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¿Alguien dijo Tiant?

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¿Alguien dijo Tiant?

 

En el documental El hijo perdido de la Habana transmitido por la cadena deportiva ESPN se observó claramente el desconocimiento del fanático cubano en referencia al lanzador Luis Tiant.

 

En la visita del derecho a la peña beisbolera del Parque Central solo un fanático lo mencionó como el mejor lanzador cubano en la historia de las Grandes Ligas y sabía el dato de sus 229 victorias. Otras personas mayores recordaban cuando Tiant jugó en la Liga Cubana. Los demás se enteraron en ese momento de la historia del estelar lanzador nacido en Marianao.

 

A pesar de ser conocido este hecho de desconocimiento de la sociedad cubana, no debe dejar de mencionarse.

 

Es una pena que debido a medio siglo de casi ninguna información sobre las Grandes Ligas, figuras como Tiant, Tony Pérez, Mike Cuellar por solo mencionar a algunas glorias del pasado, apenas son conocidos en su propio país de nacimiento.

 

Decir que Contreras, Livan o El Duque son los mejores lanzadores cubanos en las Grandes Ligas, como se dijo allí, estando Luis Tiant presente, debe al menos, causar risa.

 

Esto no es culpa total de esos fanáticos, ellos hablan lo que conocen, la historia beisbolera de nuestra nación nadie se las enseño y es evidente que ellos no han hecho mucho por buscar esa información tampoco.

 

La ignorancia sobre un determinado tema es el peor aliado a la hora de discutir sobre el mismo. Quizás por eso es que los fanáticos de la Isla muchas veces creen que somos el centro de la tierra, piensan que todavía existe racismo o discriminación cuando a uno de nuestros peloteros no le va bien o no tienen la oportunidad que nosotros deseamos que tengan.

 

Si esto pasa con un pelotero de este calibre. ¿Que podemos esperar sobre los demás temas de la vida cotidiana?

 

Esperemos que un día cercano todos los cubanos puedan tener acceso libre a la información, al debate y a escuchar otras opiniones para que no digan más que uno de los tres lanzadores antes mencionados es el mejor pitcher cubano en las Ligas Mayores.



Alex Avila, orgullo familiar

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Alex Avila, orgullo familiar

Pocas familias cubanas pueden considerarse tan beisboleras como la de los Avila. El pasado jueves Alex Avila, el hijo de Al y nieto de Ralph, debutó en Grandes Ligas con los Tigres de Detroit contra los Orioles de Baltimore y lo hizo con dos hits en cuatro turnos, incluyendo un doble impulsador de carrera en la tercera entrada.

En tres partidos que ha jugado hasta el momento batea para un astronómico .545, con seis hits en once turnos, cuatro dobles, un jonrón, cinco empujadas y tres anotadas. Excelente inicio para este prometedor receptor de los Tigres.

Alex Avila nació en 1987 en Pembroke Pines, Florida. Fue escogido en la quinta ronda del sorteo amateur de 2008 y en un poco más de un año llegó a las Grandes Ligas, algo no fácil de lograr para un cátcher de 22 años.

Escasas familias han tenido a tres de sus miembros en el mejor nivel en lo que ha béisbol se refiere.

Al Avila, su padre, lleva 16 temporadas ligado al béisbol profesional, actualmente es Vicepresidente y Asistente del General Manager Dave Dombrowski del mismo equipo de los Tigres. Anteriormente trabajó para la organización de los Florida Marlins y los Piratas de Pittsburgh. Fue clave en las decisiones para firmar algunos peloteros que contribuyeron en el segundo campeonato ganado por el equipo de Miami en el 2003 como Josh Beckett, Miguel Cabrera, Luis Castillo y Alex González. También influyó en las firmas de Edgar Renteria, Jeremy Bonderman, Nate Robertson, Adrian González y Livan Hernández.

Por su parte, su abuelo Ralph Avila trabajando para los Dodgers de Los Angeles, propulsó el béisbol en la República Dominicana, un país que ha traído a más de 400 jugadores a las Grandes Ligas en los últimos 40 años. Ralph Avila cambió la estructura de la pelota en esa Isla del Caribe con las academias para entrenar peloteros y la Liga de Verano dominicana.

Entre los jugadores que firmó están los lanzadores Pedro Martínez, Pedro Astacio, y Alejandro Peña, además de los jugadores de cuadro Adrian Beltre, Mariano Duncan entre otros.

Por seguro que ese día del seis de agosto de 2009 quedará en la historia de esta familia beisbolera como uno de los mas importantes, y anoten este nombre, pues el joven Alex Avila puede tener el éxito en el terreno de juego que su padre y abuelo han tenido desde las oficinas.



La injusticia prevalece en Cooperstown

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La injusticia prevalece en Cooperstown

 

Por Marino Martínez Peraza

 

El Nuevo Herald

 

Llegan nuevos candidatos para el Salón de la Fama del Béisbol de Grandes Ligas y algunos ingresan a ese recinto sagrado, mientras tanto se apagan varios nombres con iguales o superiores méritos por una combinación de ignorancia, cobardía e hipocresía de los que votan y de quienes dirigen. Uno de esos peloteros es Orestes "Minnie'' Miñoso.

 

Su caso va más allá de las frias estadísticas de un jugador, pues lo primero que debemos considerar es que en esta pelota existió un gran pecado, la discriminación racial, donde decenas de jugadores se vieron impedidos de actuar y otros debutaron cuando ya eran estrellas en otros torneos, incluyendo la fuerte pelota cubana y la no menos caliente de las Ligas Negras de Estados Unidos.

 

El "Cometa Cubano``, siendo una estrella en las Ligas Negras tuvo que esperar a que Robinson rompiera la barrera racial en 1947 para ingresar en Grandes Ligas. Por dicho pecado humano, perdió varias temporadas para luego convertirse en el primer pelotero hispano de la raza de color en jugar en las Mayores.

 

El oriundo de Perico militó con los Tigres de Marianao en los torneos invernales de Cuba, donde fue un ídolo de multitudes por su juego completo y explosivo. Pero no sólo fue un ídolo en Cuba, también lo fue en Grandes Ligas, en las Ligas Negras y en los campeonatos de México.

 

En las Ligas Negras actuó con los New York Cubans, en 1946 y 1947. En ambas campañas participó en el Juego de Estrellas, y cuando en el 47, los Cubans, bajo la dirección de José María Fernández vencieron a los Clevelands Buckeyes para ganar la Serie Mundial de las Ligas Negras, fue Miñoso uno de los jugadores que guió el triunfo de su equipo.

 

Su debut en Grandes Ligas ocurrió en 1949 con los Indios de Cleveland, pero sólo le dieron oportunidad en 16 turnos al bate. Su temporada oficial de novato fue en 1951 con los Medias Blancas de Chicago, siendo elegido ese mismo año al Juego de Estrellas junto a su compatriota el pitcher Conrado Marrero y el torpedero venezolano Alfonso "Chico'' Carrasquel.

 

El antillano, una luminaria de la gorra a los spikes, se ganó el respeto del público desde su primer partido con los Medias Blancas. Terminó la temporada con promedio de .326 (2), 173 hits, 31 bases robadas (líder) 112 anotadas (2) y 14 triples (líder).

 

La publicación deportiva Sporting News lo seleccionó el Novato del Año y en una decisión considerada equivocada por muchos expertos, el premio se lo dieron a Gil McDougald, un jugador de los Yankees con estadísticas inferiores al cubano.

 

El número 17 de los Medias Blancas finalizó su carrera con promedio de .298, conectó 1,963 imparables, 186 jonrones, impulsó 1,023 carreras, anotó 1,136 , recibió 584 pasaportes y robó 205 bases. Militó en siete Juegos de Estrellas y conquistó tres Guantes de Oro. Y estos números los alcanzó debutando en Grandes Ligas a la edad en que muchos peloteros son figuras consagradas (28), y no empezó tarde por un problema de calidad, fue por las circunstancias raciales de la época.

 

La única razón por la que Miñoso no terminó su carrera por encima de los .300, fue porque a la edad de 54 años (1976) hizo ocho apariciones oficiales al bate conectando un imparable, y en 1980 (58 años) sumó dos turnos sin hits.

 

Cuatro jugadores estadounidenses han sido elegidos a Cooperstown por iniciar tarde sus carreras de Grandes Ligas, y a la vez por haber brillado en las Ligas Negras: Jackie Robinson, Roy Campanella, Larry Dobe y Monte Irving. Sin embargo, las estadísticas de este cuarteto no son superiores a las de Miñoso. Ellos merecieron respeto y fueron considerados, pero en el caso de Miñoso no se aplica el mismo respeto.

 

¿Por qué ellos sí, y el antillano no? Si Robinson fue la figura que rompió la barrera racial, Miñoso fue quien le abrió el camino al pelotero negro cubano y latinoamericano.

 

Si el "Minnie'' hubiera entrado a Grandes Ligas a los 21 o 22 años como debió ser, sus imparables estuvieran cerca de los 3,000, las remolcadas en 1,400, las anotadas en 1,500, los jonrones en 250 y las robadas en 300.

 

Por su coraje en el terreno y por su calidad como pelotero, el matancero se convirtió en un ídolo nacional y en una figura emblemática en la ciudad de Chicago, a tal punto que su nombre está en el Salón de la Fama del equipo, su número se encuentra retirado y en el estadio aparece una estatua con su figura.

 

Millones de personas en Estados Unidos, así como en Cuba, México y Latinoamérica, esperan que las puertas del Salón de la Fama sean abiertas para esta leyenda.

 

¿Pero cuándo será ese día? ¿Esperan a que su alma esté en el cielo? Eso es injusto.

 

A Miñoso le quedan dos oportunidades para ser admitido por el Comité de Veteranos y si no lo logra su nombre saldrá de la lista y las posibilidades serán casi nulas.

 

Hace sólo tres días que Miñoso participó en un programa deportivo en Miami conducido por el comentarista José "Pepe’’ Campos, donde recibió el cariño de centenares de oyentes. Y entre sus palabras, expresó: "No quisiera morir sin ver mi nombre en Cooperstown, pero al parecer me voy a ir de este mundo sin lograrlo’’.

 

Por favor, le pedimos a Bud Selig y a los 83 miembros del Comité de Veteranos (algunos inferiores a Miñoso), que reconozcan que la historia de este pelotero en Grandes Ligas y en las Ligas Negras de Estados Unidos fue brillante y sin manchas de sustancias ilegales. Impartan justicia con Orestes Miñoso.



Los peloteros cubanos y el idioma

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Peloteros cubanos deben poner out a la incomunicación

Por Fernando Vilá

ESPECIAL PARA EL NUEVO HERALD

Analizando los problemas de comunicación que ha tenido con la prensa el torpedero de Atlanta, Yunel Escobar, me vino a la mente escribir este artículo sobre dicha situación, que aunque silenciosa, puede afectar a muchos.

Y digo silenciosa pues no se refleja en estadísticas ni en numeritos, es algo que cuando sucede, poco a poco, va consumiendo la imagen de un determinado pelotero.

En resumen, se trata de la adaptación de estos peloteros cubanos a una nueva cultura, a una forma de vida totalmente diferente a la que ellos se criaron, los jugadores cubanos vienen de una sociedad que no tiene nada que ver con esta en ningún sentido y la adaptación puede ser dolorosa y difícil. El conocimiento del idioma puede ayudar mucho en este empeño.

En esta pelota de Grandes Ligas muchos factores convergen, algunas veces influyen situaciones que van más allá del terreno de juego. En esta nación estamos acostumbrados a escuchar las opiniones de los peloteros prácticamente día a día si existe algo relevante. En Cuba no es así.

Un ejemplo claro de esto es en la competencia de jonrones durante la celebración del Juego de Estrellas donde se pide la opinión del jonronero delante de todo el estadio, cuando finaliza su turno al bate. Eso es muy importante aquí. Los cubanos deben entenderlo de esa manera. Cuando no sucede de esta forma y el jugador no puede expresarse muchas veces se puede confundir y malinterpretar la actitud de ese pelotero.

En el caso de Yunel la incomunicación que ha tenido con la prensa por no sentirse confortable con el inglés le ha jugado una mala pasada. A pesar del enorme talento que tiene, si no se comunica con los que escriben, se le complica todo.

Imagínese un periodista que desea saber la opinión de un pelotero y que no puede conocerla. Puede pensar que el muchacho lleva acá poco tiempo y que todavía no habla su idioma, pero también puede pensar que el pelotero no le interesa comunicarse o no le da importancia a dar su opinión y por ahí empiezan los malentendidos.

Encima de esto, muchas veces los equipos piden a los jugadores extranjeros que mejoren el nivel de inglés. Puede ser complicado aprenderlo y eso se entiende, pero los directivos y los encargados de la prensa lo pueden ver diferente y se podría dar la sensación de desinterés de parte del jugador y eso en un profesional es muy mal visto.

Aclaro que no estoy justificando problemas de actitud, ni tampoco el bajo de rendimiento de peloteros cubanos en el pasado. No estoy diciendo que el hecho de no saber hablar el idioma de William Shakespeare sea la razón que no se juegue bien, pero si pienso que el no entender o hablar inglés conspira contra una buena adaptación a este béisbol y a la sociedad en general.

Si analizamos peloteros que son queridos por todos como Cal Ripken Jr, Derek Jeter o Albert Pujols tienen como factor común, además de la calidad, el trato amable y claro con la prensa. Por otra parte, otros como Barry Bonds o Gary Sheffield tienen calidad pero el trato con la prensa no es bueno y ahí está la diferencia.

Mi consejo para los cubanos que quieren hacer carrera en las Grandes Ligas es claro: aprendan inglés. No necesitan hablarlo o entenderlo perfecto, sólo comuníquense y mejoren sus habilidades y eso facilitará su adaptación al mejor béisbol del mundo.



Una serie memorable Cuba - Venezuela 1977

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Una serie memorable, Cuba- Venezuela 1977

Por Andrés Pascual

En 1976 se efectúo la Serie Mundial de Béisbol Amateur en Colombia, como siempre a partir de 1969, el equipo de Castro se llevó, no sin antes “cancanear” en el camino, el primer lugar; en el medio, la Nicaragua somocista volvió a convertirse en el celebre “coco” de los cubanos y Porfirio Altamirano los blanqueó 5 x 0; tanto miedo le tenían al equipo de la tierra de Stanley Cayasso los paisanos de Raúl Castro que, a pesar de que le conectaron 11 hits con cinco dobles incluidos, el nerviosismo fue tal que perdieron por un increíble mal corrido de las bases con más de cuatro outs en home tratando desesperadamente de anotar; o pretendiendo alcanzar una imposible base mas…Julito Cuaresma se banqueteó poniendo outs a aquellos profesionales de estado en segunda.

Pero el equipo cubano era superior a Nicaragua y, si no barría como un huracán categoría 5 todos aquellos torneos, era sencillamente porque jugaban con una presión extra imposible de soportar: no podían perder; porque Castro sabía, aunque dijeran lo contrario allá, que profesionales, en el sentido de dedicar su tiempo laboral plenamente al béisbol durante el año, eran ellos.

En cuanto a preparación, el único otro equipo preparado, pero no a la altura del cubano, era el de juveniles de college de Estados Unidos, que tenía como director a Ron Frazier, y mayoría de jugadores de colegios del Estado de la Florida.

En 1977 se produjo la fractura de la FIBA (Federación Internacional de Béisbol Amateur) por discrepancias con la delegación cubana; Castro adujo “circunstancias de orden político” y, encabezado por el nicaragüense Carlos García y un grupo importante de países afiliados, nació una nueva organización, la FEMBA (Federación Mundial de Béisbol Amateur) con un evento internacional para jugar ese año en Taiwán; por supuesto, Cuba ni integró el nuevo organismo; ni, por tal motivo, participó en el evento.

Entonces se acordó un enfrentamiento contra una selección de profesionales venezolanos, la mayoría jugadores de Grandes Ligas y todos de la Liga Invernal de ese país en el mes de octubre. En juegos de preparación entre escuadras A y B, o rojo y azul, de preseleccionados cubanos, el pitcher derecho matancero, Rafael Rodríguez, lanzando por el team B, dejó sin carreras a lo que era prácticamente la selección, eso sucedió en agosto y los entrenamientos habían comenzado ese propio mes.

Como que jugar contra profesionales les quitaba la presión ajena con la que siempre arrastraron en el compromiso aficionado; porque nadie de la dirigencia ni del pueblo soñaba que pudieran ganar, pues los All Stars de Venezuela verían enfrente la verdadera clase de aquellos jugadores, quienes, con la excepción de David Concepción, eran muy superiores a todo el resto del club maracucho y, posiblemente, no solo aquellos jugadores; hasta un tercer equipo cubano de esa época valía mas que aquellos con nombre en Grandes Ligas.

Por esos días, cumplimentando una invitación de Concepción, estaba en Venezuela Pete Rose, por quien pidieron permiso para que jugara la tercera base de los venezolanos y no fue aceptado por la delegación cubana. Como en México en 1982, Tony Oliva estuvo en el dugout castrista al lado de su hermano, el pitcher del equipo cubano Juan Carlos.

La novena venezolana incluyó, entre otros, a Baudilio Díaz, a Gonzalo Márquez, a Luis Salazar, a Cesar Tovar, a Ossie Olivares, a David Concepción, a Antonio Armas, a Pastor Blanco, a Luis Peñalver, a Paulino Torrealba, a Manolo Sarmiento…

El equipo de Castro tenía a Pedro Medina y a Alberto Martínez en la receptoría, a Agustín Marquetti y a Antonio Muñoz en primera, a Alfonso Urquiola y a Rey Vicente Anglada en segunda, a Rodolfo Puente (dato curioso, hijo de Puente Pi el fotógrafo de Marianao y sobrino del inmortal del boxeo profesional cubano Armandito) en el shortstop, a Osvaldo Oliva en tercera, a Wilfredo Sánchez como designado, a Bárbaro Garbey en el leftfield, a Fernando Sánchez en el centro y Muñoz también patrulló los jardines.

Armando Capiró no viajó con la justificación de una lesión, pero en realidad fue la intervención en su contra de Oscar Fernández Mell que, para 1980, declaró en el antiguo Vedado Tennis Club que Capiró podía seguir jugando si quería; pero “avión no cogía mas” y esos fueron los males del gran pelotero y no otros, como se ha comentado…la serpentina incluyó, entre otros, a Julio Romero, a Braudilio Vinent, a Rogelio García, a Juan Carlos Oliva, a Omar Carrero…

Desde que el anunciador voceó los nombres de cada pelotero para la colocación por cada banda del cuadro, se sabía, sin tirarse una bola, que el único team que había allí era el cubano, mayúscula decepción para las legiones de anticastristas que esperábamos una derrota antillana por circunstancias conocidas…

 

Dos horas antes del juego, en la prisión política, el Dr. Gabriel Soto Cuesta, ex Secretario de Prensa de la Liga de Pedro Betancourt, y ex delegado del equipo Calimete en ese circuito, me dijo ¿Que crees de esta serie a ver…? Yo, dejando, como muchísimos cubanos de entonces y no solo presos políticos, que “el corazón ocupara el lugar de la razón”, le dije que el equipo de Castro no podía estar arriba un solo inning y Soto, con paciencia y sapiencia de 77 años cumplidos, que viajó a Estados Unidos a ver Series Mundiales desde 1926, que fue amigo del Caballero Oms y de Dihigo, además de otros muchos jugadores cubanos y americanos como Oliver Marcelle, Barney Serrell, Cool Papa y Leon Day, fue a la carga con: “…recuerda que estos peloteros no están Grandes Ligas porque no los dejan y los contrarios, los mismos venezolanos de siempre…

El Dr. Soto se sentó entre el comandante Ricardo Montero Duque y yo, éramos sus acompañantes preferidos; entonces, cuando se produjo el desfile y aquellos venezolanos con figura de alfeñiques se colocaron al lado de los cubanos, sin estampa y opacados por una era de peloteros que fue un crimen que no pudieran saltar, Soto me miró con una expresión de indudable afirmación de lo que me había sugerido; pero cuando Luis Peñalver le abrió, con aquella, sin velocidad, con una slider inofensivo y Wilfredo Sánchez casi le arranca la cabeza con una línea de hit al center, el gran amigo y “maestro de muchas cosas”, hermano mayor en la prisión política, Gabriel Soto Cuesta, sin mirar a nadie, dijo como para el: “…esos venezolanos no son peloteros al lado de estos cubanos…no van a ganar uno y en este tienen que traer una carreta para echar las que le van a hacer…”

Ese primer juego terminó 9 x 1, con Pedro Medina y Fernando Sánchez adivinado dos y sacándolas a 400 pies por todo el centerfield del Estadio Universitario de Caracas.

El único juego que ganó Venezuela fue con el zurdo Ramón Lunar en el montículo y marcador 4 x 5, no sin antes pasar un susto tremendo cuando Agustín Marquetti bateó una línea soberbia al right center que Armas atrapó contra la cerca de 405 pies del home.

Con marcadores de 6 x 0, 11 x 2, 9 x 1 y 5 x 4 se produjeron las victorias cubanas, sin ningún tipo de duda, Antonio Armas no lucía lo que Fernando Sánchez en el terreno y, aunque era la época de Marcano Trillo, yo hubiera querido ver en Grandes Ligas a Urquiola y a Anglada a ver que pasaba.

 

No hubo libertades para los bateadores venezolanos; no pudieron batear el slider de Vinent ni la velocidad de aquellos pitchers que, todavía, lanzaban con inteligencia y control de profesionales, solo que obligados por circunstancias acaso ajenas a su voluntad, a pernoctar en aquel béisbol de Cuba que les asfixiaba y liquidaba sus tremendas condiciones naturales para el juego.

Ninguno de estos equipos de hoy, ni los pitchers ni los jugadores de posición pueden compararse a aquellos, que bateaban en una época en que el bate era de madera y el pitcheo milla y media mejor que el de hoy allá. Yo diría que, hasta finales de los ochentas, fue la última etapa de cantera cubana por la cantidad y por la clase de aquellos peloteros.

La serie contra Venezuela concluyó con un rotundo 4 x 1 a favor de los antillanos que, desde ese momento, por aquel papelazo venezolano, pusieron a pensar a todo el mundo en Cuba que quizás las Grandes Ligas ya no era lo que fueron. Parte del problema, la imposibilidad por decreto arbitrario del dictador de mantener al país fuera de esa competencia…

 

 



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Sobre este blog

Béisbol cubano, cubanos en las Grandes Ligas y ligas profesionales.

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Autor: Fernando Vilá

Fernando Vilá Chao

Escritor, Director Ejecutivo de Pasión Magazine. Escribe desde Miami,FL
palmardejunco@gmail.com

 

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