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Lecciones chinas para el verano cubano

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La aparente chispa que incendió la pradera en la región autónoma china de Xinjiang fue un malentendido sobre un incidente menor entre una joven de origen Han y unos obreros de las minorías uigures. El rumor de que había sido violada por varios de ellos provocó ataques violentos contra los uigures. Las golpizas y asesinatos provocaron, a su vez, la sublevación masiva de uigures en que fueron quemados fábricas y comercios chinos. La situación creada tenía un potencial de desestabilización tan grande que el jefe de estado de la República Popular China decidió abandonar una importante Cumbre internacional y regresar a su país.

El tema involucra un conjunto de graves fallas del régimen chino. Allí se ha conjugado lo peor del capitalismo y el socialismo en función de facilitar un acelerado crecimiento económico y mantener los privilegios de su clase dominante. El régimen totalitario chino niega las libertades civiles, sindicales y políticas que en las sociedades capitalistas permite a los ciudadanos oponerse a los abusos económicos, sociales y ecológicos. Esos males son engendrados por el afán de lucro donde no existe un Estado de Derecho con libertades y poderes independientes que sirvan de recíproco contrapeso.

El crecimiento de la economía china viene por ello acompañado de una gran corrupción, destrucción ecológica, trabajo semi-esclavo, desigualdad en las oportunidades sociales, xenofobia hacia minorías como los tibetanos y los uigures y otros males que representan el Talón de Aquiles de su modelo de desarrollo. Las consecuencias que esas tendencias corrosivas tienen para su competitividad internacional comienzan a ponerse de manifiesto en la medida en que los mercados se cierran a aquellos productos que han sido manufacturados con materiales tóxicos y sale a la luz la ausencia de controles sanitarios y de calidad de una parte de sus producciones y exportaciones.

La sociedad china, al igual que la cubana, -al carecer de democracia como herramienta institucional para la prevención, manejo y solución de conflictos-, se hace vulnerable a que cualquier incidente social de relativa o poca importancia requiera del uso de la fuerza para controlarlo. El empleo de la represión puede contener momentáneamente la expansión de un conflicto, pero al no dar solución a sus causas las agrava e invita a una cíclica espiral de violencia.

Al cerrarse el primer semestre del 2009 Cuba atraviesa una coyuntura excepcionalmente crítica a la que debe hacer frente con instituciones de débil capacidad de gestión y deteriorada legitimidad. En esas circunstancias, cualquier incidente menor y fortuito –que en un contexto de solidez institucional podría ser fácilmente manejado y absorbido- puede desencadenar hechos de magnitud histórica. Es por ello que Raúl Castro ha ordenado identificar las posibles causas inmediatas de potenciales estallidos sociales durante el verano –como es el caso con el transporte y los apagones- y tomado medidas provisionales para tratar de evitarlos en esta etapa. El problema es que “Cuba es un eterno verano”.

Es exacta la paradoja que ha apuntado Carmelo Mesa Lago de que la sociedad cubana, mientras pretende gozar de una supuesta superioridad por su potencial de planificación nacional, carece hoy de un plan económico para enfrentar esta crisis. En el terreno político podría afirmarse que la principal ironía es que el temor a perder el control - que explica el inmovilismo de la actual gerontocracia gobernante- es precisamente el que propicia que ese sea un rumbo posible y cada vez más probable de los acontecimientos.

IMPORTANTE AVISO A LECTORES Y AMIGOS

He cambiado desde el pasado dia 15 de julio mi correo personal.En lo adelante deben escribirme a:

jablanco96@gmail.com



Siempre el Totí

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Al decir de la última “Reflexión” del oráculo cubano, Honduras es hoy un país “ocupado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”. Se refiere a la existencia de la base de Soto Cano (Palmerola), bajo completa jurisprudencia hondureña, que obedece a un acuerdo de 1954. Curioso. Bajo esa lógica pudiera afirmarse que Cuba estuvo ocupada por el Ejército Rojo por cuatro décadas, desde 1962 hasta la retirada del último oficial y soldado ruso en el 2002.

Cuando se instalaron a lo largo de toda Cuba numerosas bases soviéticas - de cohetes nucleares, defensa antiaérea, unidades mecanizadas, artillería nuclear y convencional- el que ahora funge como oráculo les cedió el control total sobre los territorios que ocuparon. Los políticos y militares cubanos no podían entrar a ellas ni controlar las decisiones que tomasen ya que venían de Moscú. Su instalación en el territorio nacional fue verbal, sin mediar tratado ni discusión alguna con las instituciones nacionales sobre las consecuencias de aquella decisión. De ese modo arbitrario llegaron y luego fueron retiradas unilateralmente cuando a la URSS primero y a Rusia después les vino en gana.

Rebiya Kadeer, la exiliada uigur, a quien los políticos chinos ahora acusan de liderar la revuelta de esa etnia en Xinjiang, lo dijo con claridad: los regímenes totalitarios siempre acusan a una entidad externa de sus problemas. Si es en el Tibet, el acusado es el Dalai Lama. Si el problema es con una minoría musulmana como los uigur, la culpa es de Al Qaeda y la Sra. Kadeer. Lo mismo ocurre en América Latina. Si se depone a un presidente aliado de Fidel Castro y Chávez en Tegucigalpa, los totalitarios cargan la culpa a Estados Unidos y Carlos Alberto Montaner. Como Zelaya y su familia han tenido que agradecer el constructivo papel jugado por Washington y su embajada, ahora La Habana se concentra en Montaner.

El intelectual cubano ha devenido en el demonio favorito de la propaganda cubana desde la desaparición de Jorge Mas Canosa. Una suerte de Super Totí y baby killer al que pueden responsabilizar de cualquier cosa que no les guste o salga mal. Sea el otorgamiento de un premio internacional a una blogger independiente, la deposición de Manuel Zelaya en Honduras o el deterioro del sistema de salud en la isla.

El modus operandis de la actual propaganda contra Montaner me trae a la memoria la experiencia de un oficial de la llamada sección de medidasactivas de la Dirección General de Inteligencia Cubana. Al entonces joven y creativo oficial, le dieron la importante tarea de preparar un libro dirigido a desacreditar la imagen de Mas Canosa cuando el líder del exilio se encontraba en la cima de su popularidad e influencia. Al concluir su “obra” se imprimieron decenas de miles de ejemplares con la intención de distribuirlos en todo el planeta. Para su sorpresa, Fidel Castro en el último minuto vetó el libro.

Según me explicó el consternado oficial, el Máximo Líder consideró un error narrar la biografía y mostrar fotos de Mas Canosa. Por muchas distorsiones y mentiras que pudieran escribirse de la trayectoria del exiliado cubano, al final resultaba “humanizado”. El ente incorpóreo de Mas Canosa resultaba más útil a Fidel Castro que la historia de cómo un exiliado común y corriente llega a convertirse en una personalidad influyente. Era mucho mejor mantenerlo como un implacable Satanás al que los creyentes, para salvar sus almas, han de lanzar piedras como hacen aquellos islámicos que visitan la Meca en Arabia Saudita.

Ahora –sin dejar de lado a Estados Unidos aunque lo presida Obama- le toca el turno de “Gran Satán” a Carlos Alberto Montaner. Si cada vez que el oráculo lo dispone usted no lanza sus piedras contra el escritor cubano será declarado “políticamente incorrecto”. Su alma se perderá sin redención posible.



Granma y su Disney World

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¿Que pasaría si mañana un destacado opositor sobrevolara La Habana y desde una aeronave –facilitada por el Presidente de Estados Unidos- arengara a la población a enfrentarse a las fuerzas militares que custodian un aeropuerto para poder aterrizar e iniciar una insurrección?

¿Que sucedería si las arengas del opositor a los manifestantes se viabilizaran desde el avión usando una cadena de noticias vinculada a la Casa Blanca y un carro altoparlante -financiado también por ella- localizado en medio de la multitud?

¿Como reaccionaria a esa situación el gobierno cubano? ¿Habría derribado el avión y abierto fuego contra los manifestantes que hubiesen querido seguir las consignas lanzadas desde aquel asaltando a los militares? ¿Que dirían la OEA y la ONU?

Ese improbable escenario acaba de ser escenificado en Honduras, pero el gobierno cubano y su prensa se abstienen de imaginar estas posibles comparaciones. Su creatividad la invierten en otros menesteres. Desean sumir al ciudadano de a pie en un fantasioso mundo concebido por la propaganda oficial. Para ello han de superar la capacidad imaginativa de Walt Disney.

En el Disney World de Granma “el pueblo hondureño” vino espontáneamente a recibir a su único e indiscutible líder al aeropuerto de Tegucigalpa. Por cierto, ¿como sabían el lugar y la hora si al partir de Washington Zelaya dijo dirigirse a El Salvador y el piloto no pidió permiso para ingresar al espacio aéreo hondureño?

El objetivo de las acrobacias del avión de Hugo Chávez y las arengas que se lanzaban desde el aire era el de provocar a las tropas que protegían el aeropuerto y que se produjera una masacre. Después que sus fuentes de desinformación hablaron de balaceras y cinco muertos tuvo que conformarse con una sola víctima cuyo victimario –al decir del respetado Ramón Custodio, Ombudsman y Presidente de la Comisión de Derechos Humanos en Honduras- no ha sido probado que hayan sido los militares.

Ayer la Sra. Xiomara Castro, esposa del depuesto Presidente, decidió abandonar su escondite para encabezar una manifestación callejera sin que ella ni los manifestantes –que esta vez se abstuvieron de acciones violentas- fuesen molestados.

Pero el Granma, que ya ha acusado a Obama de ser cómplice del derrocamiento de Zelaya, omitió decir que ella y su hijo habían estado refugiados desde un inicio en…. ¡la Embajada de Estados Unidos! Tampoco mencionó que hasta allí fue la manifestación a…. ¡agradecer a esa embajada su papel y la actitud constructiva de Washington en todo este proceso!

El Granma, ese valioso periódico multiuso cubano, tiene una tarea hercúlea por delante. ¿Recuerdan las incómodas evidencias que salieron de la laptop del difunto Comandante de las FARC Raúl Reyes? Creo que pronto conoceremos los detalles del modo en que operan los golpistas del siglo XXI en su estrategia regional de subversión de la democracia.

Deberían subirles también el salario a los creativos redactores del órgano oficial del Comité Central del PCC. Después de todo, hay que reconocer que su oficio no es nada fácil. Sobre todo desde que existen Internet y la TV satelital.



La sangre de los Otros

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Se ironiza afirmando que “político” es aquel siempre dispuesto a dar tu vida por la patria. La tuya, no la propia. Manuel Zelaya, que recién pospuso su anunciado retorno a Honduras, ya convoca a la insurrección popular contra las Fuerzas Armadas para que sangre ajena lo traiga de vuelta al sillón presidencial. Y Hugo Chávez –que estuvo presto a largarse en un avión hacia La Habana cuando un golpe lo depuso por unas horas- vaticina que ocurrirá un baño de sangre si su protegido no es restaurado como presidente. El sabe lo que dice.

Chávez no espera que las masas hondureñas se alcen contra el actual gobierno de Micheletti. Para irritación del golpista venezolano, en Honduras la inmensa mayoría apoyaría hasta Satanás si fuera preciso antes que emprender el camino hacia “paraísos” al estilo de los que promete La Habana y Caracas. En la perspectiva castrista corresponde a los grupos violentos “bolivarianos” esparcidos por la región reagruparse en Honduras para provocar el baño de sangre que vaticina su actual mentor y financista.

La técnica es la misma que describe el Manual de Guerrillas. Realizar acciones de “propaganda armada” de escaso valor militar en la esperanza de provocar una represión indiscriminada contra la población civil que atraiga la atención internacional. El rencor que resultase de esa eventual torpeza militar y política se encargaría de nutrir las filas de la insurrección hasta entonces inexistente. De ese modo y en forma gradual, las filas “revolucionarias” –sin llegar nunca a representar una mayoría- adquirirán la legitimidad de la que carecen como opción política o electoral. Si para impulsar esa carrera al abismo se hace necesario instalar a Zelaya en una remota zona fronteriza, para que desde allí continúe arengando a otros a ofrendar sus vidas, no vacilarían en hacerlo.

En otras palabras: Castro y Chávez confían que unos pocos militantes violentos logren, con su concertación y apoyo, provocar en Honduras una represión masiva que les otorgue la relevancia que no tienen. Se intenta construir una oposición sobre sangre ajena. La sangre de los Otros. ¡Estad alertas!



Pescando en aguas revueltas

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En pocos días Honduras ha experimentado dos golpes de estado de diverso estilo y naturaleza. En la balanza esta el futuro de esa nación centroamericana y de toda la región. Algunos buscan ahora pescar en esas aguas revueltas.

Hasta el pasado domingo el Presidente Zelaya -contra las leyes vigentes y la voluntad expresa de todas las instituciones (poder judicial, poder legislativo, tribunal electoral, partidos políticos (incluido el suyo), iglesias, y un largo etcétera- promovía una consulta anticonstitucional. Una cláusula “pétrea” (o sea, intocable) de la Constitución es la imposibilidad de reelección presidencial a cuyo cuestionamiento se dirigía el plebiscito. Con eso no se juega en Honduras. Dicho sea de paso, tampoco Fidel Castro permite consultas para cambiar el régimen cubano y por eso –después de la petición de un referéndum por el Proyecto Varela- incorporo una cláusula pétrea sobre el particular a la Constitución de 1976 y metió presos a los que promovían la consulta acusándolos de conspirar con un enemigo externo.

La iniciativa de Zelaya estaba inscrita en la nueva metodología de subversión antidemocrática sobre la que aun no existe una conciencia regional y para la cual la OEA no ha desarrollado todavía mecanismos apropiados de protección. Son los golpes del siglo XXI promovidos por los pretendidos “socialistas” del siglo XXI.

Frente a la acción inconstitucional de Zelaya –apoyada materialmente por Hugo Chávez-, el secuestro y expulsión del territorio nacional del presidente en funciones ejecutado por militares hondureños presenta la estética de los clásicos golpes de estado frente a los cuales la región y la OEA han creado mecanismos como la Carta Interamericana.

Pero lo ocurrido es tan inaceptable como lo que se pretendía impedir que ocurriera. Además es contraproducente.

De haberse iniciado un juicio criminal y otro político contra el Presidente Zelaya por las instituciones y poderes constitucionales dentro del Estado de Derecho hondureño, la maniobra golpista del ALBA se hubiera frustrado y la conspiración para suplantar democracias con regimenes caudillistas hubiera quedado expuesta a lo largo de ese proceso judicial. En virtud de la inaceptabilidad del procedimiento, ahora Zelaya se proyecta internacionalmente como victima inocente y absoluta de los militares hondureños.

Sin embargo, la soberanía de Honduras no será servida de manera adecuada si la salida a esta situación se procura desconociendo la legitimidad del resto de los poderes constitucionales vigentes en esa nación y pasando por alto la autoridad soberana que les asiste para proteger la Constitución frente al nuevo modus operandis de los golpistas autoritarios latinoamericanos. La OEA puede desconocer en las actuales circunstancias a Micheletti pero no al poder legislativo, judicial y electoral de Honduras, la Constitución del país y la soberanía nacional que asiste a las instituciones para atender y resolver un conflicto interno por cauces democráticos.

La comunidad regional tiene potestad para actuar frente a golpes militares contra los poderes constitucionales de los estados latinoamericanos. No la tiene para extender impunidad a un presidente frente al resto de los poderes democráticos que rigen un país, en menosprecio de su soberanía y Constitución.

La confusión creada con estos hechos alienta el aventurerismo de quienes sopesan el apoyo a posibles acciones “revolucionarias” dirigidas a provocar una espiral represiva en Honduras si Zelaya no se consolida como poder supremo. Es lo que han declarado. En ese sentido la comunidad regional tiene el deber de poner coto a las reiteradas amenazas y declaraciones intervencionistas de Hugo Chávez a propósito de los acontecimientos en Tegucigalpa.

En realidad no estamos frente al Socialismo del Siglo XXI, sino frente al Golpismo del Siglo XXI y se hace necesario crear la conciencia y construir los mecanismos de protección regional adecuados para contener este asalto a la democracia. Pero la gobernabilidad democrática –nadie debe olvidarlo- solo puede ser defendida con procedimientos de Derecho. Ese es el reto a resolver en la crisis hondureña.



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Autor: Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco

Juan Antonio Blanco Gil. (Cuba) Doctor en Historia de las Relaciones Internacionales, profesor universitario de Filosofía, diplomático y ensayista. Reside en Canadá.
Contacto: jablanco96@gmail.com

 

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