso que aquel tome en la isla, por lo que siempre reviste especial importancia. Pero ese cambio no asegura per se la dirección que tomen los acontecimientos en Cuba ni aporta la solución definitiva a los problemas de todo tipo que el país enfrenta. El núcleo central del problema fue y sigue siendo cubano por lo que los actores nacionales –diáspora incluida- serán los realmente determinantes en la salida, mejor o peor, que aquel tenga.

El problema de Cuba tuvo su origen en esa isla, no en Estados Unidos. Las políticas de Washington complicaron aun más las cosas, pero no generaron este conflicto. Nuevas politicas de Estados Unidos pueden facilitar la búsqueda de soluciones, pero no las aportarán. Va siendo hora de que asumamos nuestra responsabilidad por el porvenir y abandonemos la creencia de que otros -sean rusos, venezolanos, chinos o estadounidenses; sean conservadores o liberales- serán quienes den respuesta a nuestras vicisitudes.



China y Rusia: ¿fuerzas reformistas?

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Recuerdo la conmoción que hace años causó Juana Bacallao cuando creyendo agradar a sus anfitriones hizo un brindis por Chiang Kai Chek en una recepción de la embajada de Mao Tse Tung en La Habana. Después de todo, lo de ella no es la política sino el vaudeville. Pero también sucede que al cruzar el umbral de cierta edad se tiende a confundir personas, lugares y situaciones. Recuerdos juveniles se agitan y enturbian la razón creando situaciones ridículas. Es por eso, como apuntara Fidel Castro en un olvidado discurso que la semana pasada me enviase un lector, que es siempre necesario renovar los dirigentes. A los viejos, según su propia advertencia, puede ofrecérsele que continúen aportando su experiencia desde un Consejo de Ancianos.

Cuando los estadistas contemporáneos visitan la isla lo hacen con la solemnidad y respeto de quien se sabe en un museo del pasado siglo. En él los ancianos siguen aferrados al poder. Los cubanos, por su parte, lo ven como una versión del Hotel California de donde, según narra la canción de los Eagles, nunca se puede salir.

Jóvenes dirigentes chinos y rusos recorren en estos días la región buscando comercio e integración, no hipotecas ideológicas. Les interesa el petróleo de Venezuela, no los ditirambos “bolivarianos”; el níquel cubano, no las reflexiones del compañero Fidel. A diferencia de la Unión Europea y Estados Unidos no se sienten motivados por el examen de la situación de los derechos políticos y civiles, pero no por ello se constituyen en mecenas incondicionales. Esperan que los acuerdos comerciales se cumplan y los créditos se paguen. Son representantes de dos modelos de neocapitalismo, -totalitario y autoritario-, no de sistemas comunistas ni socialistas. El resto es paisaje.

Los barcos y aviones de guerra que han aparecido en el Caribe por cortesía de Caracas son, probablemente, el folklórico episodio final de un capítulo llamado George W. Bush. Pronto la Unión Europea y Barack Obama renegociarán el despliegue de cohetes estadounidenses y la expansión de la OTAN a cambio de garantías permanentes a la seguridad y la estabilidad de todos los países de aquella región. Cuando eso suceda la postalita mas difícil de coleccionar para los niños cubanos y venezolanos serán la que tenga la foto que recuerde esta visita de la flota rusa. Sin duda, La Habana puede todavía identificar algunos puntos de posible alianza política coyuntural con Rusia, pero no es como antes una alianza ideológica, porque la clase dominante rusa no es comunista ni socialista, aunque sea autoritaria. Lo mismo puede decirse de China.

La alianza estratégica que en realidad buscan chinos y rusos es con Washington. Quieren sentarse con europeos y estadounidenses a construir juntos una nueva arquitectura internacional multipolar en la que Moscú y Beijing no sean marginados ni hostigados. El flirteo con ancianos y orates –créditos, armas y retórica solidaria incluidos- es el ajedrez que han de jugar mientras llegan hasta allí. Sólo Bush pudo obrar el milagro de atizar viejos amores, pero con Obama en la Casa Blanca, ¿a quién le interesa conversar sobre el porvenir mundial con los gobernantes de una islita que no tendrá futuro mientras ellos apuntalen su inmovilismo?

La mala noticia para el Parque Jurásico habanero es que están lidiando con fuerzas que cuando enfrenten crónicos impagos ralentizarán como hasta ahora la implementación de sus compromisos. Al final, es probable que arriben a la conclusión de que jamás podrán cobrar lo que le adeuden a menos que Cuba cambie. Por ello no es impensable que terminen uniéndose a otros actores, internos y externos, para presionar juntos por la apertura y reforma económica de la isla. A fin de cuentas, ellos son modernos y razonables. Sólo esperan por una oferta que no puedan rehusar.



Importantes Reflexiones del Compañero Fidel

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“Esta revolución es afortunadamente una revolución de hombres jóvenes. Y hacemos votos porque sea siempre una revolución de hombres jóvenes; hacemos votos para que todos los revolucionarios, en la medida que nos vayamos poniendo biológicamente viejos, seamos capaces de comprender que nos estamos volviendo biológica y lamentablemente viejos; hacemos votos para que jamás esos métodos de monarquías absolutas se implanten en nuestro país y que se demuestre con los hechos esa verdad marxista de que no son los hombres, sino los pueblos, los que escriben la historia.

(….)

Quienes se creen insustituibles para sus pueblos piensan con la misma mentalidad de esos que creen que asesinando a los dirigentes de la Revolución asesinarán la Revolución. El día en que cualquiera de nosotros se creyera indispensable, estaría pensando igual que esos terroristas; dejaríamos de ser marxista-leninistas.

Las monarquías absolutas, en medio de todas sus inmensas desventajas, tenían al menos la ventaja de que había un heredero del poder. Aceptar el método y el sistema de las monarquías absolutas en el socialismo es el peor de los absurdos, porque entonces empieza la lucha de los aspirantes a monarcas absolutos. ¿Y para qué sirve un partido donde todo gira alrededor de un hombre?

(….)

Y volviendo, para finalizar esta parte, a la idea que expresara, a los votos que hacía porque todos nosotros los hombres de esta Revolución, cuando por una ley biológica vayamos siendo incapaces de dirigir este país, sepamos dejar nuestro sitio a otros hombres capaces de hacerlo mejor. Preferible es organizar un Consejo de Ancianos donde a los ancianos se les escuche por sus experiencias adquiridas, se les oiga, pero de ninguna manera permitir que lleven adelante sus caprichos cuando la chochería se haya apoderado de ellos.”

Fidel Castro Ruz

13 de marzo de 1966

9:30 pm



Titulares sorprendentes

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“El nuevo presidente de Estados Unidos es hijo de un africano”. “La India llega a la Luna con su propia nave espacial”. “Piratas asaltan en pleno siglo XXI a un barco- tanque, del tamaño de un portaviones, cargado con petróleo ”. Todas estas asombrosas noticias han sido cintillos de primera plana en la prensa de días recientes.

Hace poco, sin embargo, unos activistas decidieron publicar y distribuir una edición apócrifa del New York Times. Tomaron un suceso real extraordinario –la elección de un afrodescendiente a la Casa Blanca- y lo mezclaron con noticias falsas que los productores de esa tirada ilegítima desearían se transformasen en reales. La lógica que querían inducir en los lectores era que si algo tan impensable como lo de Obama había sido posible, ¿por qué no otras cosas? . Así -incentivando su imaginación- buscaban darles aliento para que prosiguiesen en pos de nuevas metas.

Como nada pasa en Cuba digno de comentar, me pregunté cuál sería la reacción en la isla si un día saliese una versión del Granma con noticias como estas:

Internacionales

El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ofrece cambiar todo lo referido a la política de Washington hacia Cuba que queda bajo su poder de decisión. Ello abarca un amplio espectro de medidas en materia de restricciones de viajes y remesas, devolución a Cuba del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo, la cooperación en la lucha contra el crimen organizado, la prevención y recuperación de desastres naturales, así como lo referido a controles ecológicos y fitosanitarios entre muchas otras. El Presidente anunció también su disposición a llevar ante el Congreso el asunto del levantamiento del embargo que sólo puede ser decidido por el poder legislativo.

Nacionales

El Presidente Raúl Castro informó ayer acerca del repentino agravamiento de la enfermedad del Comandante en Jefe que lo obligará a internarse y abandonar en lo adelante su importante actividad periodística y de asesoramiento por prescripción facultativa. El Presidente de los Consejos de Estado y Ministros hizo el anuncio ante una asamblea de oficiales de las FAR y el MININT a la vez que lanzó una fuerte crítica a la burocracia estatal por haber paralizado su programa de cambios de estructuras y conceptos por casi dos años, por lo que previno serán sustituidos en próximos días algunos dirigentes civiles y del Partido incluyendo ministros. “Tomaremos estas medidas ahora y otras más audaces en el futuro sin preocuparnos lo que digan algunos sabandijas en Miami o de la prensa extranjera”. Entre las medidas mencionadas se encuentra la cooperativización de empresas estatales y autorización para que privados puedan poner en marcha pequeñas y medianas empresas, el libre acceso a Internet, una amplia amnistía de presos y el fin de los permisos de salida y entrada al país. El Presidente de los Consejos de Estado y Ministros advirtió que se trataba apenas del inicio de un proceso que había sido retrasado hasta ahora por los burócratas y y que un paquete mucho más audaz de medidas necesarias e impostergables sería anunciado en algunas semanas. Abundó así mismo en el trabajo de los gloriosos combatientes del MININT. “Las brigadas de acción rápida no pueden sustituir el trabajo profesional de nuestros combatientes del MININT, por lo que he dado la orden para su disolución. Tampoco debe ese Ministerio seguir perdiendo el tiempo en perseguir antenas de satélite ilegales cuando aquí nadie nunca se ha opuesto al acceso a la información, por ello he instruido a ETECSA que ofrezca ese servicio a cualquier ciudadano del mismo modo que ya hicimos antes con los teléfonos celulares".

Provinciales

El Vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros, José Ramón Machado Ventura, informó a los Primeros Secretarios Provinciales del Partido en una reunión en Villa Clara acerca de la decisión del Buró Político de acelerar las medidas orientadas por el compañero Raúl y que han sido hasta ahora obstruidas por la burocracia. Los cuadros asistieron a la proyección del video con el discurso del Presidente de los Consejos de Estado y Ministros a los combatientes de las FAR y el MININT. Posteriormente Machado Ventura expresó: "Ahora que el entrañable Comandante en Jefe ya no puede ayudarnos tenemos que comprometernos a impulsar todo lo que Raúl orientó hace rato y no se ha cumplido todavía. Esa será la mejor respuesta a los rumores contrarrevolucionarios de que estas medidas fueron previamente acordadas con la delegación de Obama que visitó en días pasados nuestro país. Todas las medidas que ahora anunciamos y las que tomaremos progresivamente responden a viejas ideas lanzadas por el compañero Raúl que fueron respaldadas por el pueblo en un millón trescientas mil y cuatro asambleas a lo largo de toda Cuba hace ya casi dos años. Lo que ahora hacemos es seguir adelante con nuestros proyectos y lo que hace Obama es rendirse ante el fracaso de medio siglo de agresiones contra nuestra patria. Es el imperio el que capitula. Sus palabras nada tienen ni tendrán que ver con las decisiones soberanas que en beneficio de nuestro pueblo adopte el Partido y gobierno cubanos” concluyó el alto dirigente.

Pero mientras imaginaba hoy ese Granma ficticio, salió esta noticia en la prensa internacional:

Raúl Castro canta en chino

The Associated Press

"El presidente Raúl Castro y su colega chino Hu Jintao visitaron juntos a centenares de estudiantes del país asiático, que junto al mandatario cubano entonaron una canción sobre Mao.

Mientras Hu firmaba en el libro de visitas de Ciudad Tarará, centro escolar cercano a La Habana que acoge a 1,917 estudiantes chinos, Castro subió al escenario y comenzó a tararear en el idioma de su invitado una canción tradicional que aprendió durante su juventud.

''No tengo la memoria que tiene Fidel (Castro, su hermano mayor y ex gobernante), pero aún me acuerdo de esta canción'', dijo el mandatario, quien pidió ayuda a los menos jóvenes para recordarla".

Nada que hacer. Por ahora hay que seguir lidiando con una aburrida realidad que ni de inspiración para escribir nos sirve ya.



La amistad y la política

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Hace un par de semanas perdí en La Habana a una entrañable amistad: Julio Fernández Bulté. A lo largo de su vida fue un referente de decencia, coherencia y lealtad a valores humanistas básicos,

Bulté nunca hizo ni dijo nada en lo que no creyera sinceramente. Sin embargo, cuando encontraba evidencias de que sus apreciaciones sobre algún tema podían ser erradas, no vacilaba en corregirlas sin calcular conveniencias ni apariencias. Era posible sostener con él apasionadas discusiones sobre temas políticos, pero en ellas nunca dejaba de mostrar respeto a su interlocutor.

Julio Fernández Bulté tuvo la valentía de reafirmar de manera pública en Cuba nuestra amistad cuando ya era conocido que yo había optado por el exilio. En estos años he tenido la alegría de saludar a viejos amigos que aun residen en la isla y no vacilaron en darme su abrazo al verme. También he presenciado, con tristeza y compasión, la actitud de otros que han sentido la necesidad de evitarme ante el temor de ser vistos saludando a un “traidor”. No pude ver más a Bulté. La vida no volvió a cruzar nuestros caminos en ninguna parte. Pero estoy seguro que su abrazo no hubiese faltado en cualquier reencuentro.

Cuando pienso en los desafíos tremendos que nos presenta la reconciliación nacional en un futuro no lejano en Cuba, encuentro en personas como Bulté aliento y razones suficientes para el optimismo. Son también un permanente recordatorio de que la amistad no puede supeditarse a las discrepancias que se tengan sobre un tema, y menos a lo que se le imponga como políticamente correcto por terceros.

Gracias a amigos como Bulté soy mejor persona.



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La sociedad cubana ante el cambio

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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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